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BAJA CALIFORNIA 2009. ABSTENCIÓN, VOTO NULO Y REFRENDI PANISTA

INTRODUCCIÓN.

El 5 de julio de 2009 se diputaron 1508 cargos de elección popular. A la par de la renovación de los 500 escaños en la Cámara de Diputados, hubo elecciones concurrentes en 11 entidades del país. En seis de ellas, además de congresos locales y ayuntamientos, se eligieron gobernadores. Las elecciones tuvieron lugar en un contexto de crisis económica, de inseguridad y contaron con un marco normativo nuevo. Este derivó de las reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos promulgadas el 13 de noviembre de 2007 y que se tradujeron en las adecuaciones al Código Federal de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales (COFIPE), Publicadas el 11 de enero de 2008 (Espinoza Valle y Cortés Guardado, 2009: 10). Fue una prueba importante para las disposiciones legales que elevaron a rango constitucional nuevas atribuciones para el Instituto Federal Electoral, entre otras, la exclusividad en la distribución de los tiempos oficiales en medios electrónicos -radio y televisión- para la propaganda de los partidos políticos y candidatos. Otras adecuaciones fundamentales que se instrumentaron por primera ocasión fueron la reglamentación de las precampañas (40 días para elecciones intermedias), la reducción de las campañas de candidatos a diputados a 60 días; la prohibición de la llamada “guerra sucia” y lo concerniente a sanciones especiales relacionadas con propaganda o actos anticipados de precampaña y campaña, cuyo plazo de resoluc10n se estableció en cinco días.

La tónica del proceso estuvo en función del profundo desdén ciudadano hacia las campañas y los candidatos, sobre todo en las 21 entidades donde no hubo concurrencia electoral. Pocos conocían a quienes habrán de representarlos, menos lo que propusieron. En un sistema político presidencialista, como el  nuestro, que se caracteriza por una fuerte personalización y donde las preferencias políticas se definen por los contendientes, resulta muy difícil que una elección para renovar la Cámara baja concite la atención ciudadana. Por el contrario, pesan mucho en la definición del voto las siglas partidistas. Si no fuera así, difícilmente muchos políticos noveles hubieran llegado al Congreso federal o a los congresos locales. No pocas veces nadie conoce a los candidatos, pero alcanzan una curul en virtud de la identificación partidista. A lo anterior habría que agregar la gran cantidad de candidatos, lo que lleva al ciudadano a la confusión. Por ejemplo, en Baja California hubo 56 candidatos a diputados en apenas ocho distritos. En otras entidades, donde se multiplica el número de distritos, por ejemplo en el Estado de México, podemos imaginar la dificultad y confusión de los votantes. Estos son algunos de los temas que se desarrollan en el presente  capítulo.

Editorial: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Sociedad Mexicana de Estudios Electorales
Fecha de edición: 2010
Páginas: 26
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