Transiciones: Es un desastre

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colef de El Colegio de la Frontera Norte

viernes 14 de octubre de 2016

Una de las expresiones favoritas del candidato republicano Donald Trump para diagnosticar cualquier situación que le parece negativa es: “It’s a disaster”. Como hay muchas cosas negativas en la administración de Barack Obama, entonces, todo es un desastre; el país requiere la conducción de alguien que sepa cómo cambiarlo todo sin grandes esfuerzos y con fórmulas fáciles: él sabe cómo hacerlo, porque es un empresario exitoso. ¡Por eso debe ser presidente de Estados Unidos!

Me recuerda el momento que vivió México en el año 2000 con el candidato Vicente Fox. Para Don Chente todo se resolvería fácilmente, era cuestión de echarle ganas, de voluntad de hacer las cosas para que la magia interviniera. Trump tiene una mirada dicotómica: ve en blanco o negro. Todo es un desastre y luego, con él como presidente, todo será luminoso.

En las últimas semanas hemos sido testigos de dos debates entre los candidatos republicano, Donald Trump, y la demócrata, Hillary Clinton. El último, el del pasado domingo 9 de octubre. Falta uno más programado para el miércoles 19 de octubre en la Universidad de Nevada en Las Vegas. Me llama la atención cómo la opinión pública del país vecino observa y analiza estos ejercicios. Para muchos, se trata de un show mediático; para otros, mayoritariamente los indecisos, ayuda a definir el voto. Por eso puede ser tan importante el desenvolvimiento de los candidatos durante los tres ejercicios. Las reacciones al momento de concluir los dos debates se inclinan por dar pequeñas ventajas a los contrincantes, pero conforme avanzan los días y se disipa un poco la pasión, se repasan los diálogos y propuestas, va tomando ventaja la candidata demócrata.

Llama la atención también que muchos quisieran escuchar propuestas muy elaboradas sobre distintos temas. “Políticas públicas’ para este u otro problema. Creo que en este tipo de ejercicios difícilmente las escucharemos. No me parece esa la intención de un debate presidencial. Sí sirve para conocer la capacidad de reacción frente a los ataques del adversario o ante preguntas difíciles de los moderadores o el auditorio. También para conocer el temperamento, en un evento en el que la expresión corporal es sumamente importante. Durante el segundo debate, que fue mucho más ríspido que el primero, Donald Trump parecía a punto de salirse de sus casillas. Veía con una cara de pocos amigos a la candidata demócrata y con unas ganas de borrarla del escenario. El lenguaje del cuerpo nos indicaba que Hillary Clinton estaba contenida y hubiera deseado responderle de manera agresiva al candidato republicano, sobre todo cuando la interrumpía una y otra vez.

Hemos entrado a la fase final de las campañas. Según los sondeos, Hillary Clinton se encuentra entre 6 y 8 puntos por encima de Trump. A este último le han restado simpatías lo que se ha sabido acerca de su pasado: su lenguaje sexista y el hecho de, al parecer, no haber pagado impuestos federales durante los últimos 18 años. Los mexicanos de este lado simpatizamos abrumadoramente por la señora Clinton. No todos los que viven en Estados Unidos lo tienen tan claro; aunque sí es mayoritaria la percepción de los latinos sobre quién debe ganar la elección. Según datos del Pew Research Center, el 71% de las mujeres latinas se inclinan por Hillary Clinton, mientras que 10% menos de hombres lo hacen. Son los jóvenes latinos (millennials, 18 a 35 años) quienes también con el 71% prefieren a la candidata demócrata. El 80% de los latinos bilingües está a favor de la señora Clinton, sin embargo el dato que más llama la atención es que el 48% de quienes sólo hablan inglés apoyan a Clinton, mientras que el 41% se inclina por Trump.

Tal vez no serán los latinos, y entre ellos las personas de origen mexicano, quienes decidan el triunfo de alguno de los candidatos, pero en una elección tan competida, se vuelven un voto decisivo. Según el mismo centro de investigación referido hay 27.3 millones de latinos con derecho a voto. Esperamos que el señor Donald, como le dice Hillary, se arrepienta el próximo 8 de noviembre de haber insultado a la raza, al menos que lo lamente un poco.

Dr. Víctor Alejandro Espinoza Valle
Investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colef