Los países en desarrollo, por su necesidad de empleo y su deseo de figurar en el contexto internacional, y México, no es la excepción, suelen aceptar jubilosamente cualquier gran inversión que llega o está cerca de su territorio, exaltando solo los beneficios a corto plazo sin evaluar los costos sociales que tienen estos proyectos. La mayor parte de los proyectos económicos de largo alcance, impulsados generalmente por grandes trasnacionales o multimillonarios, solo calculan lo cuantitativo, las ganancias, pero se olvidan del impacto que estos proyectos tendrán en sus ciudadanos, en las comunidades y en el medio ambiente. Los costos sociales, a diferencia de los (supuestos) beneficios económicos, no se ven de manera inmediata sino en el largo plazo, y para entonces es muy difícil sanear las afectaciones sociales y ambientales que los proyectos han causado. Los costos sociales a veces derivan (derivaran) en potenciales amenazas a toda una localidad y su entorno, a pesar del peligro potencial, los proyectos se aceptan bajo la premisa que nunca pasarán los eventos catastróficos que se menciona. En Matamoros, existe una planta química, de la que se ha dicho que una falla de un segundo en su sistema de seguridad pondría en peligro a Brownsville y Matamoros, ciertamente han pasado décadas de su estancia y esa catástrofe no ha acontecido, aunque el riesgo persiste.
Sin embargo, en otros proyectos, los costos sociales, y ambientales, llegan pronto, tal el proyecto de Space X Starbase de Elon Musk, que busca realizar viajes comerciales a la luna. El proyecto aunque visible a partir de 2023 con el primer lanzamiento, comenzó a delinearse desde 2010 mediante la selección del espacio para ubicarla, el cual finalmente quedo ubicado en terrenos de Boca Chica, Brownsville, Texas, cerca de la Isla del Padre y de Playa Bagdad en Matamoros. La entrada en funcionamiento, llevo varios años por la construcción de la infraestructura, contratación de trabajadores, pero sobre todo para cumplir todos los requerimientos del gobierno estadounidense. Mientras las autoridades se mostraban complacidas de la instalación de la base espacial, los más fuerte opositores fueron los ambientalistas, que mencionaba el espacio negativo que tendrá en la flora y fauna de la región. Brownsville y Matamoros, por sus resacas, su cercanía al mar, su clima y vegetación forman un área natural ecológica fundamental que recibe a cientos de aves migratorias año con año, y la Playa Bagdad es un santuario para el desove y preservación de la tortuga Lora.
A pesar de la oposición de los medioambientalistas que pedían más estudios sobre el impacto ecológico en la región, la base entró en funciones e hizo su primer lanzamiento en abril de 2023 (https://oem.com.mx/elsoldetampico/local/lanzamiento-de-starship-fue-visto-desde-playa-bagdad-en-matamoros-tamaulipas-162986). El lanzamiento fue celebrado con algarabía y como muestra de entrada en la región al mundo de la industria aeroespacial. Las autoridades gubernamentales de Matamoros expresaban como algo benéfico e incluso comenzaron a mencionar la formación de técnicos e ingenieros en la rama aeroespacial. No obstante, desde el inicio había sido evidente que, en Matamoros, y del lado mexicano, en general, no teníamos idea de lo que se estaba iniciando. Asistentes a ese primer despegue coinciden que “no sabían que iba pasar” y que para ellos era una fiesta, un espectáculo amenizado con música y comida, en los bordes de la playa Bagdad, a la que acudieron personas de Reynosa, Monterrey y de otras regiones para presenciar el evento, mencionaban que, del lado mexicano, “se había visto más cerca”, en tanto que en el lado texano se había prohibido el acercamiento de personas a varias millas. Fue hasta que oyeron el sonido tan fuerte y el despegue que cimbró la tierra y ahuyento a la fauna, cuando se tomo conciencia de la envergadura del proyecto.
Los lanzamientos posteriores, en donde ya la autoridades impidieron un mayor acercamiento a la Playa, mostraron otros inconvenientes, los lanzamientos cimbraban las casas, tronaban las ventanas, y afectaban a las aves, curiosamente algunas especies empezaron a aparecer más en la ciudad que en sus hábitats tradicionales. A pesar de ellos, las autoridades matamorenses no iniciaron estudios ambientales o una reunión con sus contrapartes para conocer los impactos. Las decisiones de los lanzamientos fueron siempre unilaterales, sin tomar en cuenta el lado mexicano, a pesar de los efectos que cada lanzamiento tenía. Los que tenemos experiencia en los costos sociales de proyectos industriales, como quien escribe, empezamos a recordar como este tipo de proyectos afecta los recursos naturales, sobre todo las playas. En ese sentido, la afectación de la Playa Bagdad, una playa virgen de áreas suaves, saldría afectada en cualquier momento.
No se tuvo que esperar mucho, el 1 de junio de 2025, después de la explosión del cohete que se había lanzado el 27 de mayo, toneladas de basura comenzaron a llegar a las aguas de la Playa Bagdad (https://www.milenio.com/ciencia-y-salud/reportan-basura-space-contamina-playas-tamaulipas), componentes de la nave espacial, tanques del sistema contraincendios y mucho más fueron encontrados, se estimaba que había casi ¡20 toneladas de basura espacial! Alrededor de 40 kilómetros del litoral del Golfo de México. El problema fue catalogado como catástrofe ecológica que no solo afectaba a la fauna sino a los cientos de pescadores que realizan sus actividades en esta región. El problema a pesar de ser mayúsculo solo fue atendido por autoridades locales y más tarde estatales. El gobierno federal permaneció ausente, cuando el problema ameritaba la atención inmediata.
Por el contrario, en lugar de solucionarlo, se visualizaban más problemas. Durante junio, se sueltan cientos de crías de tortuga Lora, que están protegidas, y que corrían peligro por los millones de microplásticos que había en la playa, (https://aristeguinoticias.com/200625/naturaleza/microplasticos-de-cohete-de-spacex-amenazan-liberacion-de-tortugas-en-tamaulipas-conibio-global) . La situación se complicó cuando la noche del 19 de junio aconteció una explosión en la base de Space X que iluminó de rojo la noche de Matamoros (https://www.facebook.com/watch/?v=733310169096831), nuevamente los desechos cayeron en el Río Bravo y la Playa Bagdad.
La catástrofe de las aguas tamaulipecas fue imposible de seguirse ocultando, y fue hasta el 24 de junio, cuando los funcionarios de SEMARNAT y PROFEPA hicieron un recorrido de la playa tamaulipeca, quienes atestiguaron la enorme contaminación con basura espacial que existe en la zona, después de este informe, el 25 de junio, la Presidenta Claudia Sheinbaum expresó la interposición de una demanda contra Space X por esta contaminación (Sheinbaum demandará a SpaceX de Musk por contaminación provocada por lanzamientos de cohetes). Lo que, sin duda, constituye un avance fundamental, sin embargo, demandar a uno de los hombres más ricos del mundo, y hacerlo responsable de los costos ambientales, no será fácil será necesario sustentar la demandas con estudios ambientales sólidos y acompañados de abogados en litigios ambientales internacionales. Un camino largo. Sin embargo, las aguas ya contaminadas no pueden esperar a este veredicto, resulta central que el gobierno federal en comunicación cercana con el Gobierno de Tamaulipas y Matamoros, inicien un programa integral para el saneamiento de esta región, no solo es el rescate de la playa como recurso turístico sino de un recurso natural acuífero central para los seres vivos que poblamos esta región.
Cirila Quintero Ramírez
El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Matamoros.
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