Para comprender el sufragio extraterritorial e impulsar medidas y políticas tendientes a incrementar la participación política de los paisanos en el extranjero es necesario tomar en cuenta diversas variables. El tema de la instrumentación del voto en el extranjero es sumamente complejo e incluye dimensiones de tipo institucional, organizativas, políticas de vinculación, difusión y las que pueden ser determinantes, las asociadas al contexto politico en el que se desarrollan los procesos electorales.
Como sabemos la diáspora mexicana no tiene parangón en el mundo occidental. La mayoría de los connacionales que residen fuera se encuentran en Estados Unidos. Según los datos del Pew Hispanic Center, son 33.5 millones de personas de origen mexicano quienes viven en el país vecino, de ellos el 65%, es decir, 21.8 millones nacieron allá y 11.6 millones nacieron en México. De esta última cantidad, 1.9 millones ya se naturalizaron como estadounidenses, 3.6 millones son residentes legales y 5.9 millones son indocumentados.
Esos datos muestran la fuerza e influencia que puede llegar a adquirir la comunidad de origen mexicano. Se trata de un potencial político frente a una coyuntura como la que hoy vivimos: un presidente norteamericano que ha hecho de su visión antimexicana (y anti latinoamericana, agregaría) el eje de justificación de sus políticas gubernamentales. En su arenga antiinmigratoria, la construcción del muro ha sido central y continuará con ella para tratar de lograr su reelección el año que entra. La población de origen mexicano se puede convertir en el principal dique en contra de las políticas antimexicanas de Donald Trump. Eso exige una política de Estado para tratar de empoderar a las comunidades mexicanas en Estados Unidos. ¿Cómo? Entre otras vías a través de una activa presencia consular que posibilite asesorar a nuestros connnacionales en la búsqueda de residencia legal y naturalización, lo que les permitiría participar activamente en la vida pública norteamericana.
Por ello, la política de Estado mexicana debe impulsarse en una dinámica dual, por un lado, apoyando el desarrollo de las comunidades de mexicanos en Estados Unidos para legalizar su situación migratoria que les posibilite acceder a la educación formal, mejora laboral y cargos de representación en Estados Unidos. Y por otra parte, promoviendo la cultura cívica que les permita participar en la vida política de México, preferentemente a través del voto extraterritorial. Es necesario que la política de incentivación del voto incluya una revisión de la normatividad vigente para avanzar hacia una simplificación del proceso del sugfragio desde el extranjero. Urge el voto por Internet, pero a la vez simplificar el sufragio postal y la entrega de boletas en consulados y embajadas. Hasta hoy el procedimiento para llevarlo a cabo es sumamente engorroso. Pero también debemos valorar, entre otras acciones, la instrumentación del llamado “voto en ausencia” y hacerlo extensivo a quienes residimos en territorio nacional. Evaluar la posibilidad de aprovechar la llegada de paisanos que acuden a nuestro país por diferentes motivos para que depositen su voto por adelantado. Este tipo de voto ha sido muy efectivo en la experiencia de los estadounidenses que no se encuentran en su ciudad de residencia el día de las elecciones y que hacen llegar su sufragio con antelación.
El sufragio extraterritorial debe ser parte de una estrategia integral de desarrollo de las comunidades de mexicanos en el exterior. Para que se incremente su participación política en ambos países es necesario un mejoramiento en las condiciones de vida en Estados Unidos, incluyendo mejorar sus niveles de escolaridad. En la medida que existan comunidades mejor educadas su interés por participar de manera extraterritorial tenderá a incrementarse. El conocimiento de la vida política nacional y de las opciones partidistas deberá incrementar el interés de los paisanos en sufragar a distancia. Si nuestro interés es que participe la mayor cantidad de población de origen mexicano que reside en Estados Unidos el esfuerzo deberá incluir una difusión bilingüe, pero también la impresión de boletas en inglés. Buena parte de la diáspora ya no habla español. El desafío aquí y allá es enorme e insisto requiere de una política de Estado activa.
Dr. Víctor Alejandro Espinoza
El Colegio de la Frontera Norte