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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Investigador de El Colef de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 24 de febrero de 2016

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Utópico
Víctor Alejandro Espinoza

Nadie pone en duda que el ex canciller, durante el gobierno de Vicente Fox, Jorge G. Castañeda, es pionero en la reivindicación de las candidaturas independientes. Su caso, llevado a las cortes internacionales sentó el precedente para las reformas que condujeron a la aprobación de dichas candidaturas; primero a través de la reforma constitucional de 2013 y en segundo lugar en la reforma electoral de 2014. Hoy es noticia nuevamente en el tema por la reciente publicación de su libro Sólo así. Por una agenda ciudadana independiente, publicado por la Editorial Debate.

La revista Nexos en su número 458 del mes de febrero publica en forma de artículo la parte medular de su propuesta que titula “Por una candidatura independienta”. Es la propuesta de construcción de su segunda candidatura como candidato independiente (ya lo había intentado para la elección de 2006). Dice Castañeda: “Estoy más convencido que nunca de que hoy, en México, una candidatura sin partido a la presidencia de la República es una condición indispensable, aunque no suficiente, para consumar los cambios que requiere el país”.

Castañeda aboga por una candidatura única como la vía posible para derrotar a la “partidocracia”. Ahí es donde se complejiza la propuesta. “La alternativa se halla en el diseño y la puesta en práctica de un proceso mediante el cual se construya, entre mediados de 2016 y finales de 2017, una candidatura única, surgida de debates, mediciones, apoyos y campañas de tierra indispensables. La argumentación principal a favor de esta tesis es simple, y aplastante: se puede ganar si la candidatura es única y la elección se convierte en un plebiscito sobre la partidrocracia”. Sabe que habrá varios pretendientes a la candidatura presidencial; pero el requisito para salir victorioso, es que “se decanten” hacia uno sólo, que le encantaría ser él desde luego. Pide “que todos acepten participar, y que todos acepten el desenlace”. Nada sencillo.

El método que propone es casi imposible de lograr: un conjunto de procedimientos y reglas complejas aunque él diga lo contrario. Tengo que citarlo en extenso para que quede clara su propuesta: “Se podría establecer una ventanilla donde se presente y comparta su proyecto todo aquel o aquella que desee buscar una candidatura independiente a un cargo en 2018 y cuente con el arropamiento de una parte de la sociedad civil organizada(…) Y, desde luego, se difundiría en todo el país la necesidad y deseabilidad de una candidatura independiente genérica en 2018, y se elaboraría una base de datos de intención de apoyo a la misma.

Así, cuando se abra el plazo para la recopilación de firmas, existirían condiciones para obtenerlas con rapidez y en cantidades suficientes para derrotar cualquier intento de invalidarlas. De este proceso emergerá también un equipo de campaña que garantizaría, con transparencia y pluralidad, el cumplimiento de un programa, y por tanto la vigencia de una candidatura competitiva. En la última etapa el grupo de campaña coadyuvaría a conformar el equipo de gobierno, que acompañaría a la candidatura, en caso de resultar victoriosa”. Hasta aquí Castañeda.

Evidentemente una candidatura única evitaría la fragmentación, pero la posibilidad de que los(as) aspirantes renuncien a sus aspiraciones parece imposible. Todavía más, que se conforme un equipo que “administre” la ventanilla, concentre propuestas y se convierta en equipo de campaña, no suena realista. Ese equipo se convertiría en una especie de partido de pequeñas proporciones aunque ya en campaña crecería necesariamente. Tenemos ejemplos a nivel local que han fracasado en el camino de construir una candidatura única. El más reciente es el de Tijuana Independiente que convocó a todos aquellos pretendientes a convertirse en candidatos, estableciendo de alguna manera la plataforma que deberían asumir si aspiraban a conseguir el apoyo de la organización.

El desenlace lo conocemos: los intereses de los aspirantes se impusieron y la mayoría decidió no participar en la convocatoria. Era lógico y casi natural que así sucediera pues la imposición externa de una plataforma electoral era difícil o casi imposible de suscribir. Al final sólo uno de los pretendientes aceptó y los otros quedaron fuera y buscaron de manera “independiente” al grupo convocante, seguir luchando por su candidatura o renunciaron a serlo.

La propuesta de Castañeda me parece imposible de llevar a la práctica, parece una utopía que guiará sus aspiraciones de ser el único candidato independiente a la Presidencia de la República en 2018.

Investigador de El Colegio de la Frontera Norte.
Correo electrónico: victorae@colef.mx. Twitter: @victorespinoza_
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