Transiciones: Así no

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Profesor-Investigador de El Colef de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 2 de marzo de 2016

Así no
Víctor Alejandro Espinoza

El debate sobre las candidaturas independientes VS las candidaturas “tradicionales” o partidistas al parecer se han centrado en los aspectos formales que encierra cada una de las opciones. Hay cuestiones sustantivas que no se abordan a la hora de posicionarse política e ideológicamente frente a las dos opciones que se esgrimen como la vía para postular candidatos a cargos de elección popular.

Para quienes reivindican la postulación a través de candidaturas independientes el sistema de partidos está agotado y por ende no hay mejor opción. Hay un descrédito generalizado de los partidos políticos y candidatos tradicionales. Ante ello, los partidarios de los independientes mantienen al menos dos posturas: o “darles gas” y “jubilarlos” o la cooexistencia entre nuevas y viejas formas de representación. Desde luego la primera de estas posiciones es radical y no admite la coexistencia de un sistema de representación política con “outsiders” o críticos acérrimos del sistema actual. Aunque también hay posiciones más moderadas que consideran que deben coexistir las formas de representación tradicionales con las nuevas.

En el ámbito de quienes reivindican a los partidos políticos como la vía más eficaz para la postulación no encuentro posiciones que llamen a desechar las candidaturas independientes. Cierto, hubo desde algunos gobiernos estatales (Puebla, Veracruz, Chihuahua, entre otros) intentos por frenarlas a través de incorporar a sus leyes estatales restricciones (conocidas como “Leyes Antibronco”), pero los partidos políticos como tales incluso salieron en defensa de las candidaturas independientes (señaladamente PRI, PAN, PRD y PES).

Sin duda el intelectual que mejor articula un discurso en pro de los independientes es Jorge G. Castañeda. En estos días se encuentra de gira presentando su pequeño libro titulado “Sólo así: por una agenda ciudadana independiente” (Ed. Debate). Aparte del diagnóstico de los primeros tres años del gobierno de Enrique Peña Nieto, incluye lo que pretenden ser los trazos principales de una “agenda ciudadana”, en la que se apoyaría su propuesta de candidatura única: impunidad y derechos humanos, impunidad y corrupción, la partidocracia y sus dineros, la segunda vuelta electoral, en defensa del consumidor y una cuarta generación de derechos humanos. Todos ellos aspectos cruciales en un proyecto de cambio necesario para nuestro país….pero no suficientes.

Castañeda aboga por una sola candidatura independiente que evite la fragmentación del voto. Pero la quiere lograr a través de una vía utópica: que el resto de pretendientes declinen en pos del mejor posicionado a través de una especie de comité de notables (me imagino) que procesaría los proyectos y se convertiría en el comité de campaña primero y en equipo de gobierno, después. Una ruta prácticamente imposible de cumplir, donde el decantamiento sería natural, según el decir de Castañeda.

A la fecha no hay en la visión de los independientes y los prospectos, lo mismo que en Castañeda, una propuesta global del cambio que se desea impulsar. ¿Hacia dónde se quiere llevar la gestión en caso de triunfar? Desde luego que las posibilidades de una transformación mayor, están en función del puesto en juego: país presidencialista al fin y al cabo, el cargo más importante en disputa es el de presidente de la República, seguido de gobernador, alcaldes y diputados. De poderse impulsar, la “agenda ciudadana” no conduce a un nuevo régimen político. Ni siquiera existe una referencia en esa dirección en el libro de Castañeda. No hay ningún interés en debatir el cambio fundamental del sistema político; no es prioritario. Y sin embargo permitiría una verdadera reforma del Estado, condición indispensable para dar paso a las grandes transformaciones que urgen en el país. Significa el cambio en la naturaleza autoritaria de nuestro régimen.

Ello requiere de un pacto amplio de todas las fuerzas políticas, incluyendo partidos políticos y otros liderazgos. No parece ser que una propuesta excluyente como la que postula al “diablo con los partidos”, sea el camino para lograr un México distinto. En todo caso, un sistema político democrático no puede ser construido al margen de un sistema de representación de partidos. Se deben transformar, eso sí, pero a nadie en su sano juicio le debe pasar por la cabeza que los candidatos independientes sean la única vía para la segunda transición que ya exigimos.

Investigador de El Colegio de la Frontera Norte. Correo electrónico: victorae@colef.mx. Twitter: @victorespinoza_