Transiciones: Encrucijada

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Profesor-Investigador de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 14 de julio de 2016

El régimen político mexicano se construyó sobre la estructura de un sistema corporativo. Se trataba de una organización piramidal que partía del Ejecutivo, seguido del partido (PRI), los sectores, las centrales y en la base los sindicatos oficiales. Los individuos se integraban al partido desde el momento mismo que ingresaban al servicio público y a veces ni enterados estaban. El corporativismo mexicano fue impulsado originalmente por el presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) y se mantuvo sin grandes sobresaltos durante décadas. Hoy se encuentra en crisis.

Si bien la mayoría de las grandes organizaciones y sindicatos se formaron durante el cardenismo, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la mayor organización gremial de América Latina, se fundó en 1943, bajo el gobierno de Manuel Ávila Camacho. El sistema corporativo no era sólo ejercicio de control autoritario sino un sistema de intercambios de bienes: políticos, económicos, sociales y legales. Los trabajadores gozaban de amplias prestaciones a cambio de apoyos políticos. Votaban por el PRI pero obtenían grandes beneficios y una estabilidad laboral y económica garantizada. Desde luego, los líderes sindicales, intermediarios entre los trabajadores, el partido y los gobiernos, se convirtieron en parte del engranaje del control de los trabajadores y se enriquecieron de manera escandalosa.

Hoy el SNTE se encuentra en una encrucijada: no es ya el poderoso sindicato y perdió su poder de negociación desde el encarcelamiento de la profesora Elba Esther Gordillo en febrero de 2013. En efecto, a partir de la defenestración de la maestra, la dirigencia encabezada por Juan Díaz de la Torre, asumió una actitud sumisa a los dictados del Secretario de Educación Pública; se apostó por una política sindical de pleno apoyo a la nueva estrategia llamada reforma educativa. Esa es la paradoja, ante el desmantelamiento del corporativismo y la idea de control laboral sin el intercambio de bienes, el SNTE perdió toda capacidad de negociación que significaba su posibilidad de sobrevivencia. Se encamina hacia el abismo con la plena conciencia de la dirigencia. Es una especie de autoinmolación.

El SNTE ya no es visto por las bases que lo conforman como una instancia de representación de sus intereses. La percepción se ha venido transformando. Ante la aprobación de la reforma educativa, que pone el acento en el ámbito administrativo y laboral, el SNTE se replegó y aceptó sin condiciones la instrumentación de los cambios. La oposición provino de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Los cálculos iniciales fueron que las reacciones se circunscribirían a tres o cuatro estados (Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán) y serían temporales. La persistencia movilizadora da cuenta que la CNTE concita apoyos más allá de algunas de las secciones disidentes. El fin de semana anterior el portal del periódico El Universal publicó un mapa de respaldo a la disidencia magisterial. Lo que se muestra es que el apoyo ha crecido a 17 entidades de la República (18 habría que decir, dadas las noticias de las últimas horas sobre movilizaciones en Chihuahua): “Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chiapas, Sonora, Hidalgo, San Luis Potosí, Michoacán, Guerrero, Nuevo León, Morelos, Veracruz, Puebla, Tabasco, Yucatán, Oaxaca, Ciudad de México” y Chihuahua.

El problema para el gobierno de Enrique Peña Nieto es que la estrategia rápida prometida por Aurelio Nuño ha fracasado. De ello da cuenta la necesidad de que interviniera el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. La confrontación y mano dura condujo a una grave polarización a la cual no se le adivinan soluciones claras. Los pasos en el camino de la negociación indican que el SNTE fue confinado a un papel de “apaga fuegos”, cuando fue imposible cumplir con las peticiones de la CNTE (derogación de la reforma educativa). Ha fracasado Aurelio Nuño y ha perdido la posibilidad de ser candidato presidencial; ha fracasado el SNTE y ha quedado sin capacidad de interlocución con sus agremiados. La CNTE sabe que mediante la presión extrema es posible ser escuchados por el Estado. La única certeza es que no se avizoran salidas claras; sólo nubarrones en el horizonte.