Transiciones. Reforma política: saldos de una crisis

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Profesor-Investigador del Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 29 de mayo de 2013

En medio de la crisis del PAN emerge una propuesta de reforma política que hace un par de semanas hicieran pública los coordinadores de las fracciones del PAN y PRD en el Senado de la República, Ernesto Cordero y Luis Miguel Barbosa. Esta propuesta fue la detonante de una crisis que se fue configurando desde la campaña presidencial del año pasado, y que expresa una profunda división entre los principales grupos que sobreviven al interior del PAN.

Escuchaba la semana pasada a la senadora blanquiazul, Mariana Gómez del Campo, lamentarse por la “inoportuna” destitución de Cordero como coordinador de la fracción panista en el Senado. Para ella es inoportuna porque Cordero, dijo, durante nueve meses había hecho muy bien su trabajo y porque en poco más de un mes habrá elecciones en 14 estados del país, incluyendo la gubernatura de Baja California.

Me parece que todas las crisis son inoportunas, o más bien que sería muy cuestionable sostener que hay crisis oportunas. Lo que sucede en Acción Nacional no es nuevo, es producto de una situación que se vino fraguando al calor del control que ejerció el ex presidente Felipe Calderón. Controló el gobierno y a su partido; quien no fue miembro cercano de su grupo fue marginado. Así le sucedió a Josefina Vázquez Mota: no recibió el apoyo de la estructura partidista: no gozaba de las simpatías de Calderón; por el contrario, su delfín era Ernesto Cordero.

Hoy el enfrentamiento es entre calderonistas y diferentes grupos encabezados por Gustavo Madero. Cordero aparece como el líder más visible del calderonismo. En lo inmediato, lo que detonó el conflicto y la crisis fue la abierta provocación corderista. Un día después de que Gustavo Madero hiciera pública una propuesta de reforma política del Partido Acción Nacional, los dos coordinadores de las fracciones del PAN y el PRD en el Senado, Luis Miguel Barbosa y Ernesto Cordero, presentaron otra propuesta de reforma política consistente en 30 puntos.

Independientemente de los contenidos, la molestia de Madero fue porque ni siquiera sabía de esta nueva iniciativa; es decir, el jefe político del panismo no estaba enterado. Lo que vino después fue la destitución de Madero y una avalancha de descalificaciones desde ambas trincheras.

En otra ocasión deberemos de analizar los contenidos de ambas propuestas de reforma, pero en el caso de la presentada por Cordero, podemos adelantar que se trata de muchos de los reclamos que vienen haciendo panistas y perredistas: desde reelección de diputados, segunda vuelta electoral, autonomía constitucional de la FEPADE, fiscalización efectiva de las campañas y un largo etcétera. Esa podría ser la ganancia de una crisis tan anunciada como la panista. La pérdida de la presidencia el año pasado ha implicado la rebelión de los grupos (la onda grupera en la versión nacional de Ernesto Ruffo Appel). La disciplina brilla por su ausencia y se ha desatado una verdadera lucha por la dirigencia nacional. Lo cierto es que difícilmente tampoco Madero podrá sobrevivir a la crisis. Ya veremos el impacto en los 14 procesos electorales del año, de manera especial en Baja California.

Tanto en las propuestas del Pacto por México como en la de los senadores, sobresale el tema de la creación del Instituto Nacional Electoral (INE). En el primer caso el planteamiento es radical: desaparecer los institutos estatales electorales y asignar las funciones al INE; la iniciativa de los senadores es más flexible: se propone que a petición de un Congreso local, el INE organice una elección en particular. Pero también, Cordero ha explicado que para que los institutos locales ganaran en legitimidad, los consejeros pudieran ser designados por el Congreso de la Unión y no por los diputados locales. Sea como sea, entre los saldos de una crisis es bienvenida la discusión de una nueva reforma política. Claro, hay temas fundamentales que no están contemplados y que son el fondo del asunto: la transición de una forma de gobierno presidencialista a una semipresidencialista, para no hablar del sistema parlamentario. Pero eso ni siquiera está en la mesa de la discusión: ¿para cuándo?