Transiciones: Prensa y poder

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 29 de abril de 2020

En su indispensable trabajo El vendedor de silencio, publicado recientemente por la Editorial Alfaguara, Enrique Serna lleva a cabo la historia novelada del periodista que simboliza toda la podredumbre de la relación entre la prensa y el poder en México durante tres décadas (1940 a 1970). Se trata de la historia de Carlos Denegri, guía moral y ejemplo para muchos periodistas que siguieron su camino. Enrique Serna logra transmitir cómo se daba de manera nítida la práctica de sobornar desde los medios al poder político y como la clase política lo utilizaba para disminuir, desprestigiar o sepultar carreras desde la prensa. Pero también, se trataba de alguien que se vendía para impulsar carreras políticas. El “chayote”, esa práctica tan común entre una buena parte de los periodistas mexicanos, una institución que perduró hasta finales de 2018, y que continúa en algunas entidades. Se gestaron fortunas desde los medios de comunicación a través del soborno y la destrucción de adversarios y enemigos políticos.

Dice Carlos Denegri: “Para hacerte franco, un periodista gana más dinero por lo que se calla que por hacer alharaca. En este negocio no sólo vendemos información y espacios publicitarios: por encima de todo vendemos silencio”. ‘Los columnistas mercenarios competían a brazo partido por acreditar su adicción al régimen, y para dejarlo atrás”. El libro no tiene desperdicio, se ejemplifica con claridad cómo la figura presidencial es sostenida por múltiples redes de corrupción que finalmente permitieron forjar grandes empresas y fortunas privadas, todo al amparo del Estado. Los medios de comunicación cumplieron un papel de primer orden en ese gran negocio

La libertad de expresión estaba proscrita durante la larga noche del autoritarismo mexicano. Los cambios fueron dándose lentamente, como por goteo, y fue en la prensa escrita donde primero surgieron medios y espacios alternativos. A estos se les permitió existir porque incluso le servían de ejemplo a los gobiernos para llenarse la boca del respeto a “la libertad de expresión”. Pero, además, en los medios escritos las audiencias eran muy reducidas y por lo mismo hasta eran inocuos para el poder. El problema se presentaba en el bloqueo a la apertura de la pluralidad de la radio y la televisión. 

Como sabemos, la radio y la televisión tuvieron un impacto decisivo a la hora de moldear la opinión pública. Carlos Denegri reflexionaba a propósito de su interés de conducir un noticiero televisivo: “Esa exclusión lo inquietaba, pues el gobierno designaba a todos los comentaristas políticos de la pantalla chica y nadie era más gobiernista que él”. 

Para algunos analistas, la plena libertad de expresión inició con el advenimiento de la alternancia en el año 2000. La derrota del PRI en las urnas y la llegada del PAN al poder sería el banderazo de salida de una nueva relación de la prensa con el poder. Me parece una conclusión muy apresurada. Bajo los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, los principales medios de comunicación y sus comentaristas de noticias y temas políticos, continuaron con la práctica “denegrista” del “chayote”. Muchos discípulos de Carlos Denegri siguieron operando al amparo y fomentados por los gobiernos en turno. Incluso esta práctica se extendió a algunas revistas que gozaban de prestigio. No se puede tapar el sol con un dedo. Desde luego que las cantidades de dinero recibidas desde el gobierno estaban en función de la audiencia, del periodista y del medio.

Pero la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador cambió la dinámica de intercambio de dinero por propaganda o silencio entre el poder y los periodistas. Se cortó el suministro de recursos desde el gobierno central. Eso explica en mucho la virulencia de los ataques de muchos periodistas al gobierno encabezado por AMLO. Y las denuncias de éste a las prácticas de dicha prensa. Quiero ser claro, aquí no meto a todos los periodistas: los hay honrados, profesionales y críticos serios. No, me refiero a quienes enfurecidos le reclaman por el fin de sus privilegios. Sabemos quienes son, para ello nos han ayudado mucho las redes sociales y sobre todo la crisis generada por la pandemia del Covid 19. Todos los actores se han desnudado y actúan sin cubre bocas. Ahora sabemos quién es quién. Lecciones de una crisis.

Dr. Víctor Alejandro Espinoza

El Colegio de la Frontera Norte