Transiciones: Disputar los votos

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Investigador de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 11 de agosto de 2014


El próximo 7 de octubre arranca un nuevo proceso electoral federal; ocho meses después, el 7 de junio de 2015, habrán de concurrir comicios en 17 entidades, en nueve de las cuales se renovarán las gubernaturas. El abanico de opciones partidistas se ha ampliado con la reciente aprobación de tres nuevos partidos políticos: MORENA, Frente Humanista y Encuentro Social. En total, 10 organizaciones políticas conforman el espectro de opciones para la elección en puerta (más los partidos locales, donde habrá comicios).
A los tres mencionados debemos agregar: PRI, PAN, PRD, PT, PVEM, Movimiento Ciudadano y Nueva Alianza, diez partidos políticos que se estarán disputando los votos de los ciudadanos. Y desde luego a ese amplio espectro se agregarán las candidaturas independientes.
Para los tres partidos de nueva creación después del viacrucis que pasaron para obtener el registro, se enfrentarán a su primer escollo sin la posibilidad de competir en alianza o coalición; la ley se los prohíbe y tendrán que ir solos. Pero no sólo eso, deberán obtener el 3 por ciento de los votos si desean continuar con vida. Esto también se aplica para los siete restantes. Puede darse el caso que en la elección federal un partido logre ese porcentaje mínimo de sobrevivencia, pero no en las elecciones locales, perdiendo su acreditación como partido nacional en esa entidad.
Los tres nuevos partidos tendrán acceso a tiempos oficiales para difundir sus spots. Sin embargo, será limitado, equivalente al que recibirán los candidatos independientes.
El del tiempo oficial en los medios electrónicos será un gran reto para el Instituto Nacional Electoral: al parecer ya se están tomando cartas en el asunto para compactar un poco los tiempos y evitar la dispersión; aunque difícilmente creo que se solucionará en esta elección y viviremos de nuevo la “spotización” de las campañas.
Ya veremos cómo responden los ciudadanos ante la oferta electoral. Será una prueba de fuego para los partidos, sobre todo para los nuevos. Tienen ante sí un serio desafío: convencer a los reticentes ciudadanos que no creen en ellos y que consideran que todos, nuevos y viejos, son lo mismo.
Bajo la democracia los partidos se enfrentan a esa ley de hierro; para ganar electores se han tenido que ir corriendo al centro del espectro político. Han diluido su identidad. No pueden ser reconocidos como de derecha o izquierda o como conservadores o progresistas; obreristas o proempresariales; católicos o ateos. Si así fuera, no estarían en condiciones de ganar elecciones y acceder al poder. Todos se parecen entre sí cada vez más. ¿Cómo diferenciarse? Por ejemplo, el PES no podrá limitarse a ofertar una ideología cristiana y conservadora, aunque esa sea su naturaleza. Por esa vía perdería el voto católico y de amplios sectores de la población. Ese es un desafío enorme para quien aspira a obtener al menos el 3 por ciento de los sufragios.
El reto partidista es transformar esa visión negativa que los ciudadanos tienen acerca de los actores políticos y, en sociedades como la nuestra, remontar el abstencionismo.

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