Reynosa y el olvido social

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Opinión de Cirila Quintero Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 24 de junio de 2021

Reynosa es la ciudad tamaulipeca con mayor población, alrededor de 704,767 habitantes, el 22.6% de la población tamaulipeca vive en esta ciudad. Reynosa ha sido una de las ciudades en las que he centrado algunos de mis estudios sobre trabajadores, migrantes y desarrollo social. El resultado de mis investigaciones ha sido siempre el mismo: un rezago y olvido social preocupante, en donde la población común vive en la orfandad gubernamental y la inseguridad total. En esta ciudad, la población enfrenta, desde hace algunos años, el peligro y el riesgo en su camino al trabajo y el regreso a su casa. Incluso en sus mismos hogares y sus vecindarios se enfrentan a esta inseguridad. Tal es el caso de la reciente masacre del sábado 19 de junio en donde 15 personas fueron asesinadas, en distintas unidades habitacionales, (https://www.elfinanciero.com.mx/estados/2021/06/22/180-disparos-asi-fue-el-atentado-en-reynosa-donde-fueron-asesinados-15-civiles/). Desde ese día hasta la fecha, la ciudad y su área circunvecina, Río Bravo, y la carretera a Matamoros, se han convertido en zona de guerra, sin que alguna autoridad local, estatal o federal haya informado que está pasado o que acciones se están tomando para controlar la situación, por lo pronto la ciudad, la industria y muchos de los comercios han cerrado particialmente o cerrado sus actividades. La ciudadanía se encuentra también resguardada desde temprano dado las amenazas que circulan por las redes sociales y se despierta en las mañanas con el ruido de balaceras cerca de sus hogares, un sonido que se extiende durante todo el día y en distintas partes de la ciudad. 

La situación es preocupante, no solo para los reynosenses, sino para sus vecinos, como Matamoros y Río Bravo, quienes se encuentran inmovilizados y con miedo a usar las vías terrestres hacia Monterrey. La violencia actual comenzó desde hace tiempo, los asaltos en carretera, en sus entradas, en la desviación a Monterrey, han sido frecuentes, la volcadura de un autobús con pasajeros de Matamoros que se dirigían a tratamiento médico a Monterrey, que dejo 12 muertos, https://www.elfinanciero.com.mx/estados/2021/06/15/volcadura-de-autobus-de-pasajeros-deja-al-menos-12-muertos-en-reynosa/, debió haber encendido las alarmas para reforzar la seguridad en el área y evitar que gente inocente siguiese muriendo a manos criminales. Me pregunto: ¿qué clase de autoridades se tiene en una ciudad, en un estado o país, que no puede asegurar el libre tránsito y darle seguridad a la población común para moverse sin temor a ser herida o asesinada? ¿Será que la incertidumbre que guarda el Estado con el desafuero/no desafuero que rodea al Gobernador, o bien el período de transición entre autoridades que salen y autoridades que entran en funciones, constituye una excelente excusa para no actuar?. Como analista, lo que observo es una ausencia de responsabilidad gubernamental para recuperar la civilidad y tranquilidad en Reynosa y su área circunvecina.

La violencia de Reynosa, como otros espacios fronterizos de Tamaulipas, es histórica y se entrelaza con un olvido gubernamental y un desapego social, escondido bajo un supuesto avance industrial. Reynosa tuvo un desarrollo petrolero importante en los años setenta y ochenta, parte de mis estudios muestran que esa fue una de las razones por el despego tardío de la industria maquiladora en la región. A partir de los noventa y principios del siglo XXI, Reynosa experimentó un crecimiento vertiginoso de la industria maquiladora, entre el 2001 y el 2003, se crearon cerca de 30,000 empleos en esta ciudad. Este crecimiento atrajo una fuerte migración veracruzana, fue tanta la migración que coloquialmente se le empezó a llamar Reynosa, Veracruz.  Las razones del crecimiento maquilador fueron: la articulación entre el empresariado de McAllen y Reynosa, los problemas laborales de Matamoros y sobre todo los bajos salarios existentes en la ciudad.  Los empresarios matamorenses y de otros lugares, veían con admiración este crecimiento, yo lo veía con preocupación dado la fuerte brecha que se iba presentando entre el crecimiento económico, no desarrollo, y el deterioro social. Los gobiernos municipales de Reynosa, más preocupados por el avance industrial, no buscaron la integración de los migrantes, por el contrario, los segregaron, construyeron sus espacios habitacionales en las afueras de la ciudad.  Algunas de estas unidades recibieron sus nombres en alusión a la calidad migrante de esta población, tal fue el caso de las Unidades Habitacionales Jarachinas, asociadas con el gentilicio de Jarochos. Existe también toda una compaña de discriminación en contra de los veracruzanos por la población local, y acentuada en las redes sociales, casi siempre referida a la pobreza de sus lugares de origen y a sus costumbres. 

Las unidades habitacionales de estos trabajadores tienen servicios urbanos deficientes o carecen de ellos, como el caso de la pavimentación. Desde los noventa en los que realicé tres meses de trabajo de campo en Reynosa, la ausencia de pavimentación fue uno de los problemas que más llamaba la atención en la ciudad, en ese momento, le denominé la ciudad a medio construir, a la fecha lo sigue siendo. La segregación espacial, no solo se ve en la ubicación habitacional sino a lo largo de la ciudad. Existen complejos comerciales-turísticos impecables para una clase media acomodada, los de la clase alta tenían hasta antes de la pandemia como lugar de recreación principal a McAllen. En contraste, para los sectores populares existen los tianguis y pulgas a lo largo de la ciudad. 

La crisis del 2008 y 2009 en la maquiladora de Reynosa condujo al despido masivo de trabajadores de la maquila; situación que propició que parte de los migrantes veracruzanos regresaran a su territorio, pero la mayoría permaneció en Reynosa, como una trabajadora de la maquiladora dijo: “¿a qué me regreso (a Veracruz) si está peor que aquí?”.  Ciertamente, pueden estar mejor aquí, dado la diferencia salarial de Reynosa con el centro del país, sin embargo, también los costos sociales de vivir en Reynosa son altos: salarios ligeramente superiores al mínimo fronterizo, con unidades habitacionales desprovistas de servicios y envueltos en la inseguridad pública. 

Empero, el rezago y la desintegración social no solo se ubica entre la población migrante, sino en la población general, se percibe en esta localidad una falta de coherencia e identificación social entre sus habitantes y con la ciudad. En una encuesta realizada en el 2011 por El Colegio de la Frontera Norte, para visualizar la calidad de vida en Reynosa, se encontró que alrededor del 70% se sentía inseguro en la ciudad, no conocía a sus vecinos y no se sentía responsable del cuidado de la ciudad y de los espacios públicos.  Esta situación de no identificación, se ha acentuado con las oleadas de violencia que ha vivido Reynosa desde el año 2010. La población habita la ciudad, pero no la vive. Así pues, el problema de inseguridad de Reynosa va más allá de las balaceras en la ciudad, de la muerte de gente inocente, da cuenta de una historia de olvido social, de apatía y despreocupación gubernamental por el desarrollo social, ante esto la criminalidad y la violencia se ha enseñoreado. Una violencia en la que antes fallecían solo “los que andaban en malos pasos”, hoy puede morir cualquiera por el simple hecho de estar en sitio equivocado o cruzarse en el camino de criminales para los que la vida del ciudadano común parecería no tener relevancia alguna. Parece ser que para los gobernantes acontece lo mismo.

Dra. Cirila Quintero

El Colegio de la Frontera Norte