La alianza “Unidos por Baja California”, que integran el PAN, PRD, PANAL y Partido Estatal de Baja California, vivió un momento decisivo el pasado domingo 10 de marzo. Por una amplia mayoría, los militantes y adherentes panistas eligieron a su virtual candidato a la gubernatura de la entidad.
La precampaña panista se caracterizó por la fuerte disputa entre dos precandidatos que liderearon dos bloques conformados a partir de las adhesiones derivadas de afinidades y luego de que los otros cinco precandidatos anunciaran su declinación. Lo más significativo de la precampaña azul fue la realización de cinco debates en cada uno de los municipios de la entidad. Esto permitió conocer las habilidades y debilidades de los dos aspirantes. Pero también, de prácticas que los panistas criticaron por décadas: acarreo, porras, matracas, repartición de refrescos y tortas, etc.
El corto proceso de selección interna mostró que la guerra sucia es un recurso consustancial a las divisiones internas. El PAN llega dividido a este proceso sucesorio, negarlo es como querer tapar el sol con un dedo. Héctor Osuna Jaime, el precandidato perdedor, fue muy claro al denunciar que no había suelo parejo; además, para la opinión pública el candidato oficial era Francisco Kiko Vega. En vano Osuna Jaime trató de demostrar a través de los debates que él tenía propuestas y representaba algo más que una oferta de continuidad. Pero los panistas votaron por el carisma de Kiko Vega, pese a las limitaciones mostradas sobre todo durante el segundo debate realizado en Tijuana. Algún periodista sintetizó el resultado azul: “triunfó la simpatía, perdió la inteligencia”.
Así las cosas seguirá el registro de candidatos que iniciarán sus campañas a partir del 22 de abril. La coalición “Compromiso por Baja California”, integrada por el PRI, PVEM, PT y Partido Encuentro Social, sólo presentó a un precandidato: el licenciado Fernando Castro Trenti. Una de las ventajas que se señalan tienen tanto las alianzas como los partidos políticos que postulan a más de un precandidato es justamente la posibilidad de aprovechar la propaganda que se supone dirigen a sus militantes, para hacerla extensiva a toda la sociedad y con ello tomar ventaja a sus adversarios. Durante quince días pudimos ver espectaculares, desplegados y anuncios en radio y televisión de los dos precandidatos del PAN a la gubernatura. En teoría ello supondría, insisto, ventaja sobre Fernando Castro Trenti. Sin embargo, las mediciones que se empiezan a dar a conocer dan cuenta de una ventaja considerable de éste sobre los aspirantes panistas. ¿Qué pudo haber sucedido?
Creo que se generalizó la percepción de que hay una verdadera división al interior del blanquiazul. Insisto, Osuna Jaime denunció que no hubo condiciones de equidad para enfrentar la contienda interna: “los dados están cargados”. Si bien se aceptó su propuesta de llevar a cabo 5 debates en tan sólo 15 días que duraron las precampañas, uno por municipio, la queja fue que se generalizó el acarreo y los métodos más tradicionales que el panismo rechazó por décadas.
Por si fuera poco circuló profusamente un video donde se mofan de uno de los precandidatos. Las redes sociales lo convirtieron en uno de los eventos más vistos y festinados. Para tratar de hacer un control de daños, los simpatizantes del actor principal del video dijeron que era obra de su adversario. Hubo pues una verdadera división al interior del PAN que no presagia nada bueno durante el desarrollo de las campañas.
A esas condiciones habría que sumar los efectos de la crisis al interior de uno de los partidos coaligados: Nueva Alianza, a raíz de la detención de su fundadora, Elba Esther Gordillo. Así como las consecuencias de las graves declaraciones del senador Ernesto Ruffo Appel, a un medio nacional, involucrando al precandidato de la alianza “Compromiso por Baja California”, Fernando Castro Trenti, en actividades ilícitas. El costo para el blanquiazul será alto, sobre todo si sale a relucir información -cierta o falsa- sobre funcionarios y ex funcionarios panistas. Fue una imprudencia que le puede salir muy cara a la alianza encabezada por el PAN. Ya veremos cómo llevan a cabo el control de daños; sobre todo porque enfrente tienen a un PRI decidido a recuperar la gubernatura. Y claro, pese a lo que digan, con el aval de la Presidencia de la República.
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