Se supone que así debemos exclamar en Matamoros, Tamaulipas, por el oro negro en nuestras costas. Dizque llegarán muchas inversiones a explotarlo justo cuando, por el crimen organizado, no se paraban por aquí ni las moscas. Si hace dos años no habían ya vuelos en nuestro aeropuerto, ahora son cinco al día trayendo a los ingenieros que perforarán los súper pozos. La economía repuntará y todos seremos felices para siempre, habríamos al menos de imaginárnoslo.
A decir verdad, no niego esa posibilidad, pero la creo difícil. Por lo menos no podemos dejar de pensar que junto a los beneficios se darán no pocos costos.
No sólo Pemex, sino en general las empresas petroleras tienen fama de corruptas y cochinas. De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción de Países Exportadores elaborado por Transparencia Internacional (2008), la industria petrolera/gas y la minera se encuentran en el tercer y quinto puesto respectivamente en cuanto a la probabilidad de que sus funcionarios acepten o exijan sobornos.
En cuanto a suciedad, no son exclusivos de Pemex los derrames petroleros como el Ixtoc, de tiempos de López Portillo (1979). La Chevron hizo un cochinero en 2011, frente a Río de Janeiro; la British Petroleum otro frente a las costas de Louisiana en 2010; la compañía Exxon, en 1989 en las entonces costas prístinas de Alaska.
Esta corrupción y esta terrible incapacidad de trabajar limpiamente son de preocupar en la región de Matamoros. Sucede que toda la zona es una Reserva de la Biósfera así reconocida por las Naciones Unidas en 2006. Comprende una playa de 200 kilómetros que puede, con la adecuada inversión, convertirse en ejemplo de turismo ecológico en el mundo. Comprende ciertamente casi 600 mil hectáreas que abarcan el Delta del Río Bravo y la Laguna Madre, la más grande de toda América.
La Laguna Madre es en sí el lugar donde anidan la mayoría de las especies de peces y crustáceos del Golfo de México, y el mayor número de especies de aves en toda América del Norte. Si la Laguna Madre se ensucia, adiós a la pesca en el Golfo de México y adiós inclusive a las aves migratorias de Canadá, que aquí procrean.
Sucede además que el centro de operaciones de Pemex es ahora el Puerto del Mezquital, justo dentro de la Laguna Madre. Imagínese usted que Pemex hiciese eso en la Reserva de la Mariposa Monarca, en Michoacán, o en la Bahía de Vizcaíno, donde se aparean las ballenas, en Baja California Sur. Sería ciertamente un escándalo a nivel mundial. ¿Por qué no lo es en el caso de la Laguna Madre? Cuantimás que una muestra de cuán sucio trabaja Pemex es la Laguna de Términos, antes un paraíso, en Tabasco, aun cuando ésta cuente con la ventaja de grandes ríos que la limpian, no así la Laguna Madre, con un ecosistema fragilísimo.
Trabaje Pemex limpiamente y con honestidad y será bienvenida. Pero lo dudo. Basta mirar cómo se multiplican en la calle los expendios de gasolina robada.
Basta mirar cómo Pemex se niega a indemnizar a los deudos de las explosiones en Reynosa. Basta ver el desempleo que sigue al agotamiento de los pozos.