En el marco del encuentro del Presidente electo Andrés Manuel López Obrador con Mark Pompeo, Secretario de Estado, Kirstjen Nielsen, Secretaria de Seguridad Nacional y Steven Mnuchin, Secretario del Tesoro de Estados Unidos y la carta enviada por el Presidente Trump al Presidente electo López Obrador, cabe preguntar si es posible una nueva relación con el país vecino o desde la perspectiva del nuevo gobierno mexicano: promover nuevas bases de entendimiento con la administración de Estados Unidos.
El ascenso de un nuevo gobierno federal en México representa una oportunidad y retos para gestionar una relación compleja con los Estados Unidos con problemas, tensiones y conflictos fronterizos, transfronterizos y binacionales. Tal contexto se puede agravar si México carece del debido conocimiento para negociar, renegociar o plantear estrategias eficaces en materia de seguridad, migración, integración comercial y financiera, cooperación ambiental, y en general, en los procesos de desarrollo o crecimiento fronterizo. Entre los retos de la relación con Estados Unidos que implican la posibilidad de fortalecer o crear un nuevo entendimiento, sobresalen los siguientes temas y cuestiones:
- La frontera México-EEUU es un espacio en donde se han generado procesos de competitividad y bienestar en el marco de la Frontera del Siglo XXI, la cual ha propiciado un mayor entendimiento y mecanismos eficaces de coordinación interinstitucional, por ejemplo, en materia de cruces fronterizos;
- Tal modelo de gestión de frontera se ha fortalecido con un equilibrio entre las prioridades de seguridad (disminución de la vulnerabilidad terrorista) y la agilización de los cruces fronterizos entre ambos países; esto responde a las prioridades de México y Estados Unidos.
- Ha existido una eficaz cooperación binacional en materia de terrorismo que ha reducido la vulnerabilidad de tales riesgos, según las prioridades de seguridad nacional de Estados Unidos y de manera marginal a las prioridades mexicanas.
- En materia de narcotráfico, la complejidad del tráfico de drogas según los aumentos en la demanda en Estados Unidos y la oferta mexicana, permitiría vislumbrar una mayor colaboración binacional, considerando los impactos de la violencia, inseguridad y criminalidad en la frontera norte mexicana. Esto conlleva a una revisión integral de la Iniciativa Mérida, para promover una mayor eficacia y efectividad binacional antidrogas. El problema es si ambos países pueden definir acuerdos comunes para reducir el tráfico de armas y lavado de dinero, que impulsan las actividades de los grupos delictivos, generando diversos beneficios económicos. Y por igual si la administración del gobierno de Trump apoya las propuestas del nuevo gobierno federal mexicano de legalización de marihuana y de derivados de la amapola para fines médicos.
- En materia de deportaciones de migrantes irregulares, el reto es si Estados Unidos las reducirá, y de manera particular, si disminuirán las acciones de desintegración familiar que afectan a grupos vulnerables tanto mexicanos como centroamericanos. Aquí sería ideal que el nuevo gobierno mexicano propusiera un enfoque más humanitario, asociado a una frontera segura y ordenada. En donde el desafío institucional es conciliar las prioridades de seguridad fronteriza y el respeto a los derechos humanos, tanto en la frontera con Estados Unidos como en la frontera sur. En este caso la misiva del Presidente Trump destaca el interés en seguir apoyando la seguridad fronteriza, para lo cual «también debemos incrementar la cooperación para proteger el estado de derecho y la soberanía de ambos nuestros países, así como los migrantes vulnerables que son victimizados por las organizaciones criminales violentas«.
- Una propuesta mexicana para el nuevo entendimiento con Estados Unidos es dejar de lado la construcción de un Muro y seguir fortaleciendo una Frontera del Futuro: competitividad, seguridad y bienestar para las comunidades fronterizas y transfronterizas. En ese marco, en su misiva Trump dijo estar dispuesto a «atender el tema del desarrollo económico«, como una opción para disminuir la migración irregular desde Centroamérica y México hacia Estados Unidos. El reto es la viabilidad de construir políticas de desarrollo con base en los recursos de las remesas o a través de un financiamiento para el desarrollo promovido por Estados Unidos, en un contexto de restricciones y disputas presupuestarias en el Congreso estadounidense.
- Se espera un mayor avance en la renegociación del TLCAN, bajo un enfoque bilateral y con una mayor orientación a seguir promoviendo competitividad y productividad que impacten en el crecimiento y desarrollo, pero también en la reducción de las desigualdades sociales en el lado mexicano. En ese contexto, el Presidente Trump apuntó en su carta al Presidente electo López Obrador que ambos países se han beneficiado de una América del Norte económicamente próspera y consideró que después de un año de las reformas económicas, “la economía de Estados Unidos nunca ha sido tan fuerte y esta renovación económica ha beneficiado tanto a los ciudadanos de Estados Unidos como a los de México. Pero podemos hacerlo aún mejor. “Considero que una renegociación exitosa del Tratado de Libre Comercio de América del Norte nos guiará a más empleos y mejor pagados para los trabajadores mexicanos y estadunidenses que tan duro laboran”. La interrogante es si será viable implementar una agenda social y laboral que beneficie a México a través de una renovación del TLCAN y con una eficaz política socioeconómica y laboral del nuevo gobierno federal en beneficio de la población mexicana.
- El nuevo gobierno mexicano debería de considerar la implementación de políticas de desarrollo local bajo procesos de gobernanza asociada e interinstitucionales en las comunidades expulsoras de migrantes, con base en la aportación de las remesas y planes estratégicos viables para el desarrollo local y comunitario. Este tipo de proyectos requieren una eficaz coordinación interinstitucional con una agenda para el desarrollo, en donde el papel de los nuevos Coordinadores Estatales en la nueva administración federal será fundamental, si y solo si, si existe coincidencia en el diseño y las políticas para el desarrollo.
- La frontera sur es una región geopolítica tanto para México, Estados Unidos y Centroamérica, el desafío será si será posible la implementación de políticas que promuevan el desarrollo local y comunitario, reduciendo la violencia e inseguridad y con ello, una disminución de los flujos migratorios. La experiencia de las reuniones binacionales entre Estados Unidos y Centroamérica de los últimos diez años nos indican la dificultad de implementar agendas para la competitividad y el bienestar y con controles anticorrupción con los países centroamericanos. En el caso mexicano, el reto en la frontera sur será la viabilidad de diseñar una política de desarrollo económico en donde se concilien las prioridades de competitividad, seguridad, migración y bienestar. Dicha gobernanza transversal ha estado ausente en los diversos programas federales y estatales hacia la frontera sur en los últimos diez años.
- En materia de combate a la corrupción que es una de las prioridades del Presidente electo López Obrador, el desafío es la viabilidad de implementar un eficaz diseño institucional sustentado en un Estado de derecho, que sea transversal desde la continuidad en el servicio civil de carrera, Fiscalías independientes, controles anticorrupción, equilibrio eficaz de los poderes, que en su conjunto reducen los incentivos a la corrupción de los actores gubernamentales. En ese contexto, el presidente de Estados Unidos concluyó su carta animando a López Obrador en sus proyectos contra la corrupción y ofreciendo a su Gobierno para apoyar en «esos importantes esfuerzos». «Una relación fuerte conllevará a un México mucho más fuerte y próspero”.
- Los estados fronterizos del sur de Estados Unidos se han beneficiado de estos procesos de integración comercial, social, cultural, turística, financiera y económica, que hace muy difícil cambiar tales dinámicas. Estos procesos son parte del entendimiento sociocultural y económico que legitima las prioridades sociales y económicas de las comunidades fronterizas y transfronterizas.
- Estos posibles efectos o escenarios, pueden ser viables, si existe un eficaz diseño institucional de la política exterior mexicana, con fortalecimiento de sus capacidades conceptuales, técnicas y estratégicas en materia de coordinación, cooperación, implementación, planeación y evaluación interinstitucional para la definición de una agenda con los Estados Unidos, fundamentado en la competitividad, seguridad y bienestar nacional. En tal sentido, una de las cuestiones es si la Secretaría de Relaciones Exteriores tendrá la capacidad institucional de integrar una eficaz agenda en materia de los temas estratégicos: seguridad, comercio, migración y desarrollo, generando o coordinando planes estratégicos bajo un modelo de gobernanza multinivel y con una gestión para resultados.
San Antonio del Mar, BC, Julio de 2018.