Opinión de Víctor Alejandro Espinoza de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 2 de febrero de 2012

La noticia de los últimos días ha sido la ruptura de la alianza entre el Partido Nueva Alianza (PANAL) y el PRI. La han llamado de manera elegante “separación voluntaria”; lo cierto es que el matrimonio se rompió. No es una cuestión menor en el panorama político nacional tomando en cuenta que afecta el proceso electoral.

Hay muchas conjeturas acerca de las causas y los efectos del rompimiento. En el primer caso, hay quien considera que fue una decisión de Enrique Peña Nieto ante el eventual embate de sus adversarios debido a la mala imagen de la profesora y los cargos que se le habían prometido, entre otros, a familiares. También, hay quien dice que es producto de la presión al interior del PRI, precisamente por los mismos argumentos. Pero centrémonos en los probables escenarios derivados de la ruptura.

La primera participación en un proceso electoral del PANAL fue en la elección de 2006, pues había sido fundado el 30 de enero de 2005. En aquella ocasión su candidato presidencial, Roberto Campa Cifrián,  obtuvo sólo el .96% de los votos, que en números absolutos fueron 401 mil 804 sufragios; sin embargo, los candidatos a diputados federales alcanzaron el 4.54%, 1 millón 722 mil 83. Con ello refrendaron el registro (pues es el 2% lo que se requiere para ello). ¿Por que las diferencias? Porque su lideresa, la maestra Elba Esther Gordillo, llamó a votar por el candidato presidencial del PAN, Felipe Calderón y no por el de su partido; aunque si por los candidatos al resto de cargos. La razón: la negociación hoy reconocida públicamente con el candidato panista.

En la siguiente elección, en la intermedia de 2009, el PANAL obtuvo 1 millón 181 mil 850 votos, lo que hace un porcentaje del 3.41%. Se situó por encima de Convergencia y el Partido Socialdemócrata. Es decir, el partido Nueva Alianza  cuenta con un voto duro importante y definitivo en una elección cerrada; por ejemplo en caso de repetirse la diferencia que hubo en 2006, cuando entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, sólo fue de  243 mil 650 votos.

¿Quién pierde más con el rompimiento? Pues debería ser el partido pequeño; pero al parecer los números dicen otra cosa. Si se llega al final de las campañas con diferencias muy estrechas entre candidatos, de nuevo Elba Esther Gordillo podría tener la sartén por el mango. Negociaría el voto presidencial. Insisto, negoció con Fox (aunque ahí no había diferencias tan pequeñas, pero por si acaso) y claramente con Calderón.

Lo interesante será conocer al candidato del PAN para trazar el destino de una posible negociación. Y esto se encuentra a punto de ser develado, pues este domingo 5 de febrero los militantes y adherentes panistas lo definen en una probable primera ronda electoral. Una alianza con Josefina Vázquez Mota es imposible; Elba Esther fue la artífice de la renuncia a la SEP de la más fuerte entre los aspirantes presidenciales blanquiazules. Tampoco la habría con Santiago Creel, pues éste ha dejado muy claro que no quiere nada con la profesora. De manera que sólo habría negociación con el PAN si el candidato es Ernesto Cordero; pues éste sí que ha manifestado su beneplácito. Con Andrés Manuel López Obrador es igualmente imposible; en 2006  denunció públicamente las propuestas recibidas de apoyarlo por parte de Elba Esther. Así, sólo iría en alianza informal con Ernesto Cordero…o con Enrique Peña Nieto si la contienda se vuelve muy competida. No se puede descartar una reconciliación apasionada luego de la “separación voluntaria”. Insisto, al PRI le convendría siempre y cuando fueran vitales los votos del PANAL. Si la contienda no se cierra, todo indica que habrá un cuarto candidato que obtendría entre 3 y 5 % de los votos. Por cierto, el caudal de sufragios del PANAL no es el que proviene exclusivamente de los profesores de este país; ahí hay un núcleo innegable; pero para llegar a casi dos millones en 2006 y 2009, se debieron sumar ciudadanos de otros ámbitos; si no fuera así, ni votando prácticamente todo el SNTE a favor se llegaría a esas cifras. Es bueno tenerlo claro; los maestros sí dividen sus votos.

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