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Notoria ha sido durante muchos años la participación que dentro de la economía de nuestro país han significado las aportaciones en dólares de las remesas de nuestros conciudadanos, que en búsqueda del sueño americano emigraron legal o ilegalmente al vecino país del norte. Lo cierto, es que gracias a los fuertes vínculos que mantienen con sus lugares de origen y particularmente, sus familias que permanecen atrás, continúan enviando importantes cantidades de dinero en beneficio no solo de los suyos, sino también de todos los mexicanos que hemos decidido permanecer en nuestro país.
Las remesas de los migrantes en Estados Unidos alcanzaron en el 2021 un monto total de 51,634 millones de dólares, lo cual representaron el 4% del PIB para el mismo año. Comparado con las aportaciones por la exportación de petróleo que sólo alcanzó el 1.4% del PIB, con la desavenencia de que los costos de operación y rehabilitación para Pemex en dicho año fue de entre un 10 y un 12 por ciento del PIB en el 2021, resultó tres veces más caro mantener a PEMEX que la riqueza que aportó a la economía del país.
Para el primer cuatrimestre del 2022, el Banco de México anunció una captación de 17.240 millones de dólares, alcanzándose una cifra record en el mes de mayo cuando las remesas totalizaron 5 mil 172 millones de dólares, representando un crecimiento de 14.3 por ciento frente a los 4 mil 525 millones de dólares totalizados en mayo de 2021.
De enero a mayo de este año las remesas han totalizado 22 mil 413 millones de dólares, 16.8 por ciento más que los 19 mil 190 millones de un año atrás. Algunas fuentes norteamericanas estiman que para finales del año las remesas que reciba nuestro país alcanzarán el orden de los 630 mil millones de dólares, condición que sería record en la historia de México y que tendría grandes impactos en la recuperación económica del país, tomando en consideración que un gran porcentaje de dicho recurso se destina al consumo doméstico de cientos y quizás miles de familias.
Esta condición no ha sido adecuadamente valorada por la actual administración, más bien, aceptada como un proceso natural preexistente, que refiere una alta condición de expulsión de la población de muchos lugares, que emigran por la falta de oportunidades de empleo, desarrollo y crecimiento para bienestar de sus familias.
Empero, se hace necesario revalorar el contexto actual de la migración, que además de lo anterior, se hace necesaria la consideración de nuevos factores que han aparecido de forma imperiosa en diversas latitudes del país y con énfasis en zonas marginadas y de escasos recursos, manifestada a través de la expulsión y el desplazamiento de poblaciones en localidades rurales y semiurbanas, bajo la presión de las bandas y carteles del narcotráfico.
Esta expropiación forzada por la violencia, ha motivado además del desplazamiento de cientos de personas, el incremento de los flujos migratorios hacia el vecino del norte. Para el 2021 se reportaron 44 mil 905 personas desplazadas de sus localidades como producto de la violencia; mientras que de enero a mayo del 2022 el Instituto Nacional de Migración reportó 112,298 personas deportadas de los Estados Unidos.
¿Cómo valorar los beneficios de las remesas en nuestra economía, cuando detrás de estas, existe el desasosiego de quien migra por necesidad, por esperanza o como último recurso para sobrevivir?
Dr. José Alejandro García Galván
El Colegio de la Frontera Norte