Los resultados del pasado domingo 7 de junio admiten lecturas distintas según el ángulo regional desde el que se analizan. La evaluación parece cambiar drásticamente cuando se focaliza lo que sucedió en una entidad como Baja California. Al parecer los resultados no tienen mucho que ver con los que se presentaron en el ámbito nacional. Desde hace tiempo así parece suceder, la primera alternancia estatal tuvo lugar en la entidad en 1989 y luego otros estados siguieron ese camino. La diferencia es que en 2019 cuando concluya el presente gobierno, habrán transcurrido tres décadas desde que el panista Ernesto Ruffo Appel ganó la gubernatura y la alternancia quedara suspendida.
Veamos al menos cinco indicadores fundamentales con los que la realidad política de Baja California contradice los resultados nacionales. Primero, el PRI fue el partido más favorecido con el voto ciudadano en estas elecciones intermedias; obtuvo el 29.19 por ciento de las preferencias. Si bien tuvo un retroceso respecto a la votación alcanzada en 2012, éste fue de apenas el 2.70 por ciento.
En segundo lugar, el PAN fue el partido perdedor en una tendencia constante de desafecto ciudadano. Si en 2009 obtuvo el 28.01 por ciento de las preferencias, bajó a 25.90 por ciento en 2012 y al 21.02 por ciento el 7 de junio. Comparativamente, cayó 4.88 por ciento en estas dos últimas elecciones.
En tercer lugar, el PRD tuvo una caída significativa en las preferencias electorales pero continuó en el tercer lugar de votos recibidos, por debajo del PRI y del PAN. Si en 2009 había obtenido el 12.19 por ciento de los votos, incrementó significativamente su porcentaje en 2012, llegando al 18.37 por ciento, para caer al 10.87 en este 2015. Una reducción drástica de 7.50 por ciento entre 2012 y 2015. MORENA se situó en el cuarto lugar nacional con el 8.39 por ciento de los votos nacionales.
En cuarto lugar, el voto nulo fue menor al registrado en las elecciones intermedias de 2009 ya que no alcanzó el 5 por ciento de las preferencias. Efectivamente, en las anteriores elecciones intermedias el voto nulo obtuvo el 5.4 por ciento, mientras que en 2012 registró un 4.96 por ciento. Este 7 de junio se situó en un 4.88 por ciento.
Por último, el porcentaje de participación se incrementó respecto a las elecciones intermedias de 2009, cuando se situó en 44.80 por ciento, mientras que este 7 de junio registró un 47.05 por ciento; es decir un porcentaje de abstención nacional del 52.95 por ciento
Todos estos indicadores no guardan correspondencia en la isla bajacaliforniana. En primer lugar, el desastre del PRI fue mayúsculo. El PRI es el partido perdedor, pues apenas alcanzó el 17.71 por ciento de los votos, casi 12 puntos abajo del promedio nacional.
En segundo lugar, el PAN obtuvo el 28.78 por ciento de la votación total, 8 puntos por arriba de su promedio nacional, mismo que le alcanzó para llevarse el “carro completo” pues los candidatos(as) blanquiazules lograron el triunfo en los 8 distritos electorales. Este dato no se registraba desde los años ochenta cuando vivíamos un sistema de partido hegemónico. El PAN gana en Baja California perdiendo en el resto del país.
En tercer lugar, el PRD tuvo un pobre registro de apenas el 3.78 por ciento, por debajo del PVEM, PT, MC, NA, PES y MORENA, que se afianza en el tercer lugar de las preferencias con el 12.86 por ciento. Esta es una verdadera sorpresa.
En cuarto lugar, el voto nulo se situó por encima de la media nacional con el 7.51 por ciento, superando al DF, donde registró el 7.34 por ciento; con ello alcanzó el mayor porcentaje nacional. Y por último, en la entidad se tuvo la más baja participación electoral a nivel nacional con el registro histórico del 29.54 por ciento. Es la entidad más abstencionista, primer lugar ya obtenido en la elección intermedia de 2009.
Se requiere escudriñar en la cultura política regional para explicar esa peculiar circunstancia de esa isla blanquiazul, abstencionista y… anulista.