Transiciones: Balotaje

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Profesor-investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 3 de diciembre de 2015

En las últimas semanas el PAN ha venido difundiendo su intención de presentar en el Senado una iniciativa de reforma electoral para introducir la segunda vuelta electoral –balotaje- en los comicios presidenciales y que tenga efecto a partir de 2018.

Esta idea no es nueva para el Partido Acción Nacional, como nos lo recuerda Gustavo Ernesto Emmerich, en su artículo: “La segunda vuelta electoral: modalidades, experiencias y consecuencias políticas”, (2003) (http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/7/3182/8.pdf): “El 17 de marzo de 1998 el diputado Rafael Castilla Peniche, del Partido Acción Nacional, presentó una iniciativa de reforma al artículo 81 constitucional, ‘para establecer un régimen de segunda vuelta en la elección presidencial’; (a su vez) la Comisión para Asuntos de la Reforma del Estado, coordinada por Porfirio Muñoz Ledo, propuso en 2001 ‘adoptar el principio de la segunda vuelta electoral, mediante un sistema de mayoría absoluta’, en la elección para cargos ejecutivos federal y locales. Por su lado, (Giovanni) Sartori ha propuesto que México la aplique para la elección de diputados. La segunda vuelta cuenta con partidarios y detractores en México”.

El artículo 81 constitucional establece que “La elección del Presidente será directa” (http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/fed/9/82.htm?s=); lo que proponen los senadores panistas es que la segunda vuelta tendría que llevarse a cabo cuando ninguno de los contendientes obtuviera el 50 por ciento más uno de los votos válidos. La vicecoordinadora de la bancada del PAN en el Senado, Mariana Gómez del Campo Gurza, da los siguientes datos a manera de justificación de la propuesta: “En 1976 la diferencia entre el primer y el segundo lugar rondaba el 87 por ciento; en el 88 el margen con el que se ganó fue del 19.56 por ciento; en 2006 se tuvo la contienda más competitiva de la historia, donde la distancia fue de apenas el 0.56 por ciento. En 2012 la diferencia que muchas casas encuestadoras señalaban que resultaría superior al 10 o 15 por ciento, terminó siendo del 6.62 por ciento” (Francisco Sarabia, “Segunda vuelta en los comicios del 2018 propondrán panistas en el Senado”, Río Doce, 17/10/2015, (http://riodoce.mx/sincategoria/segunda-vuelta-en-los-comicios-del-2018-propondran-panistas-en-el-senado).

Si bien la mayoría de analistas y estudiosos está a favor de la segunda vuelta en elecciones y de que son muchos los países con sistemas presidencialistas que la han adoptado, no puedo sustraerme al contexto en el que surge la propuesta y a las condiciones que existen para que en nuestro país se impulse de manera exitosa. Como vimos, en las últimas 4 elecciones presidenciales ningún candidato obtuvo el 50 por ciento más uno de los votos válidos; la última ocasión fue durante la controvertida elección de 1988, cuando oficialmente triunfó Carlos Salinas de Gortari con el 50.36 por ciento de los votos. Ante un escenario de alta competitividad me parece que de aprobarse la propuesta, en adelante todas las elecciones presidenciales se irían a segunda vuelta; ¿ello que implicaría?, una nueva campaña con los dos candidatos finalistas y muchos recursos económicos para replicar nuevos comicios a lo largo del país.

Sin embargo, quizás lo más preocupante es que estamos en una coyuntura muy complicada. La fragilidad de nuestra democracia es más que evidente, el único asidero tangible, los comicios, al parecer se han agotado como mecanismo supletorio de la necesidad de consolidación democrática. Es decir, la destrucción del viejo autoritarismo y la instauración de un nuevo régimen nunca tuvo lugar; a cambio hemos tenido sólo transformaciones en el sistema electoral y que ya no son suficientes para lograr la postergada consolidación. La segunda vuelta no parece la panacea para los problemas del sistema político presidencialista que me parece se ha agotado. Una salida intermedia podría ser que la segunda vuelta tuviera lugar cuando la diferencia entre el primero y el segundo lugar en la primera ronda fuera entre 1 y 3 por ciento, sin tomar en cuenta la obligatoriedad de obtener el 50 por ciento más uno de los votos. Con esa limitación, solamente se hubiera tenido que repetir la elección presidencial de 2006 y no las de 1994, 2000 y 2012.

Ya veremos si se materializa la reforma impulsada por el PAN; por lo pronto el PRI se ha manifestado en contra y el resto de los partidos no ha vertido una opinión. Pronto sabremos si el blanquiazul convence al PRI y al PRD para aprobar su iniciativa.