Transiciones: ¿Qué es esto?

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle profesor-investigador de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 3 de noviembre de 2014

La realidad supera a la ficción… es ya un lugar común esta afirmación; pero en los últimos meses vamos de asombro en asombro. La vorágine de sucesos violentos parece no tener fin: apenas asimilábamos el caso de Michoacán cuando apareció Guerrero en el mapa de la degradación y la locura de la violencia. Evidentemente, la muerte aquel 26 de septiembre de seis personas, y la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa han sido el frustrante regreso a la realidad de este país que se resquebraja.

Ya no son sólo las entidades más pobres del país quienes sufren la violencia salvaje. Tamaulipas, Chihuahua, Baja California, viven diariamente la ruptura del cimiento de la convivencia cotidiana: secuestros, levantones, homicidios, robos con violencia. Todo el país y ahí sí, independientemente del partido en el gobierno. Regreso de Puebla y la indignación contra los atropellos que padecen los ciudadanos a manos de las policías no tiene referente. Pero claro que el ejecutivo postulado por el PAN y el PRD, Rafael Moreno Valle, se siente con méritos para ser presidente de la República, lo mismo que el gobernador de Chiapas, el otro niño verde, Manuel Velasco, quien anuncia su compromiso con la actriz Anahí y se promocionan por el país con la idea de ganar la “grande”.

¿Ante qué estamos? Ante una crisis de seguridad, sin duda. Si definimos una crisis como la imposibilidad de resolver los problemas con los medios habituales o que veníamos haciéndolo, hoy la estrategia de seguridad navega y quedó sepultada en las fosas que se reproducen a lo largo de la geografía nacional. El primer paso para resolver un problema es reconocerlo. Si seguimos negando el fracaso de las políticas de seguridad, el país continuará desangrándose y el resultado de la acumulación de agravios, frustración y coraje será de consecuencias impredecibles. Por eso preocupan los saqueos y el vandalismo durante las últimas manifestaciones. No basta con señalar con dedo flamígero a los encapuchados. He visto escenas de amas de casa, de personas que nada tienen que ver con los llamados anarquistas, también participando en estos actos. En muchos son actos de venganza inconscientes pero que en una lectura cuidadosa deberían tener una interpretación más allá de las caras largas y supuestamente preocupadas de los periodistas oficiales.

Debe quedarnos claro que la actual política de seguridad es prácticamente la misma del sexenio pasado. La declaratoria de guerra al crimen organizado del presidente que le quedaba grande el uniforme militar, ha sido un verdadero desastre. Pero el presidente Enrique Peña Nieto en un mal cálculo, consideró que si se dejaba de hablar el tema, irían desplazándose interés nacional hacia las reformas estructurales. No, la economía y la política, como estamos viendo, no funcionan sin paz.

Hoy México está siendo mal evaluado a nivel internacional; pero al interior no hay comparación. Urgen cambios en materia de política de seguridad, no reconocerlos es abonar a una crisis del régimen; así de fácil decirlo, así de grave la situación. Ningún país, ningún pueblo es capaz de soportar mayor violencia: la respuesta puede ser más violenta. El descrédito de la clase política toda, no tiene parangón. O golpe de timón, empezando por enfrentar la impunidad y la corrupción, o el futuro se tornará aún más oscuro.

-Dr. Víctor Alejandro Espinoza Valle, investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública.