Transiciones: Continuidad perredista

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle investigador de El Colegio de la Frontera Norte

viernes 19 de septiembre de 2014

El pasado domingo 7, el PRD celebró comicios para elegir a sus consejeros nacionales, estatales y municipales, quienes habrán a su vez de votar en una convención programada para el 5 de octubre, para definir a su nuevo presidente y secretario general, entre otros cargos. Cerca de 1 millón 800 mil perredistas acudieron a las urnas instaladas a lo largo del país. Pese a las denuncias e impugnaciones, fue una jornada relativamente tranquila, sobre todo si la comparamos con procesos anteriores de la elección de sus dirigentes.
Con la reforma política de finales del año pasado y la puesta en marcha de la legislación secundaria correspondiente se estableció que el nuevo órgano electoral, el Instituto Nacional Electoral, estaría facultado, a petición del partido político respectivo, para organizar sus elecciones. La del PRD fue la primera elección de esta naturaleza en la historia mexicana. No es cualquier cosa.
Un partido que se fundó un 5 de mayo de 1989 y que lo conforman cantidad de grupos que se comportan y autonombran como “tribus”, y cuya baja institucionalización convierte en coyunturas muy explosivas los procesos de renovación de dirigencias, al parecer ha salido airoso de este trance; bueno, no se puede cantar victoria hasta que no concluya el proceso con la formalización de la nueva presidencia.
Desde hace tiempo la Corriente “Nueva Izquierda”, se ha convertido en la tribu hegemónica del partido, sobre todo durante las dos presidencias de los “Chuchos”: Jesús Ortega, primero, y Jesús Zambrano, después. Todo indica que la coalición chuchista se ha alzado con el triunfo al obtener el 60 por ciento de los consejeros, lo que significa que el nuevo presidente será Carlos Navarrete, con lo cual Nueva Izquierda continuará detentando el poder.
Lo que llama la atención es que los Chuchos han convertido a Andrés Manuel López Obrador en su principal adversario político. Debido a los costos derivados de haber firmado el Pacto por México, que incluía las 11 reformas estructurales del gobierno de Enrique peña Nieto, políticamente se quedaron sin banderas. Su principal crítico, AMLO, quien les recuerda una y otra vez esa decisión, se ha convertido en su obsesión y piedra en el zapato.
Aunque lo niegue su dirigencia, la principal preocupación del PRD es una posible desbandada hacia MORENA. No sólo de militantes, sino de votos el próximo 7 de junio, cuando habrá de renovarse la Cámara de Diputados y se celebrarán elecciones en 17 entidades. MORENA utilizará como estrategia criticar las reformas y a quienes suscribieron el Pacto; el PRD posiblemente base su discurso en los problemas de inseguridad y las consecuencias de la reforma energética. AMLO tendrá mucho “parque”; los chuchos se cuidarán más de no perder votos que de criticar al gobierno priista. La obsesión será AMLO y no EPN; ni modo, “el que se lleva se aguanta”.
Nota final:
Hace unos días, de visita en Baja California, Cuauhtémoc Cárdenas hizo señalamientos críticos respecto a la situación que vive su partido. Afirmó que mientras continúe la pugna entre tribus y grupos el PRD no tiene futuro; y cuestionó la política de alianzas electorales con el PAN. Dijo que no aspira a cargo o candidatura alguna: pues “eso es para otros”. Claro y contundente el ingeniero.

-Dr. Víctor Alejandro Espinoza, investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública.