Reelección en la casa de enfrente

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

viernes 16 de noviembre de 2012

El pasado martes 6 de noviembre, tuvo lugar uno de los eventos más importantes y trascendentes para los norteamericanos en particular y para el mundo entero en general: las elecciones presidenciales del país más poderoso del mundo occidental.

Nuestros vecinos llevan a cabo sus elecciones en día martes; es decir, se trata de un día hábil como cualquier otro. Las patrones en general son muy flexibles y autorizan la salida de los empleados sean del sector privado o público. Quienes no pueden acudir a los centros de votación, pueden adelantar su voto sin problema; pero también aquellos que lo deseen pueden recibir sus boletas por correo y por el mismo medio enviarlas; esto aplica también a quienes por motivos laborales o de estudios o de cualquier otra índole residen fuera del país,  pueden “votar en ausencia” a través de envío postal.

Las expectativas se centraban en ver si se comprobaban las predicciones de un probable empate entre los contendientes: el presidente Barack Obama, candidato demócrata y Mitt Romney, candidato del Partido Republicano. Se decía que el principal hándicap de Obama eran los resultados en materia económica durante sus primeros cuatro años al frente de la presidencia. Sin embargo y pese a la crisis de 2009, durante su mandato se crearon 5 millones de empleos, lo cual sin duda abonó a su victoria.

Barack Obama obtuvo 303 de los votos electorales, mientras que el candidato republicano se llevó 206. Como sabemos en Estados Unidos el Colegio Electoral lo conforman 538 personalidades y según el estado de procedencia se contabilizan sus votos. Por ejemplo California aporta un total de 55 votos. Quien obtenga 270 votos electorales es ungido como presidente de Estados Unidos. Puede darse el caso de que no coincida la voluntad popular con el número de votos en el consejo; como en el año 2000 cuando los estadounidenses votaron en su mayoría por Al Gore pero el Colegio Electoral le dio el triunfo a George Bush. Para su fortuna no fue el caso y Barack Obama no sólo ganó con holgura en el colegio electoral, sino que obtuvo más de dos millones de votos ciudadanos más que Mitt Romney.

El voto latino fue decisivo para la reelección de Obama. Se calcula que el 70% de los latinos que votaron lo hicieron por el presidente; 3 por ciento más que hace 4 años. Otros analistas señalan que el peso del voto latino se tradujo en aproximadamente 100 votos electorales. Eso querría decir que Obama estará en deuda con ese sufragio. Pese a que durante los primeros años de su gobierno no hubo cambios importantes en la política migratoria, los hispanos o latinos le han dado un voto de confianza. Las posturas de Obama sobre otorgar cobertura médica o licencias a indocumentados, contrastan con las rígidas posiciones del republicano Romney; de ahí que los latinos prefirieron apostarle al demócrata.

Sin embargo, no será fácil que prosperen iniciativas que mejoren las condiciones de vida de los inmigrantes o una probable amnistía. Los republicanos refrendaron su mayoría en la Cámara Baja; aunque en la de Senadores los partidarios del presidente suman más votos. Pero en virtud de la real división de poderes que existe en el país vecino, los republicanos podrán frenar reformas que favorezcan a las minorías. Ya veremos.

Otro tema desafiante para México será el tema de las drogas y la seguridad. En el mismo proceso electoral, los estados de Colorado y Washington aprobaron el uso recreativo de la mariguana. Eso dará un vuelco a la tradicional postura mexicana sobre la despenalización. Porque lo que se aprueba allá, repercute acá. Tres desafíos complejos se abren para la relación bilateral: comercio, seguridad y migración; en cada uno de ellos México tiene un mínimo poder de negociación; veremos si con la buena disposición se logran algunos beneficios. Así es en una relación desigual, pese al triunfó  de un demócrata bien intencionado.