[:es]Por sexta ocasión, el muro entre Estados Unidos y México se abrió para dar paso a la unión física de familias en la zona de Playas de Tijuana. De pronto, en medio de la retórica antiinmigrante del presidente vecino, organizaciones de la sociedad civil como Ángeles del Desierto que dirige Enrique Morones realiza largas gestiones ante la Patrulla Fronteriza para que acceda a la apertura del muro por unos minutos.
El protocolo establece que 12 familias son las seleccionadas, debido a sus casos críticos, para poder encontrarse unos pasos al interior de México. La ¨Puerta de la Esperanza¨, como la llama Morones, se encuentra en el conocido Parque de la Amistad, donde antes había un cerco a través del cual de uno y otro lado podían platicar y entrelazar sus manos los separados por diversas circunstancias. Incluso, hasta hace poco tiempo se celebraban partidos de volleyball utilizando la malla como red. Por esa porosidad a ese espacio se le conocía también como Parque Binacional de la Amistad.
Y en ese espacio binacional hemos visto muchas cosas, como cuando un hombre bala fue lanzado desde México y cayó del otro lado o cuando un miembro de las fuerzas armadas estadounidenses portando su uniforme de gala se casó con una elegante ciudadana mexicana vestida para tan solemne ocasión. Normalmente se trata de familias que no se han visto en muchos años debido a que parte de la misma fue deportada. ”Ese es el caso de Carmen Gil Sánchez, quien hace 27 años cruzó a Estados Unidos con su hijo para buscar una vida mejor. Allá tuvo tres hijos, sin embargo, fue deportada a México hace 12 años. Aunque visiblemente presa de los nervios, dijo estar feliz porque al fin iba a poder conocer en persona a sus nietos y abrazar a los hijos, a los que tuvo que dejar por su situación legal. ‘Hoy voy a conocer a mis nietos, a dos de ellos, uno lo conocí antes de que me deportaran’, dijo la mujer sollozando” (Luis Gerardo Andrade, “El amor traspasó fronteras”, Frontera, 19/111/2017).
Sin embargo, lo más vistoso de la apertura del muro fue la boda que se celebró entre Brian Houston y Evelia Reyes. Él residente de San Diego, California y la novia del estado de Guerrero. Brian lucía un traje gris y corbata blanca y Evelia con el típico vestido blanco de novia. Fueron casados rapidito, ante la mirada de familiares y “los migras” vestidos de verde y muy serios. Claro que algunos de los asistentes lucían impecables también en sus trajes y fungían como testigos de tan histórico acontecimiento. Momentos emotivos sin duda que se viven en el límite de dos naciones.
Desgraciadamente no hubo fiesta y la luna de miel se reservó para mejores momentos, cuando los documentos de inmigración lo permitan. Brian y Evelia se conocieron en una taquería de Tijuana y por tres años tuvieron una relación a distancia, separados por el muro. Doy por hecho que Brian tampoco puede cruzar a México pues debe encontrarse legalizando su situación migratoria. Evelia no puede tampoco cruzar y tardará algún tiempo en el que su marido pueda “arreglarle papeles”. Los jóvenes enamorados se casaron por las leyes mexicanas y se juraron amor eterno, pese a la separación involuntaria.
La boda de Brian y Evelia simboliza perfectamente lo que sucede en la frontera. Pese a los esfuerzos de las autoridades, los lazos se siguen extendiendo. Desde luego que las decisiones de Washington afectan lo que acontece en el límite, pero los muros no han podido destruir el ingenio y la decisión de enfrentar las barreras. Lo han hecho mucho más difícil y caro, sin duda, pero se sigue traspasando. Y estos pequeños actos de orgullo y resistencia dan nuevas esperanzas para seguir reclamando terminar con la absurda separación entre dos comunidades que siempre han estado interactuando.
Evelia y Brian y otros antes representan un asidero optimista en medio de lo difícil que ha sido el último año para el tema migratorio. Y nos recuerdan que hay mucho por defender y luchar en Estados Unidos pero también en México, donde los indocumentados centroamericanos y de otras latitudes sufren lo indecible. Felicito a Ángeles de la Frontera y a Enrique Morones por esta iniciativa y por su lucha de tantos años por defender los derechos y la dignidad de los indocumentados.
Dr. Víctor Alejandro Espinoza
El Colegio de la Frontera Norte[:]