Transiciones: Elecciones complejas

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 25 de octubre de 2017

El 1 de julio del próximo año los mexicanos tenemos una cita en las urnas. No se trata de cualquier elección; sin duda será la más compleja de las que hasta ahora hemos vivido. Estamos ante una verdadera prueba para el sistema electoral mexicano, para todas las autoridades involucradas, los gobiernos, y aunque parezca retórico, para los ciudadanos del país. El 1 de julio culmina un proceso que inició formalmente el pasado 8 de septiembre, pero que en realidad arrancó mucho tiempo antes.

El total de ciudadanos inscritos en el listado nominal al 20 de octubre, y por lo tanto votantes potenciales, asciende a 87 millones, 193 mil 242. De ese total, el 51.88% son mujeres (45 millones 240 mil 093) y el 48.12% hombres (41 millones 953 mil 149). Esos porcentajes de composición de la Lista Nomina por género se mantienen como promedio a los largo de las 32 entidades. Una de las interrogantes principales es conocer cómo se comportará la participación o por el contrario la abstención. Sabemos que los niveles de participación son muy desiguales. Pero normalmente cuando se encuentran en juego la presidencia de la República y las gubernaturas, los ciudadanos acuden en mayor proporción a las urnas. Por ejemplo, en 2206 que estuvo en juego la Presidencia, el porcentaje de participación fue de 58.55%, mientras que en la elección intermedia de 2009 fue de 44.76%. En 2012 de nuevo se encontraba en juega la titularidad del Poder Ejecutivo y la participación se incrementó notablemente: 63.08%; tres años después, en 2015, bajó a un 47.72%. Para 2018 esperamos un aumento importante en términos relativos, así como en el volumen de votos que se registre en las urnas.

Para dar una idea de la magnitud de la jornada electoral del 1 de julio, señalo que 30 de las 32 entidades de la República tendrán elecciones concurrentes, es decir, que aparte de la elección federal, habrá renovación de autoridades locales. Solamente Nayarit y Baja California tendrán comicios exclusivamente federales. En este ámbito, aparte de presidente de la República, se renovarán las dos cámaras (300 diputados de mayoría relativa, 200 de representación proporcional, 64 senadores de mayoría relativa, 32 senadores de representación proporcional y 32 senadores de primera minoría).

En el ámbito local, se renovarán 9 gubernaturas; en 8 de esas entidades además se elegirán alcaldes y congresos. En una de ellas, aparte de gobernador, diputados locales. En 14 estados más se votará para elegir a alcaldes y diputados. En otros 4, exclusivamente diputados locales y en otros 3, sólo alcaldes. Como dije, solo en 2 entidades no habrá elecciones locales. En total, incluyendo presidentes municipales de Usos y Costumbres en Oaxaca, se votará para elegir a 3 mil 447 funcionarios públicos. Si calculáramos que por cada cargo de elección popular participaran al menos 4 personas, estaríamos hablando de un total de 13 mil 788 candidatos.

No debemos olvidar que en 28 de las entidades los diputados y alcaldes que resulten electos podrán reelegirse, mientras que a nivel federal lo podrán hacer diputados y senadores a partir de 2021. Desde luego que esto se traducirá en una nueva dinámica para los procesos electorales y para la clase política. Hay pros y contras en ese tema que habré de abordar posteriormente.

Como en todo sistema presidencial, la renovación del Poder Ejecutivo es el que reclama mayor atención. Pese al acotamiento del presidencialismo mexicano, el titular del Ejecutivo sigue concentrando la mayoría de las decisiones. Entre otras, la designación del abanderado de su partido. En 2018 tendremos al menos 5 candidatos. Es probable que dos candidatos sin partido alcancen a cubrir los requisitos establecidos (entre otros las 866 mil 593 apoyos o firmas de ciudadanos); a ellos se sumará el candidato del hoy Frente Ciudadano por México (PAN/PRD/MC), el de la alianza PRI/PVEM y el de la coalición MORENA/PT. Serán elecciones muy competidas donde se apostará a la guerra sucia o a campañas negativas a través de redes sociales para desacreditar al adversario y presentarse como la mejor opción. Ya hablaré en otra colaboración de los retos del árbitro y de las autoridades electorales ante este panorama tan complejo.

Dr. Víctor Alejandro Espinoza             

El Colegio de la Frontera Norte