Transiciones: De nombres y sobrenombres.

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Opinión de Victor Alejandro Espinoza Valle Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 23 de noviembre de 2016

La alternancia política en los poderes ejecutivos estatales inició en 1989 en Baja California; la entidad se convirtió en el paradigma del cambio político mexicano. Por 27 años, casi tres décadas ya, el Partido Acción Nacional ha detentado la gubernatura. Cinco gobernadores electos y uno substituto (por la muerte de Héctor Terán Terán en 1998, justo a la mitad de su mandato). Es la entidad panista más longeva; el panismo bajacaliforniana ha logrado refrendar sus triunfos pese al evidente desgaste que significa gobernar.

En 2013 tuvo lugar la contienda más competida de las últimas 5 en las que se ha disputado la gubernatura. El margen de victoria entre las dos coaliciones encabezadas por los principales partidos (PRI y PAN) apenas fue de 2.65% (cuando por ejemplo en 2001 alcanzó 12%). Ello en medio de un contexto abstencionista que caracteriza a la cultura política de la entidad. Según nuestros datos, la participación en 2013 apenas alcanzó el 39.15%. Muy baja para una entidad caracterizada como el modelo de la modernización política del país.

En el contexto de esa elección tan poco concurrida, a pesar de la alta competitividad, el candidato de la Coalición “Unidos por Baja California”, integrada por el PAN/PRD/PNAL y Partido Estatal de Baja California, Francisco Vega de la Madrid, se inconformó porque el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana consideró “inatendible su solicitud de incluir en las respectivas boletas electorales el sobrenombre de Kiko Vega” (p. 10).

La semana pasada, como parte del programa del XVII Congreso Nacional de Estudios Electorales celebrado en la ciudad de Guanajuato, presentamos el trabajo de Marcela Ávila-Eggleton, titulado “De nombres y sobrenombres. Efectos políticos de las decisiones jurisdiccionales”; se trata del núm. 27 de la Colección Breviarios de la Cultura Democrática, que publica el Instituto Electoral del Estado de México.

La autora hace un análisis de la sentencia emitida por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a favor del candidato Kiko Vega. Independientemente del contenido de la misma, lo que se enfatiza en el trabajo es que la incorporación del sobrenombre del panista es uno más de los factores que ayudan a explicar su triunfo. “El supuesto detrás del análisis es que todas las acciones y decisiones pueden tener un impacto en el resultado electoral” (p. 10).

Es interesante hacer notar que el deseo de los candidatos de aparecer en la propaganda política y en las boletas electorales con su sobrenombre se da en un contexto de personalización y simplificación de la vida pública. Aparecer como Kiko, El Patas, Pancho Cachondo, El Bronco, etc., permite atraer a aquellos ciudadanos que emiten su voto en función del personaje que se expresa de manera coloquial y que asume que los problemas sociales son de fácil resolución. Tan fácil como la voluntad del funcionario que habla como ellos, al que apodan como a ellos.

La autora sitúa el análisis de la sentencia del TEPJF, abordando a su vez la radiografía electoral de Baja California y el proceso electoral de 2013 en una doble vertiente: el contexto político y las campañas. Creo que una de las ausencias en el trabajo y que ayuda a explicar el triunfo del PAN fue la fuerte división que acusó el PRI.

El libro que nos ocupa termina con una reflexión que busca ponderar los factores que ayudan a explicar lo que ocurrió en el verano de 2013 y que se encuentran entrelazados: “Esta claro que una elección se gana o se pierde por la conjunción de múltiples factores. Una campaña bien diseñada y bien ejecutada (…) Un candidato con carisma (…) La negociación de coaliciones amplias, puede ser otro factor para alcanzar el triunfo (…). Por eso en elecciones de alta competitividad y de alta volatilidad del voto todas y cada una de las decisiones de los partidos, los candidatos y las autoridades electorales terminan por tener cierto peso en el resultado del proceso electoral. Al contextualizar la sentencia SUP-JDC-911/2013 se muestra que fue uno de los múltiples factores que participaron en la construcción de un proceso electoral inscrito en la incertidumbre democrática”. En suma, se trata de un trabajo de gran relevancia para el análisis de los procesos electorales actuales.