Afirma José Mujica, ex presidente de Uruguay, que la vía para hacerse de capital, convertirse en rico o millonario, no es el trabajo, ni el sacrificio o la buena administración: es simplemente la herencia. Se nace en cuna de ricos, de pobres o de clase media. Las probabilidades de cambiar de clase social mediante el estudio o el trabajo son mínimas. Es lo que se sustenta además en la obra del reconocido economista francés Thomas Piketty.
Esto lo pensaba al observar la forma en como nuestra clase política se reproduce. Las contiendas electorales son laboratorios privilegiados para ello. Con toda transparencia cónyuges, descendientes, parientes de toda índole se proponen como precandidatos, primero y luego como candidatos a todos los puestos de elección. No quiere decir que muchos de ellos no tengan méritos para disputar los cargos; sin embargo hay evidencias de que el sistema de distribución de candidaturas tiene más que ver con el mentor que con la trayectoria. Personajes sin ninguna experiencia son seleccionados debido al apellido que portan; esto en todos los partidos políticos.
Me recuerda también otras actividades donde sucede algo muy parecido. Por ejemplo en el fútbol. Hemos sido testigos de jugadores que son debutados en la primera división en virtud de la herencia de un apellido ligado a un ilustre exjugador, entrenador o directivo del equipo. Claro que hay garbanzos de a libra, pero en la mayoría de las ocasiones se trata de verdaderos troncos que desplazan a algún buen prospecto que no cuenta con esos antecedentes. Platicaba algún entrenador de los Tecos de la UAG que se le ocurrió no alinear al hijo del dueño y al otro día fue despedido. Y que tal Abdalá Bucaram, presidente de Ecuador entre 1996 y 1997, quien obligó al director técnico de la selección de su país a alinear a su obeso retoño.
El ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, declinó seguir disputando la candidatura de la coalición “Por México al Frente”, pero a cambio logró que su esposa Martha Erika Alonso sea la candidata del Frente al gobierno del mismo estado, es decir, le heredará el cargo a cambio de su “sacrificio”. La concepción del ejercicio de gobierno como propiedad que se puede heredar en línea directa.
Y eso que todavía resuenan los ecos de la intentona de Vicente Fox por transmitirle el poder a su consorte, Marta Sahagún. Sin rubor, la “pareja presidencial”, así autoproclamada, aspiraba a gobernar en conjunto por dos sexenios. Se heredarían el poder simplemente porque pensaban que se lo merecían. El gobierno es un botín de propiedad familiar. Esa vieja idea de la nobleza europea que la clase política mexicana ha hecho suya. Qué si no son los casos de los Yunes en Veracruz, los Moreira en Coahuila, los Sansores y los Cervera Pacheco en Yucatán, los Cárdenas en Michoacán, etc.
Ejemplo actual de perpetuación en el poder es el de la pareja Calderón; Felipe, cuasi coordinador de la campaña de su esposa Margarita, “candidata independiente” que estuvo muy cerca de ser la abanderada del PAN en la contienda presidencial y que hubiera tenido grandes posibilidades de ganar. Una pareja corresponsable del baño de sangre en México y que ahora se presentan como los paladines de la lucha contra la corrupción y la violencia de la que ellos se beneficiaron.
Pero hay otros casos de vástagos que sólo por su apellido buscan hacerse con una representación en el Congreso: Luis Donaldo Colosio Riojas, Agustín Basave Alanís o Sylvana Beltrones. Con ese sólo dato usted lector sabe de quienes son hijos y seguramente pronto los veremos como legisladores. La reelección por otros caminos, como afirma el periodista Jorge Zepeda Patterson (“La tragedia de los padres amorosos”, Frontera, 21 de enero/2017, p. 13): “Tomó un millón de muertes y una Revolución suprimir la reelección en México (…) La clase política mexicana ha encontrado en el nepotismo una forma de darle la vuelta. A la mejor usanza de la aristocracia inglesa, los Yunes conciben a Veracruz como un título nobiliario, territorio incluido. Espero que sus supuestos “súbditos” digan lo contrario”. Esperamos!
Dr. Víctor Alejandro Espinoza
El Colegio de la Frontera Norte