La recuperación electoral del Partido Acción Nacional ha tenido lugar durante el gobierno de Enrique Peña Nieto; los resultados de la jornada electoral del 5 de junio corroboran fehacientemente esa tendencia iniciada en 2013. Después de un sexenio catastrófico electoralmente para el PAN, durante el cual el partido del presidente Felipe Calderón perdió prácticamente todos los comicios locales, el PAN levanta el vuelo y hoy se dice listo para sacar “al PRI de los Pinos”. Así lo afirma la esposa de Calderón, Margarita Zavala: “El PRI se tiene que ir”.
No fue poca cosa el triunfo panista del pasado domingo: ganó 7 de las 12 gubernaturas en disputa: cuatro de las cuales eran bastiones priistas: Quintana Roo, Durango, Tamaulipas y Veracruz. Además se adjudicó Puebla, Aguascalientes, y Chihuahua. Para el PRI fueron Hidalgo, Oaxaca, Tlaxcala, Sinaloa y Zacatecas. Aunque hay que decir que en tres de los triunfos panistas lo hicieron en alianza con el PRD: Quintana Roo, Durango y Veracruz.
Según la expresión del periodista Julio Hernández López, el PRI y el presidente Peña Nieto, fueron “rebasados por la derecha”. Efectivamente, el PAN no sólo se ha adjudicado la autoría de la mayoría de las reformas estructurales del presidente, con excepción de la fiscal que incluyó el aumento de cinco puntos del IVA en la frontera, sino que se ha alzado con el triunfo en la mayoría de las 14 entidades que tuvieron comicios este domingo pasado. El mapa político mexicano se ha teñido de azul y eso ha provocado diferentes reacciones.
El PRI ha reaccionado a cuenta gotas. Sacudido por la contundencia del golpe, trata apenas de entender lo que sucedió. No es poca cosa, en solo tres años de gobierno, luego de la alternancia, ha tenido este veredicto de las urnas. Ha crecido el antipriismo en un sector muy importante de la población. Esta postura en la cual se le endosa el partido del presidente Peña Nieto todos los problemas que nos aquejan, es alimentada desde dos flancos: la izquierda de Andrés Manuel López Obrador y la derecha del PAN. A tal grado que la popularidad presidencial se encuentra en su nivel más bajo: una encrucijada complicada para enfrentar el 2018.
El PAN ha sabido capitalizar la inestabilidad económica, social y sobre todo la percepción generalizada de que la corrupción y la impunidad son los problemas más graves que padecemos, por encima incluso de la inseguridad y la violación de los derechos humanos. Ese es el discurso preferido de los tres pretendientes a la candidatura a la presidencia de la República: Ricardo Anaya, Rafael Moreno Valle y Margarita Zavala.
El triunfalismo blanquiazul paradójicamente puede encontrar hacia el interior del panismo sus principales complicaciones. A pesar de que algunos medios han decidido tomar partido a favor de la esposa de Calderón, Margarita Zavala, y que ésta quiso capitalizar los triunfos recientes, evidentemente que Ricardo Anaya no se va a quedar de brazos cruzados. En su visión él es el verdadero artífice y responsable por los resultados electorales. Nadie le quitará ese reconocimiento; lo mismo dice Moreno Valle quien se atribuye el mérito del triunfo poblano. Total, lo que veremos es una lucha cruenta al interior del PAN en la disputa de la candidatura presidencial. El fuego amigo en todo su esplendor.
Todavía no concluye formalmente el proceso electoral de 2016 y ya los partidos, y de manera particular el PAN, enfilan hacia el 2018. Margarita Zavala declaró este lunes que ya “no hay mucho tiempo”, que Andrés Manuel López Obrador lleva un largo trecho como seguro candidato de su partido. Lo que quiere decir, que ya le urge la designen como candidata. Habrá que ver que dicen Ricardo Anaya y Rafael Moreno Valle. El camino es largo y sinuoso.
Víctor Alejandro Espinoza Valle
Profesor-Investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública
