Transiciones: “Oposición leal y partido de protesta”

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Opinión de Víctor Alejandro            Espinoza Profesor-investigador del Departamento de Estudios de Admnistración Pública de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 13 de agosto de 2015

En el año de 1999 Soledad Leal publicó un libro fundamental para conocer la historia del Partido Acción Nacional. Lo tituló: “El Partido Acción Nacional: la larga marcha, 1939-1994. Oposición leal y partido de protesta” (FCE). La autora realizó el recorrido desde la fundación en el sexenio de Lázaro Cárdenas, hasta el año de 1994 cuando su candidato presidencial, Diego Fernández de Cevallos, tuvo la gran posibilidad de alzarse con el triunfo pero desistió. Después de aquél histórico debate, el primero de nuestra historia, donde apabulló a sus adversarios, Cuauhtémoc Cárdenas y Ernesto Zedillo, decidió desaparecer y dejarle la vía libre candidato del PRI; uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia política.

Hoy el PAN se encuentra en pleno proceso de definición del rumbo que habrá de seguir en el futuro inmediato. Parafraseando el subtítulo del libro de Soledad Loaeza parece que la disyuntiva es seguir siendo una “oposición leal” o de alguna manera volver los ojos a su doctrina original  y convertirse en un “partido de protesta”. Efectivamente el domingo 16 de agosto, los panistas tienen una cita con la historia; los 476 mil militantes inscritos en el listado nominal podrán ejercer el sufragio y elegir a su presidente y al Comité Ejecutivo Nacional.

Dos candidatos disputan el cargo de Presidente: el chihuahuense, Javier Corral Jurado y Ricardo Anaya Cortés, originario del Estado de México. Dos estilos, dos posiciones políticas encontradas. El joven abogado Anaya Cortés (36 años), representa la continuidad de una postura de colaboración con el gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, que quedó plenamente saldada aquél 2 de diciembre de 2012, cuando se anunció por todo lo alto el Pacto por México, firmado por los tres principales partidos políticos del país: PRI, PAN y PRD. El Pacto anunciaba lo que serían las reformas estructurales impulsadas por el gobierno actual y que el PAN celebró, afirmando que tenían el “ADN panista” (Gustavo Madero, dixit). Claro, la única de la que se desdijeron fue la reforma fiscal que incluyó el aumento de 5 puntos porcentuales al IVA en la frontera, pero que estaba en el paquete original. La palabra clave de Anaya es “regeneración” del sistema político, y de su partido. La paradoja es que “Regeneración” era el nombre del periódico que los hermanos Flores Magón fundaron en 1900 para oponerse al gobierno dictatorial de Porfirio Díaz; una oposición que distaba mucho de una postura de lealtad al gobierno en turno, como hoy reivindica el panismo.

Javier Corral, sin duda uno de los grandes oradores de este país, representa la actual oposición de la línea hegemónica panista. En su discurso alude a una rebelión de los militantes para transformar a su partido. La tiene cuesta arriba; es más, difícilmente podrá ganar la elección interna. Pero su crítica es frontal a las reformas emprendidas por el gobierno de Peña Nieto y avaladas por su partido. Quizás eso explique su apoyo a las alianzas con el PRD que en las elecciones locales de 2013 impulsó su partido. Es más fuerte su antipriismo que su postura frente a los “Chuchos” que controlan al PRD. De ahí que en la confusión ideológica Ricardo Anaya trate de construir una imagen de Corral como “un peligro para el PAN”. Lo acusa de emular a Andrés Manuel López Obrador en los métodos de movilización “extremistas” y de mantener una “amistad” con los cubanos y sobre todo con Fidel Castro. Una visión ya superada del dogmatismo anticomunista.

El PAN fue un partido perdedor en el pasado proceso electoral que culminó el 7 de junio; en mucho por su apoyo a las reformas estructurales, a su tibieza frente a los problemas nacionales y por los escándalos de corrupción de sus militantes y de los  funcionarios azules. En la elección para diputados federales apenas alcanzó el 21 por ciento de las preferencias, 7 por ciento menos que en las anteriores elecciones intermedias de 2009.

Me queda claro que Javier Corral no obtendrá los votos necesarios para convertirse en el presidente de su partido. Además, no se permitió la revisión de un listado nominal inflado, como lo ha denunciado él y otros distinguidos panistas, producto de las “afiliaciones maruchan” de los últimos años. El PAN se encuentra en una encrucijada: el continuismo no le permitirá recuperar la credibilidad ciudadana indispensable para ganar la Presidencia de la República en 2018; pero la oposición crítica encabezada por Corral no cuenta con los recursos para enfrentarse a Anaya Cortés, el candidato oficial. El gobierno de Peña Nieto es el principal beneficiario de la inmovilidad panista….y perredista.

 

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