Es lamentable lo que ocurre y ha ocurrido en Nigeria con las mujeres y niñas (“Bring back our girls”). Siglos de colonialismo, esclavismo y aún en la Nigeria moderna (junto con México forma parte del N-11) las mujeres continúan estando en el nivel inferior de la sociedad. Sin duda el origen de las desigualdades, incluso las existentes entre hombres y mujeres, está en la pobreza, en el acceso desigual a la educación, al trabajo, a la justicia. No se trata sólo de sociedades machistas o patriarcales, sino de condiciones de desventaja material y cultural de las mujeres y las niñas.
José Saramago dijo alguna vez, en relación a las mujeres víctimas de violencia, que “la noticia es cuando las matan, pero no es noticia el maltrato continuo, todos los días a todas horas”, y creo que eso es lo que está ocurriendo con el caso de las niñas nigerianas secuestradas por el grupo extremista Boko-Haram; pero también con los más de 30 mil delitos sexuales cometidos en México contra mujeres, niñas y niños. Ambos casos no son hechos aislados, el secuestro y la explotación sexual en países africanos se ha dado desde tiempos remotos; la violencia sexual en México tampoco es cosa de ayer.
Sin restar importancia a lo ocurrido en el país africano, lo cierto es que no hay que ver muy lejos para notar atrocidades como esa. Cifras oficiales del 2010 dicen de 34,605 delitos sexuales registrados en nuestro país. En 2012 Amnistía Internacional habló 31,509, de esos 44.5% fueron violaciones sexuales. Los datos -con tendencia creciente- no son poca cosa, y menos los hechos donde mujeres, niñas y niños son las víctimas de hostigamiento, estupro, abuso sexual, violación sexual, explotación sexual y trata en situaciones extremas.
Para agravar la situación y hacer más profunda la desigualdad de género, el acceso a la justicia para mujeres y niñas en México es igualmente indignante y debe preocuparnos a todos. En México sólo se sentencia a una persona por cada 10 delitos sexuales cometidos, lo que significa que la justicia mexicana sólo procesó en 2012 alrededor de tres mil personas por ello.
Como si la situación en Tamaulipas fuera poca cosa, en la entidad 90.8% (2010) de los delitos sexuales quedan impunes (datos de las Estadísticas Judiciales en Materia Penal en México), y mientras la inseguridad y violencia criminal apabullan a la población tamaulipeca y al gobierno federal -con todo y su nueva estrategia de seguridad- a diario siguen ocurriendo delitos sexuales que pasan desapercibidos frente a la sociedad, frente a la autoridad judicial y frente al gobierno mexicano.
No se puede esperar una campaña mundial como “Our women and children safe” para actuar. Necesitamos exhortar alas instancias públicas, al gobierno mexicano a comprometerse realmente con la protección de las mujeres, niñas y niños víctimas de la violencia sexual.