“Si supieras cuantas veces le rezamos a Diosito…”: el narco rap y la protección espiritual en la frontera de Tamaulipas. 

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Opinión de José David Vázquez Márquez de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 21 de agosto de 2025

En la madrugada del domingo 17 de agosto de este año, fue capturado Ezequiel Cárdenas Rivera, El Tormenta Junior, por autoridades de la Fiscalía General de la República (FGR). El hijo del famoso narcotraficante Tony Tormenta, quien fuera abatido tras una jornada violenta el 05 de noviembre del 2010 en Matamoros, fue arrestado en la colonia Villa Española en la misma ciudad. 

El Tormenta Junior era el líder del grupo Los Escorpiones, una facción del Cártel del Golfo con presencia en la ciudad fronteriza de Matamoros. Además de la violencia, una de las estrategias que dicho grupo criminal ha utilizado para legitimarse frente a la sociedad matamorense ha sido a través de la participación en producciones musicales, tales como el narco rap. En el año 2009 el grupo de rap Nektar sacó tres canciones tituladas S.C.O.R.P.I.O.N, 1,2,3 y Paseando En Mi Troca, en las cuales se hacen referencias a Los Escorpión y se envían saludos a Los Escorpiones. Un año más tarde, el rapero matamorense 50/50, quien fuera asesinado en el año 2019, soltaría una canción en la plataforma de YouTube llamada Escorpión 38, se trataba de una canción dedicada al Escorpión 1 y a la “Escolta en las calles” de parte de un sicario apodado el Escorpión 38. 

Estas producciones musicales tienen que ser leídas como textos históricos y culturales que dan cuenta, por un lado, del impacto que la violencia criminal ha tenido dentro de la sociedad como producto de una guerra contra el narcotráfico que inició en el año 2006 durante el sexenio del presidente Felipe Calderón; por otro lado, mediante el análisis de las canciones de narco rap se puede hacer una interpretación de las maneras en las que las organizaciones criminales construyen una identidad propia a través de la creación de símbolos, rituales y la adopción de cultos religiosos, tales como la Santa Muerte, San Judas Tadeo y, más recientemente, el Diablo o Lucifer. 

En el año 2010 el rapero 50/50 producía la canción Santa muerte, en donde se señala que es una ofrenda dedicada a la Flaca de parte de una persona que “forma parte de la empresa que pica con aguijón” a manera de agradecimiento, ya que lo ha salvado de caer en las manos de grupos criminales contrarios y de las autoridades del gobierno. Un año después, el rapero matamorense soltaba la canción de Un guerrero pa’su santo, en esta ocasión se trataba de una dedicación al santo de las causas difíciles San Judas Tadeo de parte de un gatillero apodado el R-38 quien le pide protección para él, para su familia y para algunos miembros que forman parte del mismo grupo criminal, tales como el Metro 3, asesinado el 02 de septiembre de 2011 y, quien fuera líder de Los Metros, una facción del Cártel del Golfo. 

Los ejemplos sobre las dedicaciones de parte de narcotraficantes a santos como la Santa Muerte y San judas Tadeo dentro del narco rap, abundan. No obstante, dichas producciones musicales reflejan dos aspectos importantes para analizar sobre la cultura del narcotráfico en la frontera noreste: 1) la pérdida de la fe católica: en una canción titulada El Tata del rapero Jan Glack se narra la historia de un sicario que fue perdiendo la fe católica debido a las condiciones de desigualdad que vivía, lo que lo orilló a ingresar al crimen organizado, así, al inicio de la canción se narra: “si supieras cuantas veces le rezamos a Diosito, haz de cuenta que me dijo ‘mijo perame tantito’, mira pasar morritos esperando su milagrito, se le acabó la paciencia, y ‘fuga’ dijo”. Esto último, nos brinda una representación sobre la manera en la que las personas de sectores afectados por las desigualdades y las violencias estructurales y criminales se sienten abandonadas por Dios y la Iglesia Católica, lo cual, es un factor de gran importancia para que cultos a la Santita o San Juditas comiencen a ganar fuerza y a sustituir a la religión católica dentro de la sociedad; 2) la búsqueda de protección espiritual como parte del recrudecimiento de la violencia criminal: como se ha expuesto líneas arriba, el aumento de la violencia y los constantes enfrentamientos armados entre los diferentes grupos criminales que se disputan los territorios clave para el tráfico de drogas y de migrantes, así como entre éstos y las autoridades policiales y militares, ha llevado a una búsqueda de protección espiritual a través de los cultos religiosos. Incluso, en los últimos dos años, el culto al Diablo o a Lucifer cómo una forma de protección se ha hecho presente en canciones como  Mi padrino el Diablo de los raperos Lirik Dog y Doble Nota cuya letra dice: “mi padrino el Diablo el de los cuernos mi señor, de las cosas más canijas él me da su protección”. Otro ejemplo sería el de la canción 666 de Jan Glack, en donde la letra narra: “voy cuidando mi vida, mi alma ya la tiene Lucifer, a la Muerte también me le encomendé, aquí ando firme soy un miembro del cártel”. Al parecer en algunas regiones de la frontera de Tamaulipas, la Santa Muerte y San Judas Tadeo también dijeron ‘fuga’, y Lucifer llegó para sustituirlos. 

Las producciones musicales como los narcocorridos, el narco rap y las cumbias bélicas cumplen un rol muy importante para las organizaciones criminales: construir una identidad propia que atraiga la atención de jóvenes como mano de obra dentro de los grupos criminales. El discurso es el mismo: gente que viene de abajo, de barrios afectados por la pobreza y la violencia que salieron adelante a través del narcotráfico. Y bueno, ¿Quién no quiere dejar atrás a la pobreza y sacar adelante a su familia? El problema son aquellas letras pequeñas que no se ven cuando se firma el contrato para ingresar como miembro de alguna organización criminal, pero que siempre están presentes: no importa al santo que le reces; tú destino será el mismo al igual que el de todos. Como dice la letra de la canción El Tigre del grupo de rap Cartel de Santa: “no temas a donde vayas, que has de morir donde debes”. 

José David Vázquez Márquez
El Colegio de la Frontera Norte, Movilidad estudiantil en El Colef-Unidad Matamoros


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