Transiciones: Una renuncia anunciada

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Investigador de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 2 de julio de 2014

Es de llamar la atención la vía que utilizó el (ex) gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo Figueroa, para dar a conocer su renuncia al cargo. Utilizó su cuenta de Twitter para informarle directamente a Joaquín López Dóriga su decisión; escribió: “Como me comprometí contigo @lopezdoriga y con toda la ciudadanía hacer del conocimiento de mi decisión, he sido recibido por el Presidente@EPN”. Enseguida completó el mensaje: “Le he informado que me retiro del @gobiernomichoacan para poder atender mi salud. Gracias por tus atenciones @lopezdoriga”. Esto lo escribió el miércoles 18 de junio. Dos días después, el Congreso michoacano recibió la solicitud de licencia definitiva para proceder a nombrar a un gobernado sustituto para cumplir el periodo de 15 meses que le restan al actual gobierno.
Fausto Vallejo sintetiza la tragedia que afronta Michoacán en estos momentos. La violencia se volvió cotidiana ante la ausencia de Estado. El monopolio legítimo de la violencia lo detenta el llamado crimen organizado. Todas las estructuras gubernamentales de aquella entidad están penetradas por los cárteles. En ese contexto el PRI recuperó la gubernatura en 2012. En febrero de aquél año asumió el cargo un enfermo Fausto Vallejo; su figura es la viva imagen de su poder: totalmente demacrado y exhausto.
Desde luego que no podemos responsabilizar a Vallejo de las calamidades que sufre su entidad. Ha sido un largo proceso de descomposición social sumado a la corrupción que puede provocar el poder inmenso del dinero que proviene del tráfico de drogas. Ese proceso de crecimiento del crimen pasa por la ineficacia de las políticas instrumentadas por los gobiernos para paliar la desigualdad y la polarización. La pobreza, la crisis del campo, el abandono escolar, todo conspira para que el crimen organizado florezca y vaya controlando una a una las actividades productivas, hasta hacerse con el control gubernamental. En ese clima también surgieron las autodefensas: muestran la desesperación por el arrasamiento de las bandas criminales.
Fausto Vallejo llegó al gobierno estatal en febrero de 2012 y tenía como meta septiembre de 2015. Serían tres años y siete meses, luego de que su antecesor, Leonel Godoy Rangel, mal gobernara por 4 años. Esos ajustes temporales se establecieron para lograr hacer concurrentes los procesos electorales federal y estatal en junio de 2015. Pero antes de Godoy, el nieto del general, Lázaro Cárdenas Batel, había sido gobernador, también proveniente de las filas del PRD. Es decir, antes de Vallejo, el PRD gobernó la entidad durante una década. Muchos de los problemas que hoy aquejan a los michoacanos se fueron incubando durante los últimos lustros.
La gran responsabilidad de Vallejo fue aceptar gobernar una entidad cuando sabía que estaba enfermo y por ello impedido para gobernar. La ausencia de autoridad agravó la crisis. Hoy se convierte en el primer gobernador que deja el cargo desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), el presidente que llegó a destituir a 17 gobernadores. De nuevo un gobernador deja el cargo por evidente incapacidad.
El Congreso michoacano ha nombrado al Dr. Salvador Jara Guerrero como gobernador sustituto. Jara Guerrero se desempeñaba como rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Es la prueba fehaciente de que los puestos en la academia suelen ser un buen trampolín para acceder a cargos gubernamentales. Si esto no es así, difícilmente me explicaría las razones que llevaron a un académico a renunciar a la máxima responsabilidad en su universidad y aceptar la gubernatura en las actuales condiciones. La otra explicación serían los compromisos adquiridos que le impedirían declinar el ofrecimiento. Durante las primeras horas de su mandato se registraron 20 ejecuciones en la entidad. Más allá de los discursos de aceptación al cargo, se impone la realidad de un estado en descomposición. Ya veremos que sigue en Michoacán, un bello estado hoy sumido en la desesperanza y en su peor crisis social.