Transiciones: Populistas

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Profesor-investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colef de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 8 de octubre de 2015

El presidente Enrique Peña Nieto arremetió contra los “populismos de izquierda y de derecha” en su intervención ante el pleno de la Asamblea de las Naciones Unidas el pasado lunes 28 de septiembre. La caracterización original de regímenes populistas se aplicaba a gobiernos de izquierda como el de Juan Domingo Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil y Lázaro Cárdenas en México. El surgimiento coincide con la crisis de finales de los veinte y la Segunda Guerra Mundial y tiene que ver con la emergencia de las clases populares y sus demandas de satisfacción de necesidades básicas. La respuesta fue el Estado de Bienestar, acompañado de un fuerte discurso popular-democrático. Posteriormente se le asoció con la demagogia discursiva y la manipulación de las masas, tanto por gobiernos de izquierda como de derecha.
Desde luego que el destinatario de la crítica presidencial en la ONU era Andrés Manuel López Obrador. Me temo que en la coyuntura electoral, el populismo demagógico encarna paradójicamente en muchos de los suspirantes a “candidatos independientes”; y todavía más, me atrevo a plantear la hipótesis que se trata más de “independientes” de derecha que de izquierda.
Motivados por el triunfo de Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, como gobernador de Nuevo León, se aprestan a renegar públicamente de los partidos políticos, en los que la mayoría ha militado toda su vida, ya que han evaluado que tienen más posibilidades de triunfo como “independientes” que como candidatos de un partido. Aprovechan que efectivamente son los partidos políticos, junto con las élites políticas, los peor evaluados por los ciudadanos. Pero además, en un régimen político como el nuestro, en el que los institutos políticos acusan una falta de institucionalización, las posibilidades de triunfo de los candidatos independientes se incrementan.
Es muy probable que El Bronco se haya inspirado en el personaje de Vicente Fox para promover su campaña. Ambos carismáticos, dicharacheros, mal hablados; rancheros orgullosamente incultos, limitaditos pues en sus perfiles intelectuales, se convirtieron en simpáticos candidatos. Hoy sabemos que Chente Fox fue mejor candidato que gobernante. Buenos para ganar elecciones, pésimos para tomar decisiones. Recientemente El Bronco declaró que su lectura favorita era la serie del Libro Vaquero; a Chente le gustaban los libros de autoayuda. Personajes ideales para el marketing político.
Me parece que la denominación “candidatos independientes” es imprecisa; no sabemos a que alude su “independencia”, si la mayoría eran militantes hasta el “cuarto para las doce”. Creo que debería hablarse más bien de “candidatos sin partido” (para no decir “recientemente independientes”). Desde luego que hay excepciones: quienes rompieron con sus partidos públicamente o nunca militaron en uno (como el caso del recién electo diputado del X Distrito de Jalisco, Pedro Kumamoto); pero son eso: excepciones.
Espero que quienes se lancen al ruedo electoral por la vía “independiente” en las 13 entidades donde habrá elecciones el próximo 5 de junio, no tomen como ejemplo a El Bronco y se inclinen más por Kumamoto. Un régimen político en crisis, como el nuestro, requiere mucho más que discursos demagógicos para transformarse.
En el caso de Baja California, al parecer al menos dos recién formadas organizaciones civiles, han decidido invitar a los interesados en ser candidatos sin partido, a aceptar una serie de condiciones y propuestas, para ser apoyados en sus pretensiones políticas, sobre todo para ayudarles a conseguir el porcentaje de firmas requerido (2.5 por ciento para las alcaldías; 3 por ciento del distrito para diputados). Esto sería una novedad respecto al proceso electoral de 2015, cuando fueron los candidatos quienes crearon sus organizaciones para desarrollar las campañas. En el caso bajacaliforniano, los pretendientes deberán asumir los compromisos para gozar del apoyo de una estructura que les permita competir con ciertas posibilidades de triunfo. El problema será discernir quienes serán los candidatos al final del día; lo digo porque al parecer sobran pretendientes pero escasean las postulaciones. Ya veremos.