Violencia y sufrimiento animal: construyendo sociedades pacíficas

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Opinión de Enrique F. Pasillas Pineda de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 19 de junio de 2025

Con el buen tiempo en el hemisferio norte, llegó de nuevo la temporada de corridas de toros. Este año le acompaña un reavivado y sano debate para la vida pública acerca de la abolición de las corridas de toros sangrientas, es decir, las que implican la tortura y muerte de al menos seis toros por corrida. Este asunto es visto por numerosos sectores sociales como un paso definitivo hacia la protección de los derechos de los animales y la evolución cultural. Si bien es cierto que las corridas de toros han sido una tradición arraigada en la cultura mexicana durante siglos, existe un vivo debate en los últimos años sobre su pertinencia y continuidad, impulsado por una creciente conciencia sobre el bienestar animal, los llamados derechos de naturaleza (y de los animales) y los valores éticos en la sociedad. Así, la prohibición de las corridas de toros sangrientas en México no solo representa un avance en la protección de los derechos de los animales, sino también un reflejo de la evolución cultural, moral y legal del país. A continuación, un breve argumento que analiza las razones por las cuales este país (y otros) deberían abolir y prohibir definitivamente las corridas de toros sangrientas, considerando aspectos éticos, sociales, culturales y legales.

Ética y derechos animales no humanos. Uno de los principales argumentos en contra de la celebración de corridas de toros es la crueldad innecesaria e inherente a su práctica. Durante una corrida, el toro es sometido a un sufrimiento extremo, siendo herido con picotas y banderillas, hasta llegar a una situación en la que usualmente termina siendo sacrificado. Desde una perspectiva ética, infligir dolor y sufrimiento innecesario a un animal para el entretenimiento humano es inaceptable, especialmente en una sociedad que valora cada vez más los derechos y la protección de los seres sintientes. Aunque muchos no lo sepan y otros pretendan ignorarlo, la Liga Internacional de los Derechos de los Animales y las ligas nacionales afiliadas, proclamaron la Declaración Universal de los Derechos de los Animales el 15 de octubre de 1978 que fue adoptada por la UNESCO. Esta establece que todos los animales tienen derechos que deben ser respetados, donde es claro que la tortura o maltrato de animales en “espectáculos” como las corridas de toros, viola estos principios fundamentales. México es Estado parte de Naciones Unidas.

Evolución social y cultural. A lo largo de la historia, las corridas de toros han sido consideradas una expresión cultural y artística en México, con raíces en antiguas tradiciones mediterráneas. Sin embargo, la cultura no es estática; evoluciona y refleja valores sociales. Por ejemplo en Portugal, el toro no es matado en la plaza después de lidiarlo desde fines del siglo XIX, y la prohibición legal data de hace casi 100 años, pues se ordenó en 1928. Entonces, bien se puede decir que la lidia con muerte del toro no es la regla, sino una variante. Así, diferentes encuestas de opinión han revelado que una mayoría social (hasta un 70% según El País, 30-03-2025) considera que el sufrimiento animal no debe ser aceptado como parte de nuestro patrimonio cultural. Es claro entonces que la globalización y el acceso a información diversa sobre bienestar animal han contribuido a un cambio en la percepción social, promoviendo la empatía y la protección de los animales en vez de su uso o instrumentalización para un entretenimiento que termina con su vida de modo sanguinario.

Percepción internacional. México es un país reconocido por su riqueza cultural, tradiciones y biodiversidad. Sin embargo, la celebración de corridas de toros le ha generado críticas a nivel internacional, afectando la imagen del país en ámbitos turísticos, culturales y éticos. La creciente tendencia mundial en la prohibición de las corridas de toros con un final sanguinario, primero en Portugal o más recientemente en España de modo aún parcial pero importante en Euskadi y Catalunya, reflejan cambios en la valoración social respecto a esta práctica. Prohibir las corridas que terminan con la muerte del toro a nivel federal, enviaría un mensaje positivo sobre el compromiso del país con la protección de los derechos de los animales y su adaptación a los mejores ideales de la ética pública.

Alternativas culturales y económicas. Algunos argumentos en defensa de las corridas de toros señalan su valor cultural y su impacto económico en ciertas regiones. Sin embargo, existen múltiples alternativas que pueden preservar las tradiciones culturales sin recurrir a la violencia y el sufrimiento animal. Festivales culturales, ferias, y actividades artísticas pueden revitalizar las tradiciones mexicanas sin promover la crueldad. Además, el turismo cultural y ambiental, enfocado en la preservación de tradiciones sin maltrato animal, puede convertirse en una fuente de ingresos sostenibles y éticamente responsables para los ganaderos y el sector rural.

Tendencia legal internacional. Aunque en algunas regiones o entidades federativas de México y de otras latitudes las corridas de toros están “protegidas” por leyes que las consideran parte de su patrimonio cultural, el avance democrático en otras entidades ha traído sin duda la implantación prohibiciones o restricciones expresas para hacer eco a la opinión mayoritaria. Así, las corridas de toros han sido prohibidas hasta ahora en cinco entidades: Sonora, Guerrero, Coahuila, Quintana Roo y Sinaloa. En la Ciudad de México se prohíbe la violencia en las corridas, permitiendo una «tauromaquia sin violencia» donde se limita o prohíbe el uso de instrumentos de sufrimiento para el toro. Además, La Corte (SCJN) ya ha señalado que las corridas de toros no son una actividad esencial y que su protección como patrimonio cultural no justifica la violencia hacia los animales. No solo eso. En el contexto internacional, la tendencia es clara hacia la prohibición o restricción de estas actividades, lo que refleja un cambio en los valores sociales. Así que las leyes en México pueden adaptarse a estos cambios, promoviendo leyes que protejan los derechos de los animales no humanos.

Educación: asignatura pendiente. La abolición de las corridas de toros con la muerte del toro y otros espectáculos violentos con animales, requiere un esfuerzo educativo nacional para cambiar paradigmas, percepciones y valores. La educación en valores para la vida es fundamental para promover una sociedad menos violenta, más inclusiva, justa y compasiva. Existen ya diversos estudios correlacionan la violencia contra de los animales con diversas enfermedades de la conducta humana. Por eso las instituciones educativas (las públicas, sobre todo), organizaciones civiles y liderazgos sociales y comunitarios, tienen el deber de asumir este cambio social que ya parece irreversible. La formación de una ciudadanía consciente facilitará la general aceptación social de la prohibición de las corridas de toros sangrientas y fomentará un cambio cultural que priorice la ética y los derechos de todos los seres vivos.

Movimiento internacional por una ética animal. El movimiento internacional en favor del bienestar animal ha tenido un impacto significativo en la percepción sobre la eliminación de las corridas de toros sangrientas. Organizaciones como Humane Society International, PETA y muchas otras trabajan activamente para promover leyes que prohíban estas prácticas en diferentes países. La presión internacional y la difusión de información sobre la crueldad de las corridas han generado un cambio en las legislaciones y en la opinión pública.

Beneficio social de la abolición. En el mediano y largo plazo, prohibir las corridas sangrientas puede generar múltiples beneficios sociales y éticos, porque la adopción social de posturas que rechacen las violencias hacia los animales no humanos contribuye a fortalecer valores urgentes como valores el respeto a la vida y la justicia en una sociedad gravemente acosada por la violencia más atroz. La abolición puede abrir las puertas a nuevas formas de celebración cultural que sean inclusivas, respetuosas y que reflejen los valores modernos de una sociedad en constante evolución.

En conclusión, abolir las corridas sangrientas significaría dar un paso hacia la construcción colectiva de una cultura de paz, pero también de sociedades más éticas y cohesionadas y así más justas. Esto puede ser el principio de un firme avance civilizatorio bajo los principios éticos de máximo respeto a la vida animal no humana.

Enrique F. Pasillas Pineda
El Colegio de la Frontera Norte, Estancia Postdoctoral


Las opiniones expresadas son responsabilidad de quien las emite y no reflejan necesariamente una postura institucional de El Colegio de la Frontera Norte.

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