Transiciones: Voto fragmentado

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Profesor-investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 4 de noviembre de 2015

El próximo 5 de junio habrá elecciones en 13 entidades del país; en 12 de ellas estarán en juego las gubernaturas y solamente en Baja California tendremos elecciones intermedias, es decir, elección de alcaldes y diputados. El número de cargos en disputa será de 948: a las 12 gubernaturas se suman 388 diputaciones y 548 alcaldías.
El número de partidos ha crecido en los últimos años, a los partidos nacionales se han venido a sumar una buena cantidad de partidos locales. Es el caso de Baja California donde estarán participando 13 partidos políticos: 10 nacionales y 3 locales, dos de ellos de nueva creación. Las organizaciones nacionales que estarán participando, son: PRI, PAN, PRD, PVEM, MORENA, NA, MC, PES, PH y PT. A ellos se suman el Partido Estatal de Baja California y los nuevos: Partido Municipalista de Baja California y Partido Peninsular de las Californias.
Eran “muchos y parió la abuela”; con los nuevo partidos la oferta sube a más de una docena; pero a ellos habrá que sumar a los candidatos independientes, que en los hechos vendrán a participar como mini partidos. Tendremos una cantidad de candidatos como nunca antes en una elección local intermedia. En el caso hipotético de que se constituyeran dos alianzas: la del PRI con el PVEM y la del PAN con el PRD, estaríamos hablando de 11 candidatos de partido por cada cargo disputado. Para diputados tendríamos 187 y 55 para las alcaldías, a ellos se agregarían los candidatos independientes: casi 250 candidatos en la disputa de 17 diputaciones de mayoría relativa y 5 alcaldías. Una elección compleja para la ciudadanía.
Si en la elección federal de 2015 hubo 72 candidatos buscando 8 diputaciones federales; ahora el número se triplica. Eso aumenta las dificultades para que los ciudadanos identifiquen a candidatos; al menos a los de su distrito y en menor medida, a su alcaldía. Por eso es muy probable que decidan su voto por las siglas de un partido y no por el nombre de algún candidato. La personalización del voto se incrementa en la disputa por la gubernatura o de alguna alcaldía, en menor medida en la elección de diputados.
En Baja California la participación en las urnas ha sido escasa desde 1998; elección tras elección el fenómeno se ha venido acentuando: en la anterior intermedia (2010) el abstencionismo alcanzó el 68.1 por ciento y en 2013, a pesar de ser comicios donde se disputaba la gubernatura, se registró una ausentismo del 60.85 por ciento. Gran parte de la población ha decidido no acudir al “llamado de las urnas”, en gran parte debido al descrédito de los partidos políticos y a la idea generalizada de que la política es el ámbito de la transa y la corrupción, es una “mala palabra”. En ese contexto creció la idea de que era el momento para los “candidatos independientes”.
Y desde luego el fenómeno de “El Bronco” se convirtió en la inspiración de los “ciudadanos redentores”, que con pura buena vibra son capaces de resolver cualquier problema por intrincado que parezca. Sin embargo, al parecer es más sencillo idear fórmulas mágicas que alcanzar el registro como candidatos sin partido. Las reglas no son tan sencillas como las pócimas. Casi 32 mil firmas tienen que recabar para alcanzar el registro como candidatos a la alcaldía (de Tijuana) y 6 mil para candidatos a diputados, en plazos limitados: 42 y 29 días, respectivamente. El pasado martes a las 3 de la tarde venció el plazo para que quienes aspiraban a ser apoyados por la asociación civil, Tijuana Independiente, se inscribieran; mediante un proceso riguroso, se examinaría a quienes decidieran adoptar las reglas establecidas por la organización; así escogerían al “líder ciudadano”; el resto se comprometía a no participar y apoyar al “idóneo”. Solo uno de los seis personajes que habían levantado la mano acudió a registrarse para iniciar el proceso: Gastón Luken Garza. La apuesta era demasiado riesgosa: no ser seleccionados los descartaba para buscar otras vías de registro; pero además los descalificaría por haber sido “reprobados”. El mensaje de quienes rehusaron participar fue: no vamos por Tijuana Independiente pero a lo mejor sí buscamos la candidatura de manera independiente o a través de alguno de los 13 partidos. Ha sido una derrota para una iniciativa bien intencionada pero mal planteada desde un inicio. Se condicionó el apoyo, exactamente como lo hace un partido político. Los resultados deberán servir de experiencia para futuros procesos electorales.
Pronto sabremos quienes serán los candidatos con y sin partido; la única certeza es que serán muchos y que el escaso voto se fragmentará. En ese escenario un puñado de sufragios “duros” puede ser la diferencia para acceder a algún cargo.