Transiciones: Contrastes

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Opinión de Victor Alejandro Espinoza Valle Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 14 de diciembre de 2016

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir como invitado a un seminario a la ciudad de Mérida, Yucatán. Aproximadamente una década atrás había recorrido la capital yucateca; y me impresión fue totalmente diferente a la que ahora tuve. Una ciudad muy extendida, limpia, bien ordenada, con amplias avenidas y con una población sumamente orgullosa de la tranquilidad y seguridad con la que se vive. A eso se adiciona que mis amigos Efraín Eric Poot Capetillo y Uuc-kib Espadas se encargaron de mostrarme la ciudad y sobre todo sus delicias gastronómicas.

La “blanca Mérida” hace honor a su mote; desde luego que habría que conocer más a fondo los problemas urbanos y sociales que padece toda ciudad, pero aquí sólo escribo a partir de impresiones. Y es que al ser mi padre de Campeche, siempre he sentido mucha cercanía con toda la región del Golfo. Antecedentes mayas familiares que identifican.

Cuando uno viaja es inevitable el contraste con lo que vive de manera cotidiana. La frontera es tan lejana de la realidad yucateca. Las ciudades fronterizas crecieron de manera desordenada y sin ningún tipo de control urbano. Se construyó en zonas no aptas, en pendientes y laderas; sin posibilidades de dotar de servicios a sus habitantes. Además, un crecimiento fincado en la industria maquiladora, con resultados perniciosos en términos de crecientes cinturones de miseria. La marginación en la que viven miles de fronterizos es desesperante. La suciedad y la basura se acumulan. Calles, banquetas y camellones lucen abandonados. No digamos la falta de iluminación que es un distintivo y que incrementa la inseguridad.

En Mérida crecen como hongos los centros comerciales, con tiendas que sólo encontramos del “otro lado”. Una hipótesis sin grandes pretensiones teóricas: en ciudades fronterizas como Tijuana se construyen centros comerciales para quienes carecen de documentos legales para cruzar a Estados Unidos: pobres y clase media baja. No se tendría capacidad de competencia contra las grandes firmas norteamericanas y europeas establecidas a pocos kilómetros de la frontera y a donde acuden las clases medias altas y propietarias mexicanas. En el caso de Mérida, los ricos tenían la tradición de ir de compras a Miami y a la zona franca de Chetumal, Quintana Roo. Hoy se ha ido perdiendo ese recorrido pues las tiendas de marca ya se encuentran en su ciudad.

Sólo en la frontera la población sigue con preocupación la cotización diaria del peso frente al dólar. El recorrido cotidiano nos lleva a “checar” cómo se comporta el deslizamiento de nuestra moneda. Todo lo traducimos a dólares, así es el tamaño de nuestras deudas. Muchas operaciones cotidianas se establecen con base en la moneda norteamericana. En las ciudades del centro del país no existe esa preocupación aunque la ola expansiva de la devaluación les llegue en determinado momento; no es automático y eso genera una percepción distinta de lo que le suceda al peso frente a otras monedas y a su economía.

Para los fronterizos sí es muy importante tener y conservar una visa de internación a Estados Unidos. El triunfo de Donald Trump hizo crecer las preocupaciones acerca del futuro de la frontera, no sólo en lo que respecta a la posibilidad de las deportaciones, sino a que los controles para el ingreso por las garitas se torne más hostil. Muchos oficiales inmigración podrían comportarse “más papistas que el papa” y pensando ser coherentes con la nueva política de su jefe, recoger las visas de manera arbitraria.

Recientemente viendo un programa de debate, el periodista Carlos Marín mostrando total desconocimiento, afirmaba que no pasaría nada si Estados Unidos decidía retirar o no otorgar nuevas visas de turismo. Que incluso ponía a disposición la suya. Se trató de una pequeña muestra de ignorancia y de alejamiento con lo que esa medida afectaría a la frontera norte. México es un país de contrastes; tan desigual pero tan compartido. Tan contrastante en su riqueza y su miseria, donde conviven diferencias y semejanzas. Todo eso reflexiono en un viaje corto y placentero por la capital yucateca.

Victor Alejandro Espinoza Valle
El Colegio de la Frontera Norte