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En días pasados medios locales y nacionales dieron cuenta de la operación de un programa de remoción de plantas y arbustos a lo largo de 26 kilómetros del lecho del rio Santa Catarina en el Área Metropolitana de Monterrey (AMM), a cargo de las autoridades del estado en coordinación con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). Esta medida, sustentada con el argumento central de evitar inundaciones ante la presencia de huracanes, generó de inmediato críticas por parte de agrupaciones ambientalistas, ciudadanos y ecologistas independientes, quienes anteponen la importancia del ecosistema que alberga el rio en términos no únicamente de sus características de protección ante inundaciones, sino por los servicios ambientales que aporta al AMM y como refugio de aves migratorias y fauna silvestre.
La controversia aquí descrita entre autoridades estatales y agrupaciones ecologistas parece darse en un contexto marcado por un vacío de normatividades o lineamientos específicos que regulen cualquier medida de protección o de cambios en torno a un recurso emblemático del AMM como es el rio Santa Catarina. Este curso es considerado una parte esencial del desarrollo histórico del AMM, y a pesar de los múltiples episodios de inundaciones catastróficas que han marcado su historia, existe un reconocimiento a los beneficios que ha aportado al paisaje y medio ambiente urbanos entre otros. Un reconocimiento que llevó precisamente a que en el año de 2008 y bajo el gobierno de José Natividad González Parás, el río Santa Catarina fuera declarado “Área Natural Protegida Estatal en categoría de Parque Urbano”, un decreto que entre sus objetivos establece la preservación y protección del ambiente natural del rio y el manejo sustentable de su ecosistema. Un elemento importante de aquel decreto lo constituyó la formulación de un plan de manejo del rio incluyendo tanto las características del ANP como las acciones específicas a emprender, los roles de participación de diferentes actores y el cumplimiento de normas entre otros.
Los años posteriores al huracán Alex permitieron una recuperación extraordinaria del ecosistema del Santa Catarina, y en dicho lapso sus cambios dieron lugar a diversas opiniones y posturas de especialistas y columnistas, sobre su importancia ambiental por un lado, y sobre las acciones necesarias para mantener su capacidad hidráulica ante futuros escenarios de inundaciones por el otro. Todas estas opiniones sin embargo no han cristalizado en un proyecto de protección y manejo para el rio. La formulación de un plan de manejo contenida en el decreto de creación de un ANP de 2008 no se pudo llevar al nivel operativo por una serie de razones, a pesar de la exigencia de especialistas y legisladores locales. La iniciativa fue retomada en 2018 y 2020, cuando miembros del Congreso Estatal y Federal enviaron respectivamente un exhorto a autoridades para que se procediera al diseño y puesta en marcha de un Plan Integral de Manejo y Conservación Ambiental del rio Santa Catarina con programas permanentes de protección al ecosistema del rio, la observación de las normas ambientales mexicanas y reglas específicas en torno a las actividades al interior.
En la actualidad, la existencia de un plan de manejo para el rio Santa Catarina continúa siendo una asignatura pendiente. Esta condición de falta de conocimiento y de reglas claras sobre las políticas y acciones que tienen efecto en el rio y su ecosistema lo dejan vulnerable a decisiones que pueden obedecer a otros objetivos e intereses. Especialistas en el rescate de ríos urbanos han sido críticos de la planeación urbana de las ciudades que prioriza el funcionamiento de la ciudad desvinculado del funcionamiento de los ecosistemas y regiones rurales que le dan soporte. Su estudio y sobretodo la toma de decisiones en torno a ellos se establece que debe ser multidimensional. Un plan de manejo -y su efectiva y real instrumentación- permitirá contar con un marco de orden para abordar situaciones como la descrita al inicio de este escrito.
Dr. José Luis Castro Ruiz
El Colegio de la Frontera Norte