Transiciones: Enojados

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle profesor-investigador de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 18 de marzo de 2015

Los ciudadanos observamos con preocupación el enfrentamiento de los gobiernos con la prensa. En esta última semana hemos sido testigos de dos casos; uno a nivel nacional y otro en el ámbito estatal. En el fondo se trata de una relación de poder cuyos límites se encuentran en función de la penetración del medio y del momento político. Me explico.

La prensa ha dependido en buena medida para su supervivencia de la publicidad gubernamental o de los recursos que fluyen de manera disfrazada a través de entrevistas, promoción de gobernantes, cobertura o no de ciertos eventos, etc. Esto también ha servido para garantizar su docilidad. Ni qué decir de los cuantiosos recursos que afamados periodistas reciben para garantizar su apoyo irrestricto.

En tiempos electorales los medios son capaces de forjar candidaturas exitosas; por eso los partidos políticos y sus representantes se cuidan mucho de no deteriorar la relación; ni por asomo esgrimen un comentario crítico o se resisten a cualquier solicitud. Sobre todo cuidan su relación con los medios electrónicos (televisión y radio). Para nadie es un secreto como estos medios apoyan velada y abiertamente a los candidatos que les garantizarán acrecentar sus negocios. Pero ello también permite que crezca su poder.

Una vez en el gobierno los medios pasan factura, pero también los nuevos gobernantes se “empoderan”, y utilizan los recursos económicos para mantener a raya a los medios. No se admiten críticas de ninguna especie. Hay una frase que sintetiza esa relación perversa a lo largo de los años: “No te pago para que me pegues”, dijo en alguna ocasión el presidente José López Portillo. Como todo en el sistema político mexicano, la relación entre prensa y gobierno es una relación “corporativista”, de intercambios de bienes entre ambas partes.

Por eso los medios críticos, independientes, no gozan de la bendición gubernamental. Tienen que rascarse con sus propias uñas. Habrá quienes cuentan con excelentes y reconocidos periodistas entre sus filas, que le garantizan la sobrevivencia económica. Uno de esos casos es sin duda el de la empresa MVS, quien ha despedido a su periodista estrella: Carmen Aristegui. El dueño de la empresa, Joaquín Vargas, sabe que económicamente pierde con la salida de Aristegui. Debe haber poderosas razones para que tome la decisión, más allá del pretexto que vienen empleando: “abuso de confianza” al haberse incorporado al proyecto de méxicoleaks, que se anuncia como “Una plataforma independiente de denuncia ciudadana y transparencia, al servicio de la sociedad mexicana para revelar información de interés público”, en cuyo sitio electrónico aparece la Unidad Aristegui/MVS.

Carmen Aristegui da a entender que la presión para su salida proviene de Los Pinos, al parecer por la famosa investigación sobre la llamada Casa Blanca de las Lomas. El presidente está muy molesto… Lo mismo que el gobernador Francisco Kiko Vega, que no le han gustado nada los reportajes sobre sus propiedades publicadas por el Grupo Healy. En su caso, decidió difundir un desplegado al cual invitó a los cinco alcaldes de la entidad para que lo suscribieran. Las acusaciones son sumamente graves pues denuncia a los periódicos del grupo de “extorsión”, “manejo de información fuera de toda objetividad’ y de ‘dañar la imagen de esta entidad”. Lo paradójico es que tres alcaldes son priistas y su partido se ha deslindado y criticado la posición de las autoridades que firman el desplegado. El castigo ha sido que a partir del viernes 13 de marzo, los gobiernos cancelaron la relación comercial con Grupo Healy. Este último ha decidido entablar una demanda civil por difamación y calumnias contra el gobernador. Lo dicho, detrás de estos dos conflictos hay razones de mucho peso. Lo cierto es que no hay democracia sin periodismo crítico e independiente. El pluralismo en los medios es sano hasta para los propios gobernantes…y desde luego para los ciudadanos. Como reza el sabio refrán popular: “El que se enoja pierde”, que no se les olvide.

-Dr. Víctor Alejandro Espinoza Valle, profesor-investigador del DEAP.