[:es]En los días posteriores al martes negro (8 de noviembre) he escuchado todo tipo de hipótesis y teorías para tratar de explicar lo que pasó por la cabeza de los ciudadanos estadounidenses para tomar la decisión de votar por un personaje como Donald Trump. ¿Cómo fue posible tomar esa decisión tan descabellada?, se preguntan muchos. Otros, decidieron apostar por la salida fácil de un candidato antisistema que les prometió regresar la grandeza a Estados Unidos “Make America Great Again”.
¿Cómo fue posible que “de acuerdo a las encuestas de salida, más del 40% de las mujeres hayan votado por un hombre que las considera un objeto…como no entiendo que más del 30% de los latinos hayan votado por Trump…Y qué decir de los famosos millenials, aquellos jóvenes entre 20 y 35 años de edad, que se hicieron adultos en plena prosperidad económica con el cambio de milenio, y que se consideraban muy progres” (Leo Zuckermann, “Me equivoqué”, Frontera, 10/11/2016, p.16).
Como tampoco resulta comprensible que el 14% de la comunidad LGBT haya votado por el candidato republicano o que el 45% de población con estudios universitarios también lo hayan hecho o que los afroamericanos no hubieran salido a votar o hasta que el 29% de asiáticos se manifestaran por el candidato anaranjado. (http://www.elfinanciero.com.mx/pages/central-politica-colegio-electoral-beneficia-a-donald-trump.html)
Incrédulos, enojados y luego tristes, observamos cómo iban cayendo cada uno de los estados hasta rebasar la meta de 270 votos electorales que requería cualquier candidato para convertirse en el nuevo presidente del país más poderoso, y con quien compartimos la mayor frontera del mundo occidental, pero también todo tipo de intercambios económicos, sociales, culturales y políticos. Nos fuimos a dormir esa madrugada del 9 de noviembre con la esperanza de despertar por la mañana como de una pesadilla. No recuerdo en la historia fronteriza un estado de pesadumbre mayor. Lo que inició como una ocurrencia del empresario-actor, se convirtió en una realidad. De golpe supimos que su triunfo era inevitable.
Más comprensible resulta que a mayor edad la gente haya decidido votar por Trump. Los mayores al parecer van adquiriendo prácticas más conservadoras. Por rangos de edad, los que se ubican entre 18 y y 29 años votaron a su favor el 37% (muy alto); entre 30 y 44 años el 44%; 45 a 64 años un 53% lo mismo en el rango de 65 y más. Por grupo racial fueron los blancos los que registraron el mayor porcentaje con el 58% y gente sin educación universitaria alcanzó el 51% (Ibidem). Hay un dato muy interesante que proporciona el Pew Research Center; quienes son más asiduos a servicios religiosos (de todas las religiones, aunque en Estados Unidos son mayoritariamente cristianos no católicos), votaron por Donald Trump. Quienes acuden al menos una vez a la semana votaron a su favor el 56%; una vez al mes 49%; pocas veces al año 47% y los que nunca van a la iglesia: el 62% votaron a favor de Hillary Clinton. Por eso en el “cinturón evangélico”, que son los estados del centro del país, votaron a favor de Trump.
Hay un problema de diseño institucional electoral cuando el candidato que obtiene el voto mayoritario de los ciudadanos no alcanza la presidencia. Así como en el año 2000 le sucedió al candidato demócrata Albert “Al” Gore quien obtuvo mayor número de sufragios que George Bush Jr; ahora Hillary Clinton se impone en el voto popular a Donald Trump y sin embargo no será presidenta. Considero que es el momento de revisar si el “voto indirecto”, a través de un Colegio Electoral, es la mejor opción para un sistema democrático de representación. Muchas voces se alzan ahora mismo en Estados Unidos reivindicando la necesidad de un cambio en su sistema electoral. Por lo pronto, los ciudadanos comienzan a salir del azoro y protestan contra aquellos que llevaron al triunfo a un candidato tan controversial como Trump. En la medida que los ciudadanos se movilicen, protesten y exijan, en esa medida se podrán atemperar muchas de las posiciones radicales y políticas discriminatorias del nuevo inquilino de la Casa Blanca; es una buena vía para resistir durante los próximos 4 años.
Victor Alejandro Espinoza Valle
Investigador de El Colegio de la Frontera Norte [:]