Transiciones. Encrucijada

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Profesor-Investigador del Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 17 de abril de 2013

Apenas iniciado el gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, las principales fuerzas políticas (PRI, PAN y PRD) anunciaban que habían firmado un documento trascendente, al que bautizaron  como “Pacto por México” y que incluye un total de 95 compromisos que deberían concretarse en reformas y dar cauces de solución a los múltiples problemas que nos aquejan. Una agenda muy amplia de transformaciones para avanzar al país que se requiere. Dicho pacto era la respuesta del nuevo gobierno a una añeja queja que levantaron algunos grupos sociales y que luego se convirtió en un lugar común: “México no avanza porque están atoradas las reformas estructurales”.

El atorón de las “reformas estructurales” ha sido el recurso más socorrido para explicar todos los problemas contemporáneos. Fue la coartada perfecta para justificar las deficiencias del sistema económico y político. Esto se puede comprobar cuando se echa un vistazo a la cantidad de reformas legales que se han hecho en la última década. Y si nos atenemos a las reformas constitucionales, queda al descubierto la simpleza del argumento. La Constitución mexicana es seguramente la más reformada de cuanta constitución existe. Pero fue una coartada muy útil para justificar nuestras inercias.

Por ello el Pacto por México se anunció como el acuerdo que ahora sí destrabaría y resolvería todos los rezagos. Un total de 95 compromisos en los diferentes ámbitos de la vida pública nacional y que fueron el resultado de un intenso cabildeo del equipo presidencial. Esa es una diferencia notable con respecto a las administraciones anteriores. Durante los doce años de gobiernos panistas, y sobre todo bajo el gobierno de Felipe Calderón, privó una fuerte incapacidad para establecer acuerdos con los dos partidos de oposición: PRI y PRD. Incluso al interior del partido gobernante, Calderón avasallaba, no negociaba. Su estilo autoritario anuló cualquier posibilidad de diálogo. Por eso en gran parte la crisis que vive el Partido Acción Nacional encuentra su explicación en las prácticas excluyentes de Felipe Calderón.

El Pacto por México fue interpretado como el producto de una fina negociación del equipo presidencial con sus opositores. En un contexto donde la desconfianza es el elemento más conspicuo de la cultura política, obvio fue que para muchos de los militantes y simpatizantes de dichos partidos, causara resquemor la aceptación de los términos y contenidos de los compromisos del pacto.

A tan corta distancia de la firma, las críticas empiezan a subir de tono. PAN y PRD se han dado cuenta que las ganancias políticas se las está llevando el presidente Peña Nieto. Sobre todo en el contexto donde se avecinan 14 elecciones locales. Lo que veremos en adelante es la crítica a la celeridad que desde el Ejecutivo se le quiere dar  a las reformas. Cada reforma aprobada será contabilizada como un triunfo del presidente y su partido y como una derrota para los partidos opositores.

PAN y PRD se encuentran en una encrucijada. Boicotear o darle largas a los cambios que conduzcan a la materialización de diferentes reformas, va contra lo que acordaron apenas iniciado el gobierno de Peña Nieto. Eso lo puede explotar muy bien el PRI. Sobre todo de aquí a julio, cuando se celebrarán elecciones en diferentes estados de la República. El costo de no seguir apoyando lo que firmaron es alto, como también hacerlo: la factura sería en votos. Considero que PAN y PRD están contra la pared.

En ese contexto adverso para las oposiciones, el descontento lo puede capitalizar el partido impulsado por Andrés Manuel López Obrador, MORENA. Se trata del único discurso disidente, crítico y con propuestas “radicales” o no alineadas con lo que postulan los tres partidos nacionales. En esa perspectiva, AMLO tiene todo que ganar y nada que perder. A partir de que MORENA se transforme en un partido y obtenga prerrogativas, su membresía sin duda crecerá. Ya veremos cómo le va a en la primera elección en el 2015. Y ya veremos cómo quedan PAN y PRD después de julio y de los procesos de crisis que padecen. Por lo pronto los saldos favorables siguen siendo para el PRI.