Opinión de Jorge A. Bustamante Fundador e investigador emérito de El Colegio de la Frontera Norte y Miembro del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 9 de mayo de 2012

Las diferencias entre México y Estados Unidos sobre cómo se entiende y cómo se mide la migración desde el primero al segundo país son cada vez más grandes. En México se entiende como un fenómeno bilateral en sus causas y en sus consecuencias. Sus causas tienen sus raíces en un mercado internacional de mano de obra conformado por una demanda de mano de obra barata desde allá y una oferta de esa mano de obra desde acá. De la bilateralidad de ese mercado de mano obra se deriva que la vía para una solución de los problemas derivados de ese mercado tiene que ser una negociación bilateral. En cambio, en Estados Unidos predomina el entendimiento de que la presencia de migrantes indocumentados allá es un problema de criminalidad y de seguridad nacional que solo puede resolverse con medidas policiales o militares de carácter unilateral a través de una «reforma integral» (comprehensive immigration reform) aprobada por su Congreso que, por definición, sería una decisión unilateral. Ninguno de los dos más probables contendientes para la próxima Presidencia de Estados Unidos (Mitt Romney por el Partido Republicano y Barack Obama por el Demócrata) ha siquiera mencionado la vía de la negociación bilateral como solución a la cuestión migratoria y ambos sostienen que ésta solo puede alcanzarse por la vía unilateral, sin reconocer que ésta no podría aplicarse fuera del territorio de su país, no obstante que todos sus inmigrantes, por definición, provienen de fuera de su territorio. Estas diferencias se están viendo agravadas por las que se derivan de cómo se miden los flujos migratorios en cada país.

En México se miden por un consorcio de dependencias gubernamentales que han aceptado el procedimiento científico desarrollado por El Colegio de la Frontera Norte (Colef) llamado Emif (Encuesta sobre migración en la frontera), que se realiza cada año desde 1993, a base de muestreos probabilísticos de selección sistemática al azar de los flujos migratorios en las principales ciudades de la frontera norte de México. Los resultados de estas encuestas han sido regularmente publicados por el Colef desde hace más de 10 años.

En Estados Unidos la principal fuente de estadísticas de la inmigración es la conocida como Pew Hispanic Center. En esta empresa trabaja el demógrafo estadounidense más respetado en estudios de migración, Jeffrey Passel. Sus fuentes de información son las encuestas con muestreos nacionales que hace regularmente el Pew. Su carácter científico es de alta calidad. La gran diferencia entre lo que se mide allá y lo que se mide acá radica en sus respectivos marcos de muestreo. El de allá se basa en fuentes estadounidenses con datos generales, sin distinciones regionales. El de acá produce estadísticas seriadas anualmente, con características socioeconómicas de los migrantes y de los flujos migratorios de ida a Estados Unidos y de retorno a México, distinguidos por la salida de México y el retorno respectivamente, por las ciudades del Noreste (de Ciudad Juárez a Matamoros) y del Noroeste del país (de Sásabe, Sonora, a Tijuana).

Los datos del Colef están resumidos en una gráfica (cuya copia enviaré a quien me la solicite a: jbustama@nd.edu). En esta gráfica se puede apreciar que, a diferencia de los datos que citan varios investigadores como el propio Passel, Douglas Massey y Jorge Durand, en el sentido de que la diferencia entre los que emigran a Estados Unidos y los que retornan a México ha llegado a cero, la gráfica que ofrezco muestra que, el número de los que retornan a México por las ciudades del noreste de la frontera, ha estado aumentando, de 2005 a 2011, en tanto que, el número de los que retornan a México por las ciudades del noroeste durante esos mismos años está descendiendo. Estos datos demuestran que: 1) Los efectos de la crisis económica han producido efectos diferentes cuando se distinguen los flujos migratorios por regiones y, 2) Que esto sugiere la necesidad de ser más cautelosos al afirmar que las diferencias entre salidas y retornos están llegando a cero. Esa gráfica sugiere que la dinámica de los flujos migratorios entre los dos países es mucho más compleja de lo que suponen los que anuncian que se acercan a un equilibrio entre salidas y entradas. Más bien sugieren que la interacción entre oferta y demanda de mano de obra entre los dos países podría volver a su dinámica tradicional una vez superada la crisis, como ya lo está demostrando la recuperación de las remesas, según los datos más recientes del Banco de México.