Perspectivas de la economía estadounidense: ¿ recuperación o desaceleración?

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Opinión de Cuauhtémoc Calderón Villareal investigador del Departamento de Estudios Económicos de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

viernes 30 de marzo de 2012

El anuncio de la recesión en España, la crisis de la deuda en Grecia y la desaceleración económica de los principales países europeos  con tasas de desempleo crecientes, pone nuevamente a la orden del día la discusión sobre el futuro de la economía estadounidense, y con ello la recuperación de la economía mundial. En este contexto el futuro de México, altamente dependiente de la economía estadounidense, también está supeditado  a la recuperación  de dicha economía, la cual deberá de alcanzar los niveles de empleo y de crecimiento logrados antes del 2007.

Entre el 2008 y el 2009 los Estados Unidos experimentaron la peor crisis financiera y la más grande recesión desde la década de los treinta. De hecho la crisis financiera constituyó el inicio a la crisis económica general más importante de la era moderna, que se originó en el corazón mismo de la economía mundial y se extendió hacia los países europeos. La crisis financiera comenzó con la quiebra de las hipotecas de alto riesgo las cuales causaron el embargo de numerosos bienes inmobiliarios estadounidenses por 1.2 millones en 2007, casi el 80 por ciento por encima de su nivel en 2006. El contagio de la quiebra de las hipotecas subprime se propagó  alrededor del mundo: los bancos en el Reino Unido fueron afectados rápidamente y se extendió por toda Europa.

Existe un consenso entre los economistas de  que los factores que provocaron la aparición de la crisis norteamericana fueron: 1) el dinero fácil y las tasas de interés reducidas; 2) la burbuja especulativa sobre los bienes raíces; 3) la aparición de un nuevo tipo de hipotecas, prestamos subprime y políticas crediticias erróneas; y  4) una extensa distribución de hipotecas respaldadas por valores y derivados dudosos. La recesión del 2008-2009 trajo consigo un aumento del desempleo  que pasó del 4.6% en el 2007 al 10.1% en el 2010. Esto provocó una drástica reducción del ingreso personal de las familias, la caída consecutiva del consumo y de los niveles de vida de la población estadounidense, cuestión que afectó de manera prioritaria a la clase media. Todo esto desembocó en la bancarrota de 10 millones de familias (desalojos forzados, etc.).  A pesar de que la recesión afectó virtualmente a todas las regiones y a todos los sectores de la economía estadounidense su impacto fue diferenciado, en  particular afectó más  a la industria automotriz, la construcción  y los servicios financieros. En todos los casos la pérdida de empleos deprimió a las economías  locales.

Frente a esta situación, el Gobierno de Obama implementó un plan de estímulos de tipo Keynesiano que implica una intervención del gobierno con políticas económicas fiscales y monetarias para reactivar la economía. En un primer momento buscó reducir los impuestos para las clase medias y las empresas, fomentó la asistencia financiera a los estados que tenían ingresos reducidos, hizo un amplio gasto en infraestructura, así como en la mejora de los sistemas de transporte y otros, e intervino de manera directa para salvar a la industria automotriz.

En el corto plazo este escenario catastrófico prosiguió hasta el tercer trimestre del 2009, este fue el punto de inflexión del ciclo económico estadounidense que marcó la primera década del nuevo siglo ya que a partir de allí se inicio una frágil recuperación. La economía estadounidense creció al 2.2 por ciento durante ese trimestre y a un  5.9 por ciento para el cuarto trimestre del 2009. No obstante, esta recuperación siguió siendo frágil a principios del  2010,   ya que  la mala noticia en ese año continuó siendo la incapacidad de la economía de generar los niveles de empleo anteriores.

No existe un consenso entre los economistas sobre las perspectivas de la economía estadounidense para los próximos años, la mayoría coincide en que la economía americana va a tardar en recuperarse y en retomar una senda de crecimiento robusto y equilibrado. Existen tres razones fundamentales para considerar esto: consumo débil, los problemas estructurales de la industria y los problemas fiscales del gobierno estadounidense. El débil consumo se explica por el alto endeudamiento de las familias, el elevado desempleo y la inseguridad del empleo existente. Por lo que el consumo, por sí solo, no puede convertirse en la locomotora en el corto plazo de la recuperación económica de la economía estadounidense, ya  que el empleo no se ha recuperado y no ha alcanzado los niveles  que precedieron a la gran recesión. Antes de la recesión, los altos salarios pagados en la manufactura fueron la clave para que por más de medio siglo la clase media norteamericana creciera y se reprodujera; después de la recesión el escenario cambió. Ya que la recuperación de la industria va a tomar varias décadas. La industria no está en capacidad de generar los empleos que la economía necesita, por lo que se entra en un círculo vicioso donde un débil crecimiento del empleo se traduce en un débil crecimiento del ingreso lo que implica un escaso crecimiento del gasto, y en consecuencia del empleo y así de manera sucesiva.

Finalmente, los problemas fiscales del gobierno estadounidense a todos los niveles, son un obstáculo fundamental para la recuperación. El incremento de los déficits federales es un fuerte problema ya que los niveles de deuda devienen extremadamente altos y el mundo no está dispuesto a seguir comprando los bonos del tesoro americano. El gobierno no puede continuar gastando a los niveles anteriores a la recesión, ya que después de la recesión se redujeron los impuestos.

La débil recuperación de la economía norteamericana sigue siendo frágil y si esta no se consolida pese a las medidas de política económica emprendidas, la economía se  desaceleraría nuevamente. Esta escenario, aunado a la crítica situación de las economías europeas, conduciría a la economía mundial  al inicio de una fase prolongada de  desaceleración económica y recesiones recurrentes, sobre todo en los países centrales (Estados Unidos y los países europeos), arrastrando  con ellos al resto de las economías periféricas.