Transiciones: Descrédito

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Profesor e investigador de El Colef de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 20 de abril de 2016

Víctor Alejandro Espinoza

Arrancaron las campañas electorales este martes 12 de abril y con ellas una intensa actividad cíclica de partidos políticos y candidatos con y sin partido. No hay registro de elección con tal número de aspirantes a tan escasos cargos: apenas 25 asientos en el Congreso y 5 alcaldías en el caso de Baja California. Debe ser buen negocio eso de embarcarse en pos de un puesto de elección, sino difícilmente podríamos explicarnos los incentivos por entrar en el juego electoral.

No es sencillo ser candidato en estos momentos cuando nadie parece creer en la política profesional; cuando pronunciar la palabra político es una mala palabra; cuando todos hacen mofa de los partidos, los funcionarios, la clase política. ¿Cómo llegamos a tan lamentable situación? ¿Cómo afecta a nuestra débil democracia esa separación, esa brecha entre ciudadanos y políticos?

En los últimos meses la ciudad de Tijuana en particular padece graves problemas de tráfico. Para un importante sector de la población dichos problemas están relacionados con el proceso electoral. Hasta los embotellamientos les son endilgados a los partidos políticos y candidatos, por absurdo que se escuche. Pregunto directamente a un grupo de personas y me responden que lo que sucede es que como los candidatos traen sus equipos de apoyo y hay muchos partidos disputándose las esquinas, obstruyen el tráfico, invaden las aceras y generan el caos vial.

Lo cierto es que a últimas fechas se han iniciado obras a lo largo de toda la ciudad. Nuevos puentes, semáforos, drenaje, pavimentación, etc., todo al mismo tiempo: el resultado es el desquiciamiento urbano. He sido testigo de que a las horas de mayor tráfico algún funcionario dio la orden de pintar los cruces y esquinas, con lo cual el desastre vial se potencia. Para los enojados automovilistas la culpa la tienen las elecciones; así como lo lee. Se trata, piensan los ciudadanos, de ponerse a hacer obras y trabajos para ganar votos.

Y pensando mal este autor hasta parece coincidir con los molestos automovilistas. ¿Por qué todas las obras se inician al mismo tiempo? ¿Por qué no se trabaja en distintos horarios para disipar dudas? El problema es que en la frontera tenemos la oportunidad de contrastar y lo que vemos en California es que por grandes que sean las obras, los tiempos de construcción son sumamente reducidos y se cumple con lo prometido. Para ello de preferencia se trabaja toda la noche para evitar afectar la circulación. En cambio de este lado, lo menos que se cree es que se cumplirá con los plazos prometidos.

Hoy que el espacio preferido por partidos y candidatos para hacer campaña son las redes sociales, y dada su marginal regulación (el INE ha anunciado que estará atento a la compra de espacios para propaganda) las campañas negativas se desarrollarán en gran medida en dicho espacio. Si bien no toda la población tiene acceso a Internet, un sector en crecimiento si es usuario habitual, lo que originará que el “lodazal” salpique más allá de las redes y genere mayor rechazo a la clase politica e inhiba la participación electoral.

La proliferación de partidos politicos y candidatos no necesariamente se traducirá en mayor participación ciudadana. La confusion acerca de lo que prometen y la falta de diferenciación entre ellos pudiera resultar en mayor abstencionismo ciudadano. Ya veremos si se prueba esta hipótesis.

Retorno
Un poco más de un año después regresa mi columna Transiciones a las páginas de Frontera y La Crónica; espero que esta segunda época sea igual de duradera que la primera (casi 16 años). Por aquí nos leeremos semana a semana.