Al final de cada sexenio las autoridades salientes se empeñan en declarar que dejan buenas cuentas al país. Casi se atreven a afirmar haber sido los mejores presidentes de la historia. La semana pasada Enrique Peña Nieto (EPN) declaraba dejar “buenas cuentas y estabilidad económica” al nuevo gobierno.
Recuerdo de manera particular cuando al finalizar el sexenio de Carlos Salinas de Gortari las televisoras rindieron sendos homenajes a través de largas entrevistas que realizaron “destacados” intelectuales a un presidente que según las versiones oficiales se despedía en las mejores condiciones por su “magnífico” gobierno. Lo curioso es que se mandaron imprimir unos libros a todo lujo conteniendo las entrevistas y un gran despliegue fotográfico. Tiempo después misteriosamente desaparecieron todos los ejemplares.
El país que recibe el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador no es el idílico que describiera EPN en sus recientes declaraciones. Por donde se le vea, es un México quebrado, polarizado, desigual, injusto, violento, corrupto. Se me dirá que soy muy “negativo”, que no soy “optimista”. No se trata de cerrar los ojos y desear que nada malo ocurre para que se convierta en realidad. Que la pobreza de la mayoría de la población ha crecido durante los últimos años es una verdad difícil de maquillar por quienes se encargan de las estadísticas oficiales.
No serán fáciles los años por venir. No hay recursos económicos para emprender las grandes reformas que se requieren. México es un país saqueado por aquellos que utilizaron todos sus recursos para impedir el triunfo del tabasqueño. Las oligarquías que hoy se desgarran las vestiduras y que llaman a combatir los proyectos de AMLO; aquéllos que controlan los medios de comunicación nacionales y que invirtieron grandes cantidades para nuclear a los comentócratas liberales. Esos mismos que no pudieron contener la rebelión de las redes sociales y que fueron neutralizados; esos se encuentran al borde de un peligroso ataque de nervios. La imagen que dice más que mil palabras es la de Carlos Alazraqui y Francisco Martín Moreno durante la Marcha Fifí del pasado domingo 11 de noviembre y portando una cartulina contra AMLO (“Felicidades ya pasaste a la historia como el peor presidente electo”).
Uno de los principales retos para el gobierno de AMLO es integrar y mantener un gabinete que tenga las mismas ideas y energías que el nuevo presidente. Las posibilidades de ruptura son evidentes. Posiciones encontradas frente a los mismos problemas, nombramientos de subalternos que no se corresponden con las necesidades del cargo y que pronto exhibirán sus limitaciones. En fin, la misma falta de experiencia para enfrentar los retos sin contar con las remuneraciones de antaño, todo ello augura dificultades.
Hace unos días en la Ciudad de Monterrey tuve la oportunidad de escuchar al Dr. Luciano Concheiro quien fungirá como Subsecretario de Educación Superior del nuevo gobierno. La claridad de su exposición, su convencimiento de la llamada “Cuarta Transformación” contrastan con el difícil panorama a enfrentar en el terreno educativo. No hay recursos para resolver tantas necesidades y el desastre que reciben. Será una batalla contra el tiempo, las inercias y los intereses. Salieron a relucir casos de universidades donde hay grupos que se han apropiado de su gestión. Las controlan como negocios privados. Concheiro señaló que ellos no actuarán si las comunidades no se movilizan. Pero parece imposible que dichas comunidades logren activarse ante el control total que ejercen las autoridades. Ahí el cambio debe provenir de fuera.
Una solución podría ser la expedición de nuevas leyes orgánicas que rompan con el autoritarismo del grupo en el poder. Deberán ser los diputados de MORENA en los congresos locales quienes tomen la iniciativa. No es fácil romper con las inercias. El discurso de la “autonomía” para justificar sus tropelías lo tienen bien ensayado. Han sido décadas en las que un pequeños grupo se ha enriquecido al amparo de gobernadores y diputados que se hicieron de la vista gorda o han sido cómplices del desastre. Pero no habrá Cuarta Transformación si los cambios no incluyen el espacio estatal y local. Son solo 6 años y demasiados retos para el gobierno de AMLO. No pueden fallar, el peligro de regresiones autoritarias es una tentación ante los malos gobiernos.
Dr. Víctor Alejandro Espinoza, El Colegio de la Frontera Norte