Opinión de Blanca García Profesora-Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 16 de agosto de 2012

Cientos de millones alrededor del mundo disfrutaron embelezados de las imágenes y sonidos de la ceremonia de inauguración titulada Islas asombrosas (Isles of wonder), dirigida por Danny Boyle (Slumdog millionaire), para los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Y aunque la mayoría de los mexicanos hemos tenido oportunidad de ver por televisión al menos parte de las justas y celebraciones olímpicas de este año, algunos tuvieron que prescindir de las transmisiones de los canales de televisión abierta del canal del Ajusco: el 7 y el 13. Si, indudablemente la comunicación mediática resulta cada vez más un ingrediente indispensable en la configuración y construcción de comunidades, entonces resulta preocupante lo que muestra la punta del iceberg evidenciada a principios de este 2012.

Como es de todos sabido, a partir de febrero 2012, las empresas de televisión de paga por cable: Cablecom, Cablemás y Cablevisión Monterrey quitaron las señales de los canales de TV Azteca bajo el argumento de que la televisora del Ajusco exigía el cobro de una tarifa por la transmisión de sus señales. Forman parte de Grupo Televisa, y junto a Cablevisión y Sky conjuntan cerca del 51% de la oferta en televisión restringida del país, mientras Megacable cuenta con un 16% (BBVA Research). Aunque esto tendría tintes de monopolio, el problema de fondo, como lo señaló la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su estudio sobre las telecomunicaciones en México (http://www.oecd.org/centrodemexico/medios/49502120.pdf), es la falta de regulación para la difusión de contenidos de televisión abierta en sistemas de televisión de paga. Dicho estudio hace énfasis en la necesidad en México de un impulso socioeconómico generado por un mayor acceso a servicios de comunicaciones eficientes, incluida la banda ancha de alta velocidad. La pérdida de bienestar atribuida a la disfuncionalidad del sector mexicano de las telecomunicaciones se estima en 129 mil 200 millones de dólares* (2005-2009), es decir, 1.8% del PIB anual.

Pero hasta la fecha, no hay obligaciones generales de must carry o must offer en el mercado mexicano. Esto significa que los participantes en la televisión de paga deben negociar los términos contractuales si es que quieren transmitir canales abiertos. El término must carry se refiere a la obligación de las firmas de TV de paga de transmitir las señales de televisión abierta en sus paquetes. Por ejemplo, esta legislación se usó en Estados Unidos para obligar a la TV restringida a dar cabida en su programación a las transmisiones locales, sin necesidad de algún pago. En cuanto al must offer se refiere a la obligación impuesta a las televisoras con canales abiertos a ofrecer a un precio sin discriminación su oferta a las empresas de TV de paga, previo el pago de una contraprestación. Por ejemplo, en el caso particular del Reino Unido, la licencia de la televisión blanco y negro se introdujo en 1946, en el contexto de la posguerra. La licencia de color se introdujo en 1968, tras el inicio de las transmisiones de color BBC2 que hasta el día de hoy paga cada consumidor por ver la televisión a razón de 145 libras anuales.

Si duda la CFC y la Cofetel tienen tarea pendiente al respecto. Mientras tanto, ¿como usuarios podremos ver la clausura de los juegos y/o aspirar a la posibilidad de oro olímpico sin dejar de pensar que la falta de accesos es sin duda otra forma de violencia?