Transiciones: El ciudadano de enfrente

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Opinión de Victor Alejandro Espinoza Valle Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 5 de julio de 2017

Aprovechando que la brecha entre ciudadanía y clase política crece, los estrategas de los partidos políticos y algunos otros interesados insisten que la mejor fórmula para ganar una elección y dejar atrás la corrupción y la “maldad propia” de los “políticos”, es postular a un “ciudadano”: candidaturas ciudadanas parece ser la fórmula de salvación para los sufridos mexicanos. Hoy nos quieren vender la idea de que el Frente Amplio Democrático (FAD), decidido por las burocracias del PAN y del PRD, es la panacea para un país en crisis.

En efecto, se trató de un acuerdo cupular anunciado con bombo y platillo por Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, los presidentes nacionales del blanquiazul y del sol amarillo. Ambos dirigentes tienen en común….su amor por los bienes inmuebles en Estados Unidos, aunque es muy probable que en el fondo sean afines ideológicamente.

Los “ciudadanos” militantes de sus partidos se enteraron en redes sociales o en los medios de comunicación que iban a participar en alianza en el proceso electoral de 2018, que ya habían tomado la decisión por ellos y que era el sacrificio que deberían estar dispuestos a llevar a cabo para hacer de México un país mejor. No había que consultar a nadie pues la propuesta era magnífica, para eso tienen a sus líderes inmaculados.

Los objetivos del FAD deberán materializarse, dicen, en el cambio de régimen, aunque los objetivos reales y no tan velados son ganarle la elección al PRI y cerrarle el paso a Andrés Manuel López Obrador. Es muy difícil el malabarismo verbal para convencernos que sus propósitos van más allá de ganar una contienda. No parece haber pruebas en contrario en aquellas entidades en que han ganado gubernaturas en coalición. Evidentemente en aquellos estados donde se han coaligado, depende mucho de la fuerza política local como para aspirar a ir más allá de la coyuntura electoral. El caso de Baja California en la elección de gobernador en 2013 es muy claro; al PRD solamente se le dio un cargo de segundo nivel en el gabinete. De cambios estructurales no hay mucho que contar a lo largo de la geografía nacional.

Por eso resulta irrisorio que el PRD sueñe con que le concedan la posibilidad de designar al candidato. Sabemos que la propuesta perredista de “candidato ciudadano” recae en la persona de Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la Ciudad de México, quien ha vendido la imagen de que no pertenece al PRD…formalmente, porque abandera el proyecto que el grupo hegemónico perredista denominado “Los Chuchos” impulsa. Una izquierda descolorida y dispuesta a pactar con quien sea para ganar algunos cargos.

En el ala azul, las cosas no pintan bien para el FAD. En un principio los suspirantes presidenciales lo aplaudieron; con el transcurso de los días ven que no era tan sencillo. Ricardo Anaya encontró un distractor apropiado para seguirse exponiendo mediáticamente y poder manejar la presión que sobre todo del frente calderonista le llega pues Margarita Zavala está empeñada en ser la abanderada. Muy difícil sobre todo porque tiene que pasar sobre Anaya, Rafael Moreno Valle, Luis Ernesto Derbez, Ernesto Ruffo Appel, Juan Carlos Romero Hicks, más los que se sumen.

La sinrazón ha llegado de la boca de Vicente Fox quien la semana pasada tuvo la genial ocurrencia de plantear que al frente amplio también debería unirse el PRI. Y algún otro ya en esa línea propuso que invitaran al PVEM. En este México nuestro la estupidez parece no tener límites. Un frente para derrotar al PRI, integrado por el PRI, sería como el loco del ex presidente de Ecuador Abdalá Bucaram que decidió abanderar una marcha para protestar contra su gobierno.

Cuánta razón tiene Jesús Silva-Herzog Márquez en su artículo de este 3 de julio publicado en Reforma: “De reojo al frente”: “La ocurrencia del frente no representa un diagnóstico de la situación crítica del país. Tampoco una propuesta viable. Es confesión de la miseria de las oposiciones y de los intereses de sus líderes. La negociación entre los partidos es un engaño a sus militantes y al país. Una farsa que concede que la verdadera política está en otro lado. Si en algo puede confiar el PRI es en sus adversarios”.

Víctor Alejandro Espinoza
El Colegio de la Frontera Norte