Transiciones ¿Y por qué no?

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Opinión de Victor Alejandro Espinoza Valle Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 3 de noviembre de 2016

Siempre se ha dicho que los mexicanos copiamos políticas o proyectos y los importamos a destiempo. Somos más creativos para copiar que para desarrollar iniciativas que ataquen los problemas de nuestras comunidades. Pero además, lo hacemos mal. Me explico

En los años ochenta cuando el neoliberalismo económico se impuso como modelo de desarrollo e ideología frente al derrumbe de los mal llamados países comunistas, se hablaba de desmantelar el Estado, para dejar a las fuerzas del mercado sin regulación y así generar prosperidad. Todo era un discurso. Nos lo reveló el estudio de las políticas sociales de los países que abanderaban el modelo liberal: Estados Unidos y Gran Bretaña

Ni Margaret Thatcher ni Ronald Reagan desmantelaron los aparatos estatales ni prescindieron de la intervención gubernamental. Ludolfo Paramio acuñó la frase “Saltar sin red’. Los Estados no pueden desproteger a la población de tal manera que gobiernen “sin red” protectora. En nuestros países copiamos la idea de desmantelar al Estado pensando de manera inocente (o con supina ignorancia) que las fuerzas del mercado suplirían los beneficios de las políticas sociales. Y así nos ha ido. Países sin crecimiento y menos desarrollo, polarizados socialmente, eso sí con una ideología del emprendedurismo o changarrización económica que no puede suplir a la ausencia de Estado.

Hoy en Estados Unidos, en pleno fragor electoral, el tema del Obama Care (Ley de Protección al Paciente y Cuidado Asequible), ha sido el centro de controversias. Donald Trump quiere derogarlo, mientras que Hillary Clinton se pronuncia por mejorarlo. Desde mi punto de vista es una de las contribuciones más importantes de la administración de Barack Obama. De manera simple: es obligatorio que todos los residentes y ciudadanos estadounidenses cuenten con un seguro médico, pagado según el nivel de ingresos familiar. A menor ingresos, menor el pago, hasta llegar a la gratuidad; pero todos pueden acceder a los mismos servicios de salud. Además, desaparecieron las enfermedades preexistentes. Cualquier enfermedad es cubierta y atendida.

¿Por qué no copiamos el Obama Care? En lugar de ello al parecer la decisión durante los últimos años ha sido desmantelar a las principales instituciones de salud gubernamental. Estas navegan en medio de carencias y más parecen organizaciones de caridad. ISSSTE, IMSS, Hospitales Generales, servicios de salud estatales y municipales; todos careciendo de todo, viviendo las penurias derivadas de los recortes presupuestales. ¿Y qué decir del seguro popular? Un proyecto del gobierno calderonista que le agregó carga a las instituciones públicas y que terminó de hundirlas en la peor crisis.

Ignoro si alguien ha padecido últimamente los servicios médicos institucionales (en mi caso el ISSSTE). Al principio uno creería que el mal servicio es responsabilidad de médicos, enfermeras o personal administrativo. Al pasar de los días y cuando se comprende el trabajo cotidiano derivado de una hospitalización, la respuesta proviene de una cultura del servicio basada en las carencias. Si un enfermo tiene la dicha de contar con familiares suficientes que lo atiendan 24 horas y que suplan la ausencia de enfermeras, sobrellevará mejor su enfermedad. Por el contrario, sin familia y sin poder pagar un servicio particular, la enfermedad puede agravarse por falta de atención. Eso sin mencionar las terribles condiciones higiénicas que se viven por falta, a veces, de agua.

Eso sí, la burocracia sin criterio obliga a que se tenga que negociar con Trabajo Social para que le permitan a uno permanecer y atender al enfermo. Ausencia de criterio, sin duda producto de una cultura del trabajo que menosprecia al derechohabiente. Todo ello provocado por la idea de que los servicios públicos son un mal negocio. Lo dicho malas copias de políticas liberales.

Victor Alejandro Espinoza Valle
Investigador de El colegio de la Frontera Norte