[:es] La corrupción es el problema más preocupante y que mayor escozor causa a nuestra sociedad. Según los sondeos de opinión, le seguirían en orden de importancia la inseguridad y el desempleo. Por ello se generó tanta expectativa cuando Enrique Peña Nieto prometió en su campaña impulsar un Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Se pensó que por primera ocasión las acciones del sector público serían puestas bajo la mira de un sistema de seguimiento y evaluación profesional, crítico y sin compromisos políticos con los funcionarios que serían auditados.
A punto de entrar en la recta final del sexenio, el SNA se encuentra inconcluso; ha habido un retraso considerable en su instrumentación, en aprobar las leyes secundarias y los nombramientos involucrados como el del Fiscal Anticorrupción o de los magistrados del Tribunal Anticorrupción, pero sobre todo por la tardía aprobación e instrumentación en las entidades. En efecto, al día de hoy, y a 8 de que concluya el plazo cuando debería estar concluido todo el proceso, sólo Querétaro ha cumplido a cabalidad. De cinco figuras que contempla el SNA, todavía Chihuahua y Veracruz no han llevado a cabo la reforma constitucional. Sólo 13 de las 32 entidades han promulgado las leyes secundarias del Sistema Estatal Anticorrupción. El Comité de Participación Ciudadana, sólo existe en Querétaro y no en las 31 entidades restantes; el Fiscal Anticorrupción ha sido designado en 6 de las 32 entidades (Chiapas, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro y Sonora); mientras que el Tribunal sólo se ha constituido en 5 entidades (Estado de México, Morelos, Nayarit, Querétaro y Sonora). (Datos tomados del trabajo de Martha Martínez, “El boicot al sistema anticorrupción”, Frontera, 10/07/17, p. 32).
La corrupción es un problema estructural y cultural en nuestro país. Muchos actúan de manera natural y ni siquiera se imaginan que los suyos son actos de corrupción. Es tan cotidiana, que salta por todos lados. Lo que voy a escribir a continuación no será de mucho agrado para quienes se han rasgado las vestiduras recientemente a propósito de una denuncia que publicó El Universal de uno de los participantes en el proceso de selección del Comité de Participación Ciudadana del SNA. Inmediatamente hubo acusaciones de quienes se sospechaba estaban detrás de este ciudadano (la idea es que nadie puede hacer las cosas por interés propio).
El problema pronto se convirtió en asunto viral en las redes sociales, a tal grado que 5 miembros del Comité de Selección del Comité de Participación Ciudadana, y la presidenta de éste último Comité, renunciaron a seguir colaborando con El Universal como editorialistas: Enrique Cárdenas Sánchez, José Luis Caballero Ochoa, Edna Jaime Treviño, Sergio López Ayllón, Pedro Salazar Ugarte y Jacqueline Peschard. El motivo, la “cobertura adversa” de El Universal al SNA.
Independientemente de quienes defienden o satanizan al SNA, no deja de llamarme la atención cómo es que personajes siniestros y corruptos pasaron todos los filtros y llegaron a la lista final de los 15. Pero más me llamó la atención el “conflicto de interés” de miembros del Comité de Selección, al otorgar cartas de recomendación a algunos de los candidatos finalistas. Yo envié un tweet sobre esto y me contestó un reconocido académico: Raúl Trejo Delarbre: “Quienes tenían conflicto de interés con algún aspirante se abstuvieron de votar por él. Todo fue público”. Me consta que muchos ciudadanos hicieron notar dicho conflicto y por ello recularon en la selección. Pero ¿cómo es posible que no pensaran que no debían recomendar a candidatos si los iban a evaluar? Insisto es tan cotidiana la corrupción que ni siquiera la logramos identificar. Y en las entrevistas eran tan obvias las relaciones de amistad que resultaba desagradable el espectáculo.
No estoy juzgando la integridad del Comité de Participación Ciudadana, donde incluso presumo de mi amistad con Jacqueline Peschard, desde hace muchos años. Mi reflexión va en el sentido de expresar la preocupación de que quienes seleccionan, llevan a cabo actos cuestionables y ni siquiera son capaces de reconocerlos. Se tendrá que trabajar mucho para enfrentar el principal flagelo que los mexicanos identificamos.
Victor A. Espinoza Valle
El Colegio de la Frontera Norte
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