El miércoles 29 de abril tuvo lugar el debate entre los candidatos a la presidencia nacional del PAN: Gustavo Madero y Ernesto Cordero. Se trató de un evento relevante no sólo para la militancia panista sino para el resto de los mexicanos. El PAN es uno de los tres partidos más importante de nuestro país: fundado en 1939, nació como un partido liberal de derecha contrario a las ideas socialistas del presidente Lázaro Cárdenas.
El PAN tuvo la oportunidad de ser gobierno en el año 2000 después de décadas de oposición: primero Vicente Fox y luego Felipe Calderón llegaron a la presidencia de la República: hoy los representantes de dos grupos ligados a ese pasado inmediato se disputan la dirección nacional: Madero es cabeza de un grupo entre quienes destacan personajes del primer gobierno; de manera conspicua Santiago Creel Miranda, secretario de gobernación con Fox. Por otro lado, Ernesto Cordero, quien fuera secretario de Desarrollo Social y de Hacienda y Crédito Público en el gobierno de Felipe Calderón, encabeza la oposición a Madero.
La paradoja es que a su manera, los dos candidatos representan el continuismo: Madero en la dirección nacional, busca la continuidad de lo que ha sido Acción Nacional en los últimos tres años; y Cordero reivindicar la obra de su mentor, Felipe Calderón. Me llama la atención que Cordero se ostenta como el candidato del cambio; sí pero un cambio hacia el pasado.
Durante el debate (y también durante la larga campaña, habría que señalar), Cordero ha decidido obtener el voto de la militancia a través de un discurso que pone el acento en los logros de los gobiernos panistas: para él las políticas emanadas de los gobiernos azules han logrado la prosperidad de la que “goza” el país y los mexicanos que tienen el inmenso privilegio de vivir en territorios azules. Ese es, casualmente, el objeto de la nueva fundación recientemente presentada por Calderón: difundir las buenas nuevas.
Madero ha llevado a cabo una campaña y un discurso basado en la autocrítica hacia los gobiernos de extracción panista. Es una verdadera novedad en el discurso de un dirigente blanquiazul. Su gran debilidad es la identificación que hace el grupo contrario con las políticas del gobierno de Enrique Peña Nieto. Madero lo justifica diciendo que las reformas estructurales del último año tienen el ADN panista: son logros de Acción Nacional. Eso tiene una doble repercusión: si las reformas se traducen en beneficios para los mexicanos, serán capitalizados tanto por el PRI como por el PAN; si no hay repercusiones positivas antes de la elección presidencial de 2018, los costos pueden ser para el PAN y el grupo de Madero, pues ellos insisten en la paternidad reformista.
Tras el primer debate quedaron muchos temas en el tintero. Sobre todo no hubo discusión sobre las propuestas necesarias para superar los grandes problemas nacionales. Y otra cosa: la transmisión por internet fue pésima. Hace unos días, la periodista Carmen Aristegui invitó a ambos contendientes a un nuevo debate y se fijó la fecha del martes 6 de mayo. Sin embargo, de último momento Gustavo madero decidió cancelar su participación; mediante un comunicado explicó que ante la imposibilidad de atender las múltiples invitaciones de diversos medios de comunicación “nuestra campaña optó por solicitar a la CONECEN que organice un segundo debate con señal abierta para que pueda ser subida por los medios que les interese”. Ese mismo día, la Comisión Organizadora Nacional de la Elección del Comité Ejecutivo Nacional del PAN (CONECEN), respondió que la realización del segundo debate depende de la respuesta de ambos contendientes. A unos días de los comicios internos, el más interesado en que haya un nuevo debate debe ser Gustavo Madero; su contrincante Ernesto Cordero, aprovechará la ausencia de Madero en el espacio comprometido con Carmen Aristegui para atacarlo, así como la posible utilización de la imagen de un candidato diezmado por recientes padecimientos que lo obligaron a dejar unos días la campaña. Todo ello en el contexto de una elección muy competida. Estamos a unos días de conocer el rumbo que tomará la dirección nacional panista.
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