Transiciones: Más allá de las elecciones

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Opinión de Víctor Espinoza Valle profesor-investigador de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 27 de mayo de 2015

Siempre abrumados por lo inmediato, poco tiempo dedicamos para entender que hay más allá de la coyuntura electoral. Por eso resulta importante el evento al que nos convocaron este martes 26 de mayo Causa Ciudadana de Baja California, A.C. y la Universidad Iberoamericana Tijuana. Se trató del Foro: “La democracia más allá de las elecciones”. Fuimos invitados un grupo de académicos para dar respuesta a tres preguntas básicas: ¿Qué es la democracia?, ¿Qué es la democracia electoral? y ¿Cuál es el camino para México?

Nuestra particular transición a la democracia no se ciñe a los cánones de las experiencias exitosas de tránsito desde un régimen autoritario. No tuvimos ningún hecho disruptivo que permita señalar un momento único de quiebre como el caso de España con la muerte del caudillo Francisco Franco en 1975 o en Europa Oriental con la caída del Muro de Berlín en 1989. En México seguimos un largo camino a la democracia a partir de reformas electorales. Fue una transición en las urnas que explica en mucho nuestra circunstancia.

La alternancia política de 2000 no resolvió el problema de nuestra modernización política. Pese al optimismo desbordado de algunos analistas, se trató de un cambio de partido en el gobierno sin una transformación institucional. La nuestra podría calificarse como una “democracia interrumpida”. En aquél año, mediante las urnas por fin se avizoraba la posibilidad de una transformación del sistema político; todo quedó en una posibilidad trunca: el jefe del Ejecutivo, Vicente Fox, dilapidó el capital político con el que asumió la Presidencia; se perdió en trivialidades, limitado por su escasa formación intelectual y miopía política. Al final, sustituyó las políticas públicas transformadoras por las ocurrencias provincianas.

Sin embargo, el tema de la transformación del régimen no estaba presente como prioridad programática de los principales partidos políticos. Había voces importantes que demandaban la necesidad de un cambio estructural y no sólo de la alternancia en el gobierno federal. Sin duda, quien tenía la propuesta más clara era Porfirio Muñoz Ledo. Al final nunca fue escuchado por quienes deberían haber impulsado un verdadero Pacto para la transformación de México.

En nuestro país nunca hubo una instauración y por lo tanto, tampoco una consolidación democrática. La debilidad de nuestra democracia deriva, paradójicamente, de la única fortaleza: las elecciones. Estas han conducido el (limitado) proceso de cambio que ha tenido lugar a cuentagotas. Dice bien César Cansino: “La instauración y la consolidación democráticas son con frecuencia las fases sucesivas a la transición en un proceso de cambio de un régimen autoritario a uno democrático. Por instauración democrática se entiende, además de la destitución autoritaria, el proceso de diseño, aprobación y puesta en práctica de las nuevas reglas del juego y los procedimientos políticos democráticos. Por lo general, esta etapa puede corresponder con la aprobación de una nueva Constitución nacional. La consolidación democrática, por su parte, es el proceso por el cual gobiernos instalados y regímenes establecidos están en condiciones de funcionar y evitar o cuando menos sobrepasar su deterioro” (El desafío democrático. La transformación del Estado en el México postautoritario, Cuadernos de Metapolítica, 2004, pp. 38-39).

Nunca tuvimos destitución autoritaria que culminara en una nueva institucionalidad, formalizada en nuevas reglas constitucionales. Por lo tanto carecimos de un proceso de consolidación democrática. La nuestra es una democracia electoral; de ahí la centralidad de los procesos electorales. Parecería ser con lo único que contamos. Nos encontramos ante una condición de democracia interrumpida que como salida requiere de un gran pacto transformador. Tal vez debamos de hablar de una segunda transición a la democracia en México.

-Dr. Víctor Espinoza Valle, profesor-investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública.