Es la frase que fue pronunciada por un importante empresario cuando se le cuestionó sobre el tema y que cita Jordi Borja en su libro Revolución urbana y derechos ciudadanos, cuando analiza el caso de Monterrey.
En este texto, Borja hace una feroz crítica al modelo urbano y a la cultura de la ciudad, esto como parte de un diagnóstico solicitado por el gobierno de Nuevo León (trabajo que por cierto, Borja reconoce no serviría de nada). La relectura de este texto me hace reflexionar sobre el papel de la cultura, el consumo y los comportamientos en la ciudad.
Recientemente (octubre del 2017) destacados especialistas elaboraron dos diagnósticos sobre el tema: uno hace un análisis de la aportación de la cultura al PIB y sitúa a Nuevo León en cuarto lugar a nivel nacional en este rubro, el otro documento, analiza las políticas públicas culturales en el estado.
La cultura tiene muchas dimensiones y es un concepto difícil de definir, pero si entendemos por una de sus acepciones a las manifestaciones artísticas tales como la literatura, música, teatro, cine, danza, propondría un estudio sobre ¿qué tanto son apreciadas estas disciplinas en la población del estado?, ¿quién asiste a los eventos?, ¿qué disciplinas son más “exitosas” y por qué?, ¿qué se puede hacer para motivar el consumo de manera educada? Son algunas de mis interrogantes, todas derivadas de apreciaciones subjetivas como aficionada a esta clase de eventos.
He sido testigo de comportamientos inexplicables: el celular sonando en plena Sinfonía de Beethoven, las charlas interminables en el cine, los chats en las funciones de ballet, un reconocido pianista que tuvo que detener su interpretación por el ruido que hacían los espectadores, el señor comiendo tacos en la función de teatro en Colegio Civil, la poeta que calló su recital por los portazos de al lado y recordó que en su país (Nicaragua) se recitaba horas tras horas, pero sin ruido externo (Gioconda Belli)
La pregunta es ¿por qué pasa esto?, ¿por qué si el estado ocupa el 4 lugar en este sector y tiene un Consejo de Cultura único a nivel nacional, esto no tiene impacto en los gustos y conductas de los espectadores? ¿Por qué un comediante puede llenar ocho fechas el Pabellón M y una pianista que interpreta una versión antigua del Himno Nacional Mexicano sólo congrega a 15 personas?
Esto me remite a la frase que señala Borja en su libro, deduzco a través de ésta que la cultura es un tema que no interesa a quienes tienen el capital económico. Ésta ocupa un lugar secundario, cuando lo que interesa es producir bienes y acumular riqueza, entonces, los poderosos hombres de empresa (como el que entrevistó Jordi Borja) se dedican a potenciar la economía y son las mujeres las que se encargan de lo que no es importante, llámese esto cultura. Basta con revisar quiénes son las principales promotoras culturales de la entidad. Lo importante en este modelo es generar riqueza y la cultura no la produce, o al menos, eso es lo que se cree. Esto tiene un impacto sobre la forma en que la población aprecia estas manifestaciones, es una hipótesis que me gustaría probar.
Hace unos meses visité Guadalajara y tuve oportunidad de asistir a una función de danza contemporánea en el bellísimo Teatro Degollado, era una compañía francesa y el teatro estaba lleno, fue un excelente espectáculo. Pero lo que más me sorprendió fue la conducta de la gente: todo ordenado, nadie hablaba, nadie encendía celulares, nadie interrumpía, es decir, me impresionó lo que es correcto, tanto he normalizado las malas prácticas.
Entonces, ¿qué pasa en Monterrey?, llamada en algún momento: la “Ciudad del Conocimiento”.
Dra. Socorro Arzaluz Solano
El Colegio de la Frontera Norte