Recientemente un grupo de arqueólogos del Proyecto del Gran Acuífero Maya lograron conectar dos de los sistemas de aguas subterráneas más importantes de la península de Yucatán, los sistemas Sac Actun y Dos Ojos, en el estado de Quintana Roo, para identificarlo como el sistema más extenso del mundo, con un total de 347 kilómetros de galerías exploradas.
El ahora sistema Sac Actun-Dos Ojos forma parte de una intrincada y compleja red de sistemas subterráneos de poco más de mil 500 kilómetros conocidos de extensión en el estado, cuyas aguas proveen más del 95% de los recursos hídricos con que cuenta la zona para sus diferentes usos. La importancia de este sistema no solo estriba en su belleza y riqueza arqueológica, sino en sus características y fragilidad ecológica ante el desarrollo económico y urbano que está teniendo toda la entidad.
Como el mismo plan estatal vigente reconoce, la realidad del crecimiento urbano ha rebasado la planeación urbana y los programas que la apoyan. Los impactos de la inversión turística en la parte norte del estado han sido impresionantes: surgimiento de grandes desarrollos; altas tasas de inmigración y concentración en algunas ciudades; zonas marginales sin servicios públicos; cambios en los usos del suelo y deforestación, entre otros.
Los municipios de Solidaridad (que ubica a la ciudad de Playa del Carmen) y Tulum dan una idea de esta dinámica urbana. En el periodo 2000 a 2015, el primero triplicó y el segundo cuadruplicó su población respectivamente, imponiendo grandes desafíos a la construcción de infraestructura ambiental que mitigue sus impactos a los mantos acuíferos.
Las cifras anteriores dejan fuera de toda duda la necesidad de contar con sistemas de saneamiento de primer orden. Sin embargo, la presión constante que ejercen el surgimiento de desarrollos turísticos y la expansión urbana en sí en la demanda de agua potable, parece obligar a las autoridades estatales y municipales a privilegiar este servicio sobre el tratamiento de aguas residuales.
Según datos de Conagua, la capacidad de tratamiento en toda esta zona representa poco más de 70% del total de la península de Yucatán, incluido el estado de Campeche. En contraste, la eficiencia de tratamiento es baja. Por ejemplo, la infraestructura con que cuenta el municipio de Solidaridad funciona a poco más del 50% de su capacidad y algunos medios estatales reportan que el tratamiento es incluso menor al 50% a nivel de la entidad, quedando expuestos cenotes, lagunas, ríos subterráneos y los ecosistemas marinos al vertido directo de contaminantes.
La problemática descrita brevemente aquí no es ajena a las actuales autoridades del estado. Existe información y estudios de parte de la academia y del mismo Consejo de Cuenca de la Península de Yucatán que la documentan, algunos de los cuales han sido retomados en el plan de desarrollo estatal vigente. Sin embargo, toda esa información representa solo una base de donde partir. No basta con disponer de estadísticas generales y dispersas sobre las condiciones de contaminación que ya afectan al acuífero.
La inversión en Quintana Roo seguirá priorizando las necesidades de la zona norte en los años venideros, a pesar de la premisa gubernamental de buscar un crecimiento urbano ordenado a través de programas que apoyen la región del sur. Sin embargo, todo este apoyo no parece reflejar la importancia de asegurar no solo la salud de los ecosistemas y todo lo que representan como base económica para el estado, sino el abasto futuro de prácticamente la única fuente hídrica de que se dispone.
Dr. José Luis Castro
El Colegio de la Frontera Norte